Ruído de Fondo, de Don DeLillo

 


 ⭐⭐⭐⭐

 "Contemplaos a vosotros mismos, aquí encerrados Nos han sometido a cuarentena. Somos como los leprosos de la Edad Media. No nos permiten salir de aquí. Dejan alimentos al pie de la escalera y huyen de puntillas para ponerse a salvo. Estamos viviendo el momento más terrorífico de nuestras vidas. Todo aquello que amamos y por lo que hemos trabajado se encuentra seriamente amenazado".

Este año está siendo definitivo en lo que se refiere a mis lecturas porque he ido saliendo poco a poco de mi zona de confort y me he ido atreviendo (y tengo planeado seguir haciéndolo) con escritores que me causaban mucho respeto y que siempre iba aplazando por miedo a ser demasiado para mí. El caso es que está siendo el año en el que me he sumergido con autores considerados postmodernistas: Erickson, David Foster Wallace, Robert Coover y casi in planearlo,  me lancé a por Don DeLillo y su Ruido de Fondo.

"También cree que nada puede pasarnos mientras en casa vivan criaturas que dependan de nosotros. Los niños representan una garantía de nuestra longevidad relativa. Estamos a salvo mientras los tengamos con nosotros. Cuando crezcan y se diseminen, sin embargo, quiere ser ella la primera en partir. Teme que yo muera inesperadamente, traicioneramente, huyendo en mitad de la noche. Es quedarse sola lo que teme".

Ruído de Fondo es una novela de 1985 pero podría perfectamente ser una novela de ahora mismo porque la forma en que DeLillo explora y analiza la degradación ambiental, el consumismo hiperacelerado, la angustia existencial por el hecho de tener que enfrentarse al día a día y sobre todo el eterno terror a la muerte, ese concepto todavía no aceptado/superado por el ser humano, por todo esto y más, la convierten en una novela casi atemporal.

La historia la narra Jack Gladney, un profesor de universidad en la cincuentena, que vive con su esposa y varios de sus hijos de diferentes matrimonios en la ciudad de Blacksmith, pequeña ciudad académica apacible y tranquila, pero la idílica vida doméstica se ve amenazada cuando la ciudad de Blacksmith es evacuada a consecuencia de un accidente industrial y a raíz de este incidente, un escape tóxico amenaza “ese nunca pasa nada” de Blacksmith. Los Gladney deben abandonar su hogar durante unos días y ponerse a salvo casi con lo puesto asi que por una vez en la vida sienten ese terror de verse sin casa y sin las comodidades de la sociedad del bienesar, con todo lo que eso conlleva.

"Esas cosas le ocurren a la gente pobre que viven las zonas desprotegidas. La sociedad está organizada de tal modo que son los pobres y los analfabetos quienes sufren el impacto principal de las catástrofes naturales y artificiales. Son los habitantes de las zonas deprimidas quienes sufren las inundaciones; son los que viven en chabolas quienes soportan los huracanes y los tornados. Yo soy catedrático..."

"¿Has visto alguna vez a un catedrático remando en un bote a lo largo de su propia calle cuando han salido inundaciones en televisión? Vivimos en un pueblo limpio y agradable situado cerca de una universidad de nombre pintoresco. Esas cosas no ocurren en lugares como Blacksmith."

"No sólo soy catedrático de universidad. Soy jefe de departamento. No me veo a mí mismo huyendo de un escape tóxico a la atmósfera. Eso es algo reservado a la gente que vive en remolques en las zonas más degradadas del condado, rodeadas de piscifactorías".

Es una novela que comienza magistralmente, y desde el primer momento, la prosa de DeLillo me enganchó. DeLillo aborda su historia con un estilo transparente, que fluye casi sin que el lector se dé cuenta y pasa por varios niveles. Es una novela que podría ser una sátira de la sociedad del bienestar, una comedia sobre la vida doméstica y familiar, incluso hay momentos en que puede parecer un thriller por la forma en que se va encadenando la historia a raíz de un misterio. Es quizás uno de los detalles que me más me han maravillado de esta novela porque lo que parece en un primer momento una sátira sobre la clase media alta americana a raíz del accidente industrial, DeLillo lo va reconvirtiendo en una especie de distopía que confluye en el protagonista enfrentado a si mismo, en toda una experiencia metafísica. Otra maravilla es como aborda DeLillo los diálogos familiares, una mezcla entre lo absurdo y la lucidez más absoluta, una lucidez que casi siempre viene de los hijos todavía niños, mientras los padres, tanto Jack como Babette aparecen perdidos y llenos de interrogantes.

Muchas de las escenas de la novela transcurren en supermercados y centros comerciales, que es justo el centro de la “cultura” hoy en día, lo era en 1985 cuando DeLillo publicó la novela y lo es mucho más ahora en pleno 2021. Los personajes de Ruído de Fondo pasean tanto en los exteriores de la universidad y de la urbanización donde viven, pero pasean también por esos supermercados con las estanterias repletas de marcas donde conversan y dialogan como si estuvieran en casa; DeLillo hace hincapié una y otra vez de hasta qué punto nos sentimos esclavizados por esta sociedad de consumo, cómo acaparamos cacharros y como acumulamos basura y lo hace desde el humor más soterrado.

"...la fenomenal plenitud sugerida por aquellas bolsas atiborradas, por su peso, su tamaño, su número, entre los familiares diseños del empaquetado y los llamativos letreros, los tamaños gigantes y los paquetes de oferta, entre la sensación de saciedad que experimentábamos la sensación de bienestar y la seguridad y satisfacción que aquellos productos proporcionaban al hogar cómodo hogar de nuestras almas..."

Para ser un libro que habla de la angustia vital, de la muerte y de cómo nos enfrentamos a los terrores ambientales, no resulta una lectura densa ni pesada, porque DeLillo aborda sus personajes con humor, con momentos en los cuales el lector no puede por menos que sonreirse y confieso que en momentos incluso patéticos y angustiosos, tuve que lanzar una carcajada, y se lo agradezco enormemente a este autor, que ya me ha encandilado.

"Corre, apalea la nieve, tapa las grietas de la bañera y de la pila,  juega a juegos de palabras con Wilder y por la noche, en la cama, lee en voz alta clásicos del erotismo.¿Qué hago yo? Retuerzo las bolsas de basura y las ato, nado algunos largos en la piscina del instituto. Cuando salgo a pasear, los corredores callejeros me dan alcance inaudiblemente, aparecen junto a mí y me hacen brincar estúpidamente por el susto."

 

 

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