Hotel Savoy, de Joseph Roth

  


 ⭐⭐⭐⭐

♫♫♫  On the Turning Away - Pink Floyd   ♫♫♫

 

  

 Conexiones:

Westfront 1918, Georg W. Pabst (1930) 

 

 

 Eran tiempos muy movidos. Y todo ¿para qué? Dígame, ¿qué necesidad tenemos de vivir unos tiempos tan agitados?


Llegué a Joseph Roth en su momento porque me interesa mucho la época que retrata, la sociedad centroeuropea del periodo de entreguerras, y creo que no hay nadie que lo refleje tan bien y tan vividamente como él, así que si quién me esté leyendo también le interesa esta época, le recomiendo su correspondencia con Stefan Zweig, “Ser amigo mio es funesto”, en la que no solo se debaten las cuestiones literarias de la obra de ambos escritores, sino sobre todo los tiempos agitados y de terror que se vieron obligados a vivir. Intuyo que me interesa tanto esa época porque realmente la veo como un reflejo de los tiempos que estamos viviendo en el presente, porque ahora mismo es como si estuviéramos siendo testigos del fin de una era, de una época que se descompone a pasos agigantados para adentrarnos en otra que todavía no estamos seguro de adónde nos conducirá. Esto es lo que veo en Joseph Roth: capta ese algo universal de la condición humana de la vuelta a casa, del exilio, de la emigracíon, incidiendo sobre todo en la crisis de valores. También me llama la atención de Roth lo vigentes que siguen siendo sus textos aunque hayan pasado ya cien años por ellos. El mundo se mueve ahora a demasiada velocidad para que podamos ir digiriendo los cambios, pero tengo la sensación de que la época que vivió Roth también ocurrió igual. Ese periodo de la historia de Europa Central en en la primera mitad del siglo XX que confluye entre las dos guerras dio lugar a un universo de gente que realmente no tenía ni idea que se adentraba en otra gran guerra, la segunda, aunque Roth si lo vio venir y lo dejó plasmado en sus textos casi en vivo y en directo, pero esa sensación de la gente de a pie de no ser consciente de lo que se avecinaba y al mismo sentirse perdidos, subsistiendo el día a día con la incertidumbre y todavía con el recuerdo del trauma del que venían, es lo que sobre todo marcará sus textos.


De nuevo es la época de los repatriados.
Vienen en grupos; vienen muchos a la vez. Es como si la corriente de un río los arrastrara, como sucede con ciertos peces en determinadas estaciones. El destino arrastra a los repatriados hacia Occidente. Hacía dos meses que no se veía uno solo. Después, durante varias semanas afluyen desde Rusia y Siberia, y desde los países limítrofes.”


La nostalgia del hombre crece en la intemperie, crece y crece, cuando no hay muros que la limiten.” Mientras leía Hotel Savoy tenía la sensación debía haberla escrito casi al final, no sé por qué, tampoco quise investigar su fecha de publicación, y esta sensación me venía de que en esta novela tan corta y tan concisa, pareciera que Roth conseguía reducir su estilo a la esencia, no solo porque es un estilo de párrafos cortos y directos con un toque poético aquí y allá sino que es un estilo en momentos muy moderno, muy experimental. Su estilo siempre alejado del barroquismo,  en Hotel Savoy  ya de por sí directo y accesible, se reduce casi a la esencia. Frases cortas que se quedan en una especie de limbo poético, para al momento siguiente narrar la lucha del día a día. La novela es de 1924, y fue de sus primeras novelas, la segunda creo, me sorprendió este hecho cuando fuí a investigarlo al terminar la novela. De todas formas, tampoco me sorprende que sea de sus obras menos conocidas quizás por ese vanguardismo que define esta obra y que a mi me ha hecho disfrutar mucho de ella.


Es triste que pase de largo una persona, a la que no reconozco, y con la que he compartido unas horas mortales. En el momento más terrible de nuestra vida, fuimos un solo terror... y ahora no nos conocemos.”


