Los Mandarines, de Simone de Beauvoir

 


 ⭐⭐⭐⭐

  "- Nuestros generales no economizan en material humano...
- Cuestión de prestigio -dijo-. Si todavía queremos jugar a la gran potencia, necesitamos un número correcto de muertos."

Nunca me habia parado a pensar lo que debe ser reconstruir los ideales de un pais devastado después de una ocupación traumática, de una guerra… , un país que había sido zarandeado, ocupado, humillado y finalmente quedó completamente asolado no solo físicamente sino en la cuestión de ideales. En esta novela, Simone de Beauvoir se ocupa precisamente de eso, de narrarnos el difícil proceso en el que se vió se sumergida Francia durante la posguerra: había que recoger los pedazos y centrarse en encontrar un camino para no volver al totalitarismo y a otra guerra.

Esta novela cubre la etapa entre 1944, con el fin de la ocupación alemana hasta mediados de los años 50, cuando medio planeta andaba ya sumergido en la Guerra Fría, y usa como excusa para ello la vida de varios personajes pertenecientes a la izquierda intelectual francesa que durante la guerra habían luchado en la resistencia, escritores, periodistas, filósofos…, Los que habían sobrevivido a los campos de concentración o a ser aniquilados, se unen de alguna manera para darle una consistencia intelectual a un país en ruínas. Simone de Beauvoir usa para ello dos personajes guía para contarnos los acontecimientos: por una parte Henri Perron, escritor, periodista, uno de los personajes claves de la Resistencia, y una de las figuras emblemáticas a la hora de este nuevo resurgimiento, ya que al ser el fundador de un periódico de izquierdas L’Espoir, tendrá una enorme influencia sobre el resto. El otro personaje guía es el de Ana Dubreuilh, una psiquiatra muy prestigiosa, que además es la esposa de otra de las figuras emblemáticas de la intelectualidad: Robert Dubreuilh, uno de estos escritores que ahora llamaríamos influencers por la forma en que sus ideas influirían en el pueblo.

Desde el primer momento es una novela que me enganchó porque Simone de Beauvoir demuestra un gran talento a la hora de que el lector se adentre en la historia de sus personajes, y psicologícamente hablando los delinea muy bien, te hace conectar con ellos y nos resultan perfectamente comprensibles. Aunque es una novela donde hay muchos párrafos con reflexiones politicas, filosóficas, y dilemas morales donde sus personajes debaten temas que quizás ahora le resulte lejano al lector, el estilo de Simone de Beauvoir es cercano, perfectamente transparente. Me fascina el tema de unos personajes que durante la guerra han estado perfectamente vivos, activos, resistiendo, y algunos pensaríamos que lo más difíficil y doloroso ya estaría pasado que es la etapa de la guerra, y sin embargo, la autora explica perfectamente como lo más complejo está todavía por llegar porque todos estos personajes que han estado unidos durante la ocupación alemana, resistiendo y jugándose el pellejo tras la fachada alemana, cuando ya por fin son libres, viene esa otra etapa en la que tienen que permanecer unidos para construir un país, y aquí comienza lo complicado. La intelectualidad de izquierdas comienza a dividirse, y ahora todos quieren una parte del pastel. Anne Dubreuilh como esposa de uno de los personajes clave es una observadora siempre atenta a estos cambios, y va siendo testigo de este desencanto que progresivamente los va ensombreciendo y Henri Perron, un eterno idealista, pronto comprende que el idealismo sirve para poco cuando la realidad, la corrupción y los intereses políticos están a la orden del dia.

"Un aliado no es necesariamente un amigo. Además ¿qué es un amigo? (...) Amigos: ¿hasta qué punto? Si no cedo, ¿qué será de esta amistad?"

Al mismo tiempo que los mandarines fueron ese sector de la élite del imperio chino con poder e influencia, especialmente en los círculos literarios e intelectuales, aquí Simone de Beauvoir está estableciendo esta comparación con este grupo de personas de su entorno. Es bien sabido que esta novela es una especie de narración ficticia (un roman a clef) del propio entorno de Simone de Beauvoir durante la posguerra y aunque ella de alguna forma lo ha negado, el personaje de Ana podría ser ella misma, Robert Dubreuilh es Jean Paul Sartre y Henri Perron podría ser el mismo Albert Camus. La novela está dedicada a Nelson Algren, uno de los hombres más importantes en la vida de Simone de Beauvoir, y una importante sección de la novela está dedicada precisamente a narrarnos la historia de Ana con Lewis Brogan, escritor de izquierdas americano, fiel reflejo de la que fue su historia de amor con Algren.

Es una novela que he disfrutado muchísimo porque ya digo que me ha hecho entender una época de la historia que no se suele debatir demasiado, casi siempre es el periodo concreto de la guerra la que se lleva todo el protagonismo, y sobre todo la he disfrutado porque he entendido a sus personajes: desde el colaboracionista que se vió obligado a colaborar para sobrevivir, hasta esos personajes desesperados por conservar el alma de lo que fue la resistencia, y ya en la posguerra usando unos métodos que ya no eran lícitos. Es una novela de casi 800 páginas pero creo que estas páginas son necesarias para ir entendiendo todo el proceso de hasta qué punto todo ha cambiado y ya no son los mismos, y porque es la única forma de que el lector pueda entender al mismo tiempo que sus personajes, que no se puede continuar donde se quedaron antes de la guerra. Todos han cambiado y aquí hay ahora una enorme gama de matices que no tiene nada que ver con lo que fue en el pasado; ahora hay una delgada linea que separa al colaboracionista del héroe y ambos acaban camuflándose, por poner un ejemplo. Simone de Beauvoir se encarga de ponernos en situación y por supuesto de no idealizar nada. Las relaciones entre ellos, las rencillas, las historias de amor, los desencuentros… todo está aquí perfectamente narrado y poco a poco la autora va haciendo al lector complice de su historia. Una novela que me ha parecido magnífica y cuyo final le da el auténtico significado al conjunto total.

Lo que sí tengo que decir es que la traducción de Silvina Bullrich me ha parecido un horror, un atentado en toda regla; porque no hay otra edición y porque no domino el francés, si no, otro gallo hubiera cantado pero el caso es que una vez empezada, el contexto histórico y el acercamiento de Simone de Beauvoir a sus personajes, me engancharon. Un sacrilegio que a estas alturas ninguna editorial  haya editado y traducido decentemente esta magnífica novela al castellano.

"Heme aquí claramente catalogada, y aceptando que así sea, adaptada a mi marido, a mi oficio, a la vida; a la muerte, al mundo, a sus horrores. Soy yo, apenas yo, es decir, nadie."

 

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