El Invitado, de Elizabeth Day




⭐⭐⭐⭐

"Martin, qué estúpido eres, oigo decir a mi madre. Siempre se te olvida quién está al mando. Siempre te crees que eres mejor de lo que en realidad eres."

He disfrutado mucho de esta novela, que es de este tipo de lecturas que la vas saboreando porque te gusta el estilo en el que se desenvuelve la autora, inteligente e irónica, y al mismo tiempo te mantiene enganchada, pero enganchada no de una forma tramposa, sino que Elizabeth Day mantiene el ritmo con una destreza poco habitual, ya que lo habitual es que los autores mantengan el enganche del lector con trampas varias y estiramientos de chicle, pero éste no es el caso.

El titulo original The Party en la edición de Duomo se cambia a El Invitado, que me parece bastante acertado. El invitado en este caso es Martin y su esposa Lucy, que acuden a la fiesta por todo lo alto del cuarenta cumpleaños de Ben Fitzmaurice, el mejor amigo de Martin desde sus tiempos de internado. Sin embargo, en esta fiesta ocurre algo que obligará a los personajes que forman parte de esta historia a revisar todo un pasado de amistad entre Ben y Martin y la autora decide hacerlo bajo varios puntos de vista paralelos y diferentes: el punto de vista de Martin revisando su pasado desde que conoce a Ben, los diarios de Lucy Gilmour, la esposa de Martin, el interrogatorio a Martin en la comisaria de policia y finalmente la fiesta en si que es donde reside de alguna forma la culminación de todo. La clave de la historia es Martin, que es el invitado y para entender esta fiesta, hay que conocer antes, de dónde viene Martin.

"¿Por qué otro motivo habrían querido tenerme cerca tan a menudo cuando éramos jóvenes? La razón no era ora que ese deseo innato de tener un observador exterior, un inadaptado que pudiera dar fe de su pedantería. Yo era su espejo, colocado en el ángulo preciso para devolverles el reflejo que resultaba más halagador".

Martin que gracias a una beca para estudiar en una prestigiosa escuela privada conoce a Ben y por ende, se relaciona en un ambiente social al que no estaba acostumbrado, se convierte desde entonces en la sombra de Ben (PS, pequeña sombra como le llaman socarronamente los compañeros de internado). Cuando Martin llega al internado es una especie de bicho raro, no es su ambiente ni puede estar a la altura del resto de los estudiantes, ni su acento es el adecuado ni sus modales. Sin embargo, desde el momento en que conoce y se convierte en amigo de Ben Fitzmaurice que es justo lo contrario a él, encantador, sofisticado, rico y seductor, se le abren las puertas de la élite social e incluso se convierte en parte de la familia Fitzmaurice. A partir de ahí conoceremos más de cerca esta amistad desde esta escuela privada pasando por Cambridge hasta que ya adultos y ambos casados, se reencuentran en la fiesta.

"A veces tu vida entera puede cambiar en un único segundo, porque ese único segundo no existe aislado: está conectado con una cadena infiníta de minutos, días, semanas, meses y años que lo preceden. Pero es el segundo deformado el que lo desata todo. Como si te saltaras un punto y con ello arruinaras una bufanda tejida a mano."

Elizabeth Day se las arregla de maravilla para construir toda esta historia en torno a una amistad desde la adolescencia y al mismo tiempo es una reflexión sobre el arribísmo, las diferencias de clases, la hipocresia y la identidad personal. Desde el momento en que Ben llega a la vida de Martin, éste se obsesiona no solo con Ben sino con formar parte de su mundo, de sus relaciones sociales: no se conforma con el mundo del que viene sino que prácticamente lo olvida para convertirse en la sombra de Ben Fitzmaurice.

"Estar rodeado de gente así, gente rica, privilegiada, guapa, egoísta, no es bueno para el alma. Piensan en sí mismos todo al tiempo que fingen ser todo generosidad. El resto de nosotros no les importamos. No es una maldad consciente, tan solo la incapacidad de imaginar cómo son las vidas de los demás".

Elizabeth Day disecciona las diferencias de clases tan acartonadas y rígidas cuando se trata de mezclarlas, sobre todo lo intocable que se hace poder siquiera acercarse a la élite; la condescendencia de los de arriba que miran por encima del hombro a los de abajo usando y sirviéndose incluso de las personas para conseguir sus objetivos, es algo que aquí la autora maneja muy bien, porque esta no es solo la historia de una amistad, de una obsesión, sino también la historia del ascenso social de un chico humilde qué siempre deseó formar parte de la élite y se avergonzaba de sus orígenes. Los personajes están llenos de matices, de claroscuros y el lector se implíca con ellos precisamente porque están magníficamente descritos, con un fino trazo de ironía, y un mucho de inteligencia emocional. A ratos divertida, a ratos complejísima, y en otros momentos todo un tratado sobre una vida de obsesión, me ha parecido una novela magnífica, que no sé como no es más conocida porque Elizabeth Day se las arregla muy bien para hablar de los tiempos que vivimos, del estrés por agradar, de las apariencias y de cómo ser popular puede convertirse en toda una obsesión y pasar desapercibido en toda una tragedia.

"Hoy día todo el mundo es tan egocéntrico. (...) No hay límites. Todo ese ruido que se cuela en los silencios ocasionales; toda esa actividad frenética e incesante que llena cualquier espacio disponible con un torrente de tonterías. Estado. Favorito. Tuit. Filtro. Pantalla. Me gusta. Actualización. Feed. Feed. Feed. El mundo reducido a destellos de atención del tamaño de un bit que responden al denominador común más bajo".


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