La trama de la novela transcurre en la ciudad de Lodz, ciudad que venía yo de visitar en otra novela hace un mes “Los hermanos Ashkenazi.” Lodz es la perfecta ciudad del periodo de entreguerras por el tránsito que la definió. Formó parte del Imperio Ruso pero siempre contó con una gran población alemana y judía. Tras la Primera Guerra Mundial se convirtió en polaca. Hotel Savoy transcurre en 1919 justo cuando los soldados volvían de la guerra, los repatriados, pero no solo los veteranos de guerra, sino que todo el mundo debía estar en movimiento, huyendo, regresando, reencontrándose y buscándose unos a otros, convirtiendo la ciudad de Lodz, y el Hotel Savoy en un lugar de paso mientras intentaban regresar al ansiado hogar. Toda la novela transcurre en Lodz, así que a lo largo de sus doscientas páginas Joseph Roth hará desfilar ante nosotros un universo de personajes que personificaban este periodo de entreguerras: veteranos de guerra, artistas, payasos y bailarinas de variedades, ascensoristas, vagabundos, banqueros…“Un día antes de morir dijo que todos los que vivían aquí estaban presos en las redes del Hotel Savoy. Nadíe podía escapar al Hotel Savoy.” En su tránsito convierten el Hotel Savoy en una especie de burbuja que los está protegiendo del resto del mundo, todos saben que no es un hogar, ya que es solo un hotel, pero al mismo tiempo, también sabrán que el hogar al que intentan regresar ya no será el mismo: vuelven cambiados por los traumas de la guerra pero al mismo tiempo su hogar ha podido transformarse y ya nadie los espera. No solo se detiene Roth en estos repatriados, veteranos de guerra que muchos de ellos subsisten robando y delinquiendo, sino también en el momento crucial que suponía que muchos soñaran con la emigración, con empezar de cero, con huir a América. El tema del exilio por una parte, y de la emigración por otra, siempre estará continuamente presente en las obras de Roth, y en esta novela que me ocupa especialmente. Roth está transmitiendo esta sensación de apátrida, de volver de una guerra huérfano de patria: “Yo me metí en mi habitación como en una patría recobrada” y establece en el Hotel Savoy una patria inventada para todos aquellos que habitaban un mundo incierto. Y alrededor del del hotel, Roth está construyendo una especie de metáfora de un lugar suspendido en el limbo donde se producen los encuentros y los reencuentros, un reducto al que muchos se agarraran buscando excusas para no abandonarlo: Su patria está en el sur, en Agram o Sarajevo. Llevará el perro hasta su cabaña. Su mujer se acuesta con otro, a él le creían muerto y sus hijos no lo reconocen…, es otro hombre. Solo lo conoce el perro, un perro, un apátrida.” Todos aspiran a irse, todos hablan de marcarse unos plazos para abandonar el hotel y dirigirse a París, América o al hogar, y sin embargo parecen anclados, como si fuera el único lugar seguro antes de embarcarse en un futuro incierto. El hotel Savoy no deja de ser un universo que representa a la sociedad del momento. Los ricos se alojan en determinadas habitaciones de las primeras plantas, y a medida que suben las plantas, las habitaciones serán habitadas por los más pobres con problemas para pagar las habitaciones, empeñando las maletas o soñando con ganar la lotería.


Y no percibe el misterio de este edificio, en el que que personas extrañas, separadas tan solo por paredes finas como el papel, viven juntas, comen, pasan hambre. Le parece natural que las chicas empeñen las maletas, hasta que caen, desnudas, en manos de la señora Jetti Kupfer.”


Aunque yo diría que Hotel Savoy es una obra coral, tiene un protagonista principal que sirve de nexo o de guía al resto de personajes: Gabriel Dan, un judío austríaco que vuelve tras haber estado prisionero en Siberia durante tres años. Se ha ha abierto camino andando a través de Rusia hasta llegar a Lodz, pero aunque conozcamos su nombre y la habitación que le será asignada en el Hotel Savoy, tampoco vamos a saber mucho más de él, ni siquiera dónde se dirige exactamente. Las ocho plantas del Hotel Savoy se convierten en  lo más parecido a un hogar mientras decide su destino. En la ciudad nada hace tanta falta como un cine. Es una ciudad gris, con mucha lluvia y días nublados. Media ciudad pasaría el día y parte de la noche en el cine.” Joseph Roth transmite de maravilla esa sensación de ser cronista de su tiempo, en este caso, a través de Gabriel Dan, que observará esta ciudad gris, embarrada, lluviosa y húmeda, en la que la contaminación y el abandono se hacen patentes, transmitiendo una atmósfera que se corresponde con los tiempos. Gabriel observa la ciudad de Lodz casi destruida en la que se han producido pogromos, revueltas, crecimientos económicos y ruina, como si fuera un personaje más. Lodz renacerá de sus cenizas una y otra vez, pero el futuro le auguraba todavía más tinieblas cuando los nazis la ocuparon unos años después.


Estoy solo. Mi corazón solo palpita para mí. Los trabajadores en huelga no tienen nada que ver conmigo. No tengo nada en común con la colectividad, ni con unos individuos. Soy un hombre frío. En la guerra no me sentía unido a la compañía. Todos estábamos tirados en el mismo montón de basura y esperábamos la misma muerte. Pero yo solo podía pensar en mi propia vida.”
Y explico que soy un solitario y que no tengo ningún sentido de la comunidad.”



Soy muy fan de Joseph Roth, voy paso a paso a leyendo sus novelas, y sin embargo, admito que esta obra temprana me ha entusiasmado por cómo consigue recopilar todo su universo, todos sus temas y lo que realmente son sus personajes; funcionará a modo de pequeñas postales que conformarán un retrato general del tránsito continuo, vivo, de la gente. Roth venia también de combatir, sabía de lo que escribía, el también fue un soldado y fue testigo del fin de una era. Intuía además que esa Gran Guerra no fue suficiente para los diferentes estados y de alguna forma, en la atmósfera de Hotel Savoy, se intuía que se avecinaba más terror. Una novela deliciosa, sardonica y llena de vida.

La traducción es de Feliu Formosa Torres.


No, no sé lo que soy. Antes quería ser escritor, pero me fui a la guerra y ahora creo que escribir no tiene objeto. Soy un hombre solitario y no puedo escribir en nombre de todos.”

 

 

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