El orden natural de las cosas, de António Lobo Antunes
⭐⭐⭐⭐⭐
♫♫♫ Tigress - Jason Molina (Songs:Ohia) ♫♫♫
"y recomienzo mi historia en el episodio en el que la dejé regresando, Iolanda, a la casa donde viví antes de conocer a la familia de mi madre, con sus mil corredores, sus mil rincones, sus mil escondrijos, la casa, la casa,"
Es cierto que los libros de Lobo Antunes no se pueden resumir, no se puede contar de qué van sus historias, porque como él mismo dice, en sus libros no hay historias, o sí las hay, pero como él mismo viene a decir en una entrevista, lo suyo es otra cosa, él habla de sensaciones, de un momento concreto cuando está directamente enlazado a otro momento del pasado o incluso de un futuro por venir. El ritmo emocional de esta novela que me ocupa, lo marca precisamente ese querer atrapar el tiempo en las palabras, o mejor dicho, es un bucle continuo en torno a de qué manera las palabras pueden atrapar un tiempo que ya se fue pero que perdura en la memoria, aunque claro, la memoria es traicionera, o interesada o directamente una mentirosa, así que para ello Lobo nos muestra varios personajes que intentan esto mismo, bajo diferentes perspectivas casi de una misma historia pero alterada mil veces por los recuerdos, por esta memoria que aparece suspendida como una espada de Damócles, todo parece una madeja de lana enmarañada por las diferentes conciencias y estados mentales, y esta madeja enmarañada que es le memoria, es lo que intenta reproducir Lobo. Este continuo, "que me obligaban a regresar al pasado a fin de interrumpirme el presente,", es para mi lo que me mejor define la fascinación de la escritura de Lobo Antunes, este presente continuamente interrumpido por un pasado traumático de represión y conflicto que se ha quedado enquistado en los personajes que iremos conociendo, y que aflora, pero lo hará por fragmentos, por momentos que se han quedado grabados en la retina de sus personajes, por el espacio físico de un país del que el mismo autor dice que no sabe si no será un país inventado y que no existe siquiera.
"No volví a Ericeira, pero como en Portugal, salvo yo que envejezco, todo se estanca y se suspende en el tiempo, supongo que nada se alteró desde entonces: Alcântara, por ejemplo, durará mil años como la veo ahora, a las tres de la madrugada en mi reloj de pulsera,"
En un principio cuando comencé la novela, me obsesioné por los narradores. En un primer momento parecía haber dos narradores claramente definidos pero un poco más tarde comenzaron a aparecer más sin que pudiera situarlos. Cuando comienzan a surgir estas voces fragmentadas, más o menos guiando cada capítulo, quise situarme analizando a cada uno de ellos haciendo anotaciones, cualquier pequeña pista que pudiera bucear en este puzzle de flujo de conciencia. Pronto me di cuenta de que era una tarea imposible en el sentido de que mientras pensaba en quién pudiera ser la voz del momento, me estaba perdiendo otros detalles sobre todo en torno a las sensaciones. Lobo mezcla tiempos verbales, pensamientos, recuerdos recurrentes, frases a la mitad, y todo esto no intenta ser un puzzle para que el lector juegue a quién es quién, cuando entendí que me tenía que dejar llevar, que daba igual quien estuviera hablando en este momento porque tenía que confiar en mi intuición y en que el autor no me iba dejar tirada sino que llegaría el momento en que todo encajaría, entonces fue cuando la novela dejó de ser tan compleja y se convirtió en un viaje de las emociones. Lobo Antunes reproduce la conciencia de sus personajes, y en este aspecto, se puede dar, que un mismo personaje, adopte diferentes estados mentales, diferentes conciencias, que se camufle con otros personajes, o que su única voz sea al mismo tiempo una voz coral.
"Mi edad y mis patas de gallo se interponen entre nosotros como un muro que te impide estimarme, separados por años y años de experiencias y sustos que no compartimos, que no podremos compartir."
