Como Polvo En El Viento, de Leonardo Padura

 


  ⭐⭐

Normalmente y a estas alturas cuando empiezo una novela y comienzo a detectarle esos tics que me chirrían, suelo desconectar e incluso abandonarla. En el caso concreto de esta novela de Leonardo Padura es raro que no la abandonara teniendo en cuenta que son algo más de 600 páginas y que esos detalles que me desagradaban, iban en aumento. Me ha costado la misma vida pero la acabé, y ahora me siento liberada porque al llegar a su final, confirmo que no entiendo esa publicidad que la tacha de obra cumbre de Padura y la la cima de su obra.

No había leído a Leonardo Padura y tenía curiosidad, especialmente por el tema que toca esta novela, que habla sobre el exilio en general, y la diáspora cubana en particular. Empieza siendo la historia de un grupo de amigos que se autodefinen como el Clan, que se reúnen y comparten buenos momentos en cenas y cumpleaños, y que hacia la década de los 90 aprovechando la migración masiva y desesperada de los cubanos a otros lugares en busca de un futuro huyendo de la desesperación y la miseria, comienzan a dispersarse fuera de Cuba. Algunos pueden pensar que la gracia está en el misterio en el que envuelve Padura la historia de Adela en el presente: americana e hija de una cubana emigrada descubre en una foto una puerta a un pasado desconocido para ella. Adela, una neoyorquina afincada en Miami, sigue las huellas de esa foto y esa es la excusa del autor para contarnos en un baile de flashbacks, la historia de esos amigos a lo largo de las décadas: mientras que algunos de ellos al salir de Cuba prosperan, otros se quedan en La Habana, y siguen viviendo en la pobreza más absoluta, pero según Padura ,“felices”.

En fin, a grandes rasgos esto es lo que nos viene a contar Leonardo Padura a lo largo de un tocho de más de 600 páginas donde se repite una y otra vez, pero aunque veo por ahí grandes reseñas de cinco estrellitas mayoritariamente, y articulos elogiosos (camuflada de publicidad editorial, quizás), a mi me ha decepcionado muchísimo. La novela empieza bien y tuve esperanzas de que me fuera a abrir los ojos sobre toda esa odisea que vivieron los cubanos durante estas décadas pero cuando llevaba ya las cien páginas empecé a darme cuenta de que no me encontraba nada cómoda con la prosa de Padura: repetitivo y artificioso, muy superficial en el esbozo de sus personajes, en ningún momento ahonda en la psicología de las relaciones entre ellos; por ejemplo, la relación conflictiva entre Adela y su madre, que supuestamente es “la madre del cordero” de la novela, en el sentido de que es la guía que marca el curso de la novela, me pareció desesperante por su superficialidad y en ningún momento llegué a entender de dónde venia la raiz del conflicto entre ambas, y no voy a spoilear para no aguarle la novela a nadie. Pero esta impresión es la sensación que tuve durante toda la novela. Padura nunca ahonda en el alma más profunda, eso sí, los ves reunirse, celebrar, reencontrarse o reconciliarse pero son momentos vacios con conversaciones frias e incongruentes pero poco o nada del dolor del exilio, nada de toda esta gente encarcelada por su homosexualidad (y uno de los personajes centrales es homosexual), y poco o nada del boicot al que sometían a las familias de los que se iban. Padura desde su visión imagino que perteneciente a la élite en ningún momento cuestiona a los que están muy arriba decidiendo la vida de los demás.

Normalmente en mis reseñas me gusta citar pasajes de la obra que de alguna definan el estilo del autor o sus personajes, pero en esta novela de Padura no me apetece nada hacerlo. Su estilo artificioso y burdo en algunos momentos, me ha replegado y no he podido disfrutarla. Tampoco me ha parecido realista la visión que da de Cuba en el sentido de que en ningún momento se cuestiona la raiz de la problemática cubana, es como si el autor en todo momento intentara desviar la atención de la catástrofe cubana de la auténtica raiz del problema: aquí en esta novela todo el mundo tiene la culpa menos el régimen que los llevó hasta ahí. En el perfil de sus personajes (todos y cada uno de ellos responde a un tópico) que guían la novela, tengo la impresión de que Padura cuando habla del éxito que estos amigos tenían una vez emigrados y establecidos en España, Puerto Rico o Miami era debido a a la educación universal y gratuita que recibieron del Estado en su país de origen y porque formaban de alguna forma parte de una élite. Y aunque emigren (en balsa o en avión) y se extiendan por medio planeta, el universo que dibuja Padura es un círculo cerrado, pequeño y constreñido: la novela está repleta de personajes que se reencuentran debido a una “casualidad” en diferentes ciudades del mundo, conversaciones donde siempre se da la vuelta a lo mismo, y por supuesto personajes con los que se enrolla de una forma exagerada y sin embargo, en otros personajes como Walter, por ejemplo, ni se detiene en ellos apenas, ofreciendo un trazo muy maniqueo de ellos.

Y no voy a hablar de un cierto machismo enmascarado que no me ha gustado un pelo: repetitivo hasta la saciedad en lo buenísima que está ésta o áquella, o el culo de aquel bellezón (donde ellas parecen definirse  por su físico), por poner un ejemplo rápido y fácil. En fin, me vuelvo algo maniática porque tengo un criterio ya forjado con muchas lecturas...pero lo que tengo claro es que esta novela me ha decepcionado muchísimo porque el tema me interesaba y al final me he encontrado con una versión edulcorada de los mundos de Yuppie y por supuesto lo que menos me ha convencido ha sido el estilo de este autor. No creo que vuelva a él.

 

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