Hombres En El Espacio, de Tom McCarthy

 

⭐⭐⭐⭐

  -Un cosmonauta soviético se ha quedado tirado en su nave.

- El tio se subió como soviético, en misión espacial de rutina, y mientras estaba ahí, la Unión Soviética se desintegró. Ahora, nadie quiere bajarle”.

Durante esta novela hay un par de momentos en reuniones y fiestas que se cuenta la anécdota del cosmonauta soviético flotando en el limbo dentro de su cápsula, mientras abajo los gobernantes debaten quíen debería bajarlo: si la Unión Soviética que es quién la lanzó al espacio, si Ucrania que fue de dónde despegó o si Letonia, ya que el cosmonauta procede de allí. Mientras el pobre cosmonauta sigue flotando víctima de las circunstancias, muchos de los personajes de esta novela usan su historia como una especie de broma, o de chiste para engalanar las fiestas. Y me fascina tanto el título de la novela como esta anécdota espacial porque a medida que la novela avanza hay un ecosistema de personajes que parecen flotar también en una especie de limbo, sin encontrar su lugar, dispersos, a la deriva. El mundo está cambiando, la Unión Soviética se ha desintegrado y dividido en multitud de pequeños estados, y estos personajes se encuentran con que la caída del comunismo los ha dejado desamparados, al igual que el cosmonauta flotando en un bucle.

Esta novela ha sido mi primera incursión en el universo de Tom McCarthy y la verdad es que estoy impresionada por la multitud de lecturas, de capas, que tiene la historia. Al principio me costó ubicarme por toda la cantidad de personajes, por los nombres checos y porque no parecía haber un argumento definido, pero hubo un momento determinado que sonó la campana y le pillé el punto. En esta historia hay multitud de personajes unidos por un nexo común: un icono bizantino robado . A Anton que trabaja para la mafia, se le encarga que busque a un falsificador para que haga una copia de este icono . A partir de aquí, el lector es testigo de cómo varios personajes desfilan a lo largo de la novela como testigos de esta copia, y de cómo repercute en la vida de la mayoría de personajes. La historia va cambiando de registro a medida que cambia el punto de vista de la voz narrativa: por una parte tenemos las cartas que envia Joost, el conservador de un museo de Holanda; por otra los informes de un agente de la Interpol que va siguiendo las pistas del icono bizantino; Ivan, el artista falsificador, obsesionado por el original; Anton, el mafioso o Nick, el crítico de arte que se gana además un dinero posando como modelo para pintores, entre otros…, en fin todo un universo de personajes, artistas, bohemios, funcionarios y pertenecientes al sindicato del crimen que a su vez componen un retablo de pequeñas historias, que incluso podrían funcionar independientemente de la historia central por la forma en que McCarthy transmite estas historias sin juzgarlas, sin un comienzo/nudo/ desenlace, simplemente es el mensajero de algunos momentos magistrales, guíando al lector sin usar esos canales dramáticos tan usuales que puedan llevar al lector a ser manipulado inconscientemente. Hay varios momentos maravillosos durante la novela: la detención de Anton, la escena del bosque, la conversación entre Ivan y Klara sobre la interpretación del icono, las cartas de Joost…, amalgamas de pequeñas historias por las cuales vas entendiendo perfectamente las intenciones de McCarthy: y es que el lector respire atmósfera y vaya rellenando los pequeños huecos que va dejando su narración para así completar las historias.

Quizás lo que más me ha impresionado de esta novela es la forma en que McCarthy domina y controla la elipsis, esos pequeños huecos que parecen flotar en el limbo, invisibles y aparentemente inconexos, y que sin embargo no son gratuítos porque es el lector quién tiene la clave para unirlos. En este aspecto durante la lectura de la novela no he podido dejar de pensar que visualmente me recordaba al cine de Claire Denis,una cineasta que domina la elipsis como nadie y qué podría sacarle un partido colosal a estos personajes fantasmagóricos, suspendidos en una tierra de nadie.

Puede que la estructura de la novela parezca compleja pero ya digo que el secreto está en conectar con los personajes porque una vez que lo haces, es una novela que fluye a medida que el lector va ensamblando las piezas de las diferentes historias. De la misma forma que los iconos bizantinos se reproducen una y otra vez con pequeños cambios que en si mismos los van convirtiendo en obras a su modo originales, las historias que surgen en “Hombres en el Espacio” podrían formar parte de esas pinturas bizantinas codificadas y que hay que ir descifrando. El momento que se me ha quedado ya grabado en la memoria: Nick suspendido en ese tejado de Amsterdam, al igual que el cosmonauta soviético. Una joyita de novela. La traducción es de José Luís Amores.

“-¿Sabes?, en puridad, tu copia no será una copia.

-¿Por qué no?

- Porque... -cambia el peso del cuerpo mientras se gira para ponerse de cara a él – desde siempre copiar ha formado parte de la cultura del icono. (…) Para los zógrafos, las copias no son obras derivadas. Son iteraciones del mismo acontecimiento sagrado. Cada iteración participa del acontecimiento: pertenece a él, igual que el último iterador”.

 

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