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"se me ocurre pensar en hacer las maletas y desaparecer, sin que nadie lo note, de la Quinta do Jacinto, para recomenzar la vida (cómo esta expresión, recomenzar la vida, se torna extraña a los cincuenta años, ¿no?) en otro punto de la vida, lejos del río, lejos de los trenes, lejos de tu aspereza desabrida, lejos de los reproches y de la ausencia de ternura que me oprimen y desolan,"
Ya el titulo de esta novela está planteando toda una declaración de intenciones que muestra que en un autor como Lobo Antunes, hay que bucear. La ironía en torno a la normalidad del orden natural estará precisamente en que esta aparente normalidad está sostenida por un mundo imperfecto, putrefacto de represión, silencio, culpa y violencia soterrada en el ámbito doméstico, y para llegar a esto, el autor entrará en la conciencia de sus personajes y estos comenzarán a hablarnos sobre todo del proceso vital hasta llegar a una descomposición interna, en este caso marcada por una sociedad represora que los marcará a fuego y una familia que hacía oídos sordos a lo que no fuera atenerse a las reglas de esta sociedad. Una estructura social y familiar en la que las mujeres (esta Julieta maravillosa) vivían en la penumbra, escondidas en desvanes o tras fogones, y en este aspecto, Lobo se detiene mucho en la figura de la mujer, en el sufrimiento que las obligaba al silencio, llevando a algunas a los límites de la locura: "pero cómo expresarte, hermana, el terror que me espera si no hablo de sentimientos, detesto la intimidad de la tristeza,"
"En Johannesburgo, en mil novecientos treinta y seis, yo volaba bajo la tierra, sacando oro de las paredes, catorce horas al día, y los domingos me olvidaba de ser pájaro,"
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"Tuve que meterme en esto del hipnotismo por correspondencia porque me echaron como funcionario público, amigo Oliveira, yo que era el terror de los búlgaros, y entonces pensé que poner a las personas a volar en la ciudad era un trabajo bonito, a quién no le gusta flotar sobre los tejados solo con un turbante y unas frases mágicas."
El autor en pocos momentos da nombres a sus personajes, más hacia el final, pero en un principio “el que duerme conmigo”, “el que vuela bajo tierra”, “la que se esconde en el desván”, serán como pequeños detonantes para que el lector más que a través de un nombre, piense en ese personaje a través de una sensación y lo guarde en su memoria durante la lectura. Es una técnica reveladora sobre todo porque Lobo no abusa de ella; ya mucho más adelante, iremos conociendo algún nombre, pero cuando llegue ese nombre, no nos afectará porque el personaje ha quedado fuertemente encajado en su acción. Y tengo que que decir que esta novela tiene uno de los comienzos más fantásticos con los que me he encontrado. El primer narrador, en duermevela, bajo los efectos del valium "y me parecía oír al que duerme conmigo conversar sobre una casa que había dejado de existir, en la que un aria de ópera bajaba del desván como la lluvia de octubre", comienza a repensar su pasado en la casa familiar, y aquí tanto el aria de ópera, como la casa, como el desván, como la lluvia de octubre serán motivos recurrentes a lo largo de toda la novela: un pequeño párrafo como este encerrará una novela entera., párrafos que se van multiplicando en otros, conformando la memoria de sus personajes Un primer capítulo en el que no sabremos quién es el que habla, pero sabemos que le habla a una Iolanda, su jovencísima pareja, que apenas le presta atención y que sin embargo, le servirá para ir desahogándose de un peso que le ha acompañado toda su vida. Este primer narrador, en una especie de estado onírico, a golpe de momentos y de sensaciones desentierra el pasado fantasmal, para pasar en los siguientes capítulos a otros narradores y así llegaremos a encajar una historia familiar, no tanto por la necesidad de completarla, sino de comprobar hasta qué punto el tiempo ha conseguido cicatrizar ciertos traumas.
"Y es de esta manera como recuerdo mi vida en casa de la familia de mi madre, con mis tías, mi tío y los retratos de los militares en las repisas, mirándome fijamente, con fusta y espuelas, con una severidad que los lustros se encargaron de atenuar."
El orden natural de las cosas transcurre entre 1950 y 1a década de los 90 y aborda la época posterior a la Revolución de los Claveles de 1974, lo que supone del fin de un sistema y cómo influye a sus personajes marcados sobre todo por un pasado colonial, que Lobo rescatará aquí con momentos sublimes, los retazos de Mozambique, Angola, o las minas de Johannesburgo, son fragmentos del pasado que todavía marcarán el presente y como esto incidirá sobre todo en la memoria. Y esto es, digamos, una forma superficial de describir una novela tan íntima como ésta, porque lo que de verdad importa es cómo nos lo muestra Lobo. Los fragmentos en que la memoria parece transcurrir en dos momentos paralelos, intercalando el presente del narrador y el pasado, en frases cortas, interrumpidas por comas es uno de los detalles de su técnica narrativa que más me atraen y me envuelven porque es lo que marcará que el tiempo también se mueve, y que Lobo parece haber encontrado el secreto de cómo atrapar el tiempo en las palabras. Un milagro.
La traducción es de Mario Merlino.
"y hay algo en ella, no sé qué, tal vez el olor, que me recuerda el cultivo del algodón antes de la mañana, cuando la niebla que cubre los galpones pesa en los árboles como en un brazo de sillón y los girasoles yerguen sus tallos en dirección a la luz."
De cómo António Lobo Antunes habla de sus influencias
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