El Sentido De Un Final, de Julian Barnes
"Lo que acabas recordando no es siempre lo mismo que lo que has presenciado".
Admito que es de las pocas veces, yo diría que casi la única ( lo he hecho algunas veces con los cuentos de Alice Munro) en que me he releido el libro una vez terminado (es cortito y se puede) y no porqué no lo entendiera, sino porque una vez que llegué al final, me enteré de lo que pretendía de alguna forma Julian Barnes: la primera parte de la novela son los recuerdos del protagonista de una época de su vida, y la segunda parte, ya no son tanto esos recuerdos, sino el descubrimiento de que esos recuerdos no eran tal y como él los recordaba porque su mente los había distorsionado a su conveniencia a lo largo de los años, y había reprimido ciertos momentos. A raiz de que ya con 60 años viviendo una vida apacible y retirada llega a su vida un supuesto diario de un amigo que se suicidó en su juventud, esos recuerdos afloran y según las pistas que le van llegando y de lo que él va investigando, se le va desvelando poco a poco, que sus recuerdos eran más bien una estafa a si mismo.
“Pero el tiempo…, el tiempo primero nos encalla y después nos confunde. Creíamos ser maduros cuando lo único que haciamos era estar a salvo. Pensábamos que éramos responsables pero sólo éramos cobardes. Lo que llamábamos realismo resultó ser una manera de evitar las cosas en lugar de afrontarlas. El tiempo…, que nos den tiempo suficiente y nuestras decisiones más sólidas parecerán temblorosas, nuestras certezas forzosas".
A simple vista, esto podría ser todo lo que es la novela, con el consiguiente misterio de un hecho del pasado que le va angustiando e inquietando a medida que avanza la historia. En la vida de Tony hay dos mujeres centrales: por una parte Margaret, su ex mujer, y por otra, Verónica, su amor de juventud, que al separarse de ella le dejó marcado influyendo de alguna forma en estos recuerdos y esto se muestra en una carta que él le escribe a Verónica una vez rotos y creo que es un ejemplo del dolor y rencor de Tony, lo que le influyó en sus futuros recuerdos:
"Felices fiestas y ojalá la lluvia ácida caiga sobre vuestras cabezas unidas y ungidas. TONY".
(...)
"Pero recuerdo lo que dijo Old Joe Hunt cuando discutió con Adrian: que los estados de animo podían deducirse de los actos. Esto sucede en la historia: Enrique VIII y demás. En la vida privada, en cambio, creo que lo cierto es lo contrario: que se pueden deducir actos préteritos de estados de ánimo actuales".
En esta primera parte de la novela quizás Verónica fuera una mujer fácil de catalogar (no olvidemos en que en esta primera parte, los recuerdos de Tony todavía están reprimidos y sugestionados por esa ruptura), y sin embargo, el lector se da cuenta ya en la segunda parte de la novela, que Verónica quizás no fuera tal cual la mostraba Tony en la primera parte, porque como lectores confiamos en la narración de Tony de los hechos del pasado sin cuestionarlos ni verlos desde otro punto de vista y es lo que a mi me ha fascinado de esta novela y la explicación del porqué me ha hecho releerla justo después de terminarla. Hay varios momentos a lo largo de la novela en los que se muestran estas diferentes percepciones de los recuerdos. Por ejemplo, cuando en la primera parte se despide de la madre de Verónica, según su recuerdo:
"...hice un gesto de despedida con la mano y ella respondió, aunque no como lo hace la gente, con la palma en alto, sino con una especie de gesto horizontal a la altura de la cintura. Me habría gustado hablar más con ella”.
Y ya en la segunda parte, cuando vuelve a incidir en este recuerdo, hay una pequeñísima diferencia, que cambía la percepción del momento:
“Pensé en la mujer que freía huevos de una forma despreocupada y chapucera, sin inquietarse cuando uno de ellos se rompió en la sarten; después en esta misma mujer, más tarde haciendo un gesto secreto y horizontal debajo de una glicinia iluminada por el sol".
La búsqueda de la verdad del personaje de Tony Webster lo único que nos demuestra es la fragilidad de nuestra memoria y que la realidad quizás no tenga absolutamente nada que ver con esta memoria que atesoramos seguún nuestra conveniencia. Y Julian Barnes hace fácil lo dificil, porque tiñe la novela de cuestiones filosóficas pero a mi no se me hicieron pesadas, quizás porque es verdad que siempre me atrajo este tema de la memoria y los recuerdos. Me ha parecido una novela muy absorbente por todo lo que cuestiona, en un estilo fluido y transparente, maravillosa su escritura. Hay más de un misterio, ¿inconcluso?, yo diría que no, que todo está atado y bien atado, sólo que Barnes quiere que el lector tome parte activa en la historia también. Magnífica.
"Cuantas veces contamos la historia de nuestra vida? ¿Cuántas veces la adaptamos, la embellecemos, introducimos astutos cortes?Y cuanto más se alarga la vida, menos personas nos rodean para rebatir nuestro relato, para recordarnos que nuestra vida no es nuestra, sino sólo la historia que hemos contado de ella. Contado a otros, pero sobre todo a nosotros mismos".
Admito que es de las pocas veces, yo diría que casi la única ( lo he hecho algunas veces con los cuentos de Alice Munro) en que me he releido el libro una vez terminado (es cortito y se puede) y no porqué no lo entendiera, sino porque una vez que llegué al final, me enteré de lo que pretendía de alguna forma Julian Barnes: la primera parte de la novela son los recuerdos del protagonista de una época de su vida, y la segunda parte, ya no son tanto esos recuerdos, sino el descubrimiento de que esos recuerdos no eran tal y como él los recordaba porque su mente los había distorsionado a su conveniencia a lo largo de los años, y había reprimido ciertos momentos. A raiz de que ya con 60 años viviendo una vida apacible y retirada llega a su vida un supuesto diario de un amigo que se suicidó en su juventud, esos recuerdos afloran y según las pistas que le van llegando y de lo que él va investigando, se le va desvelando poco a poco, que sus recuerdos eran más bien una estafa a si mismo.
“Pero el tiempo…, el tiempo primero nos encalla y después nos confunde. Creíamos ser maduros cuando lo único que haciamos era estar a salvo. Pensábamos que éramos responsables pero sólo éramos cobardes. Lo que llamábamos realismo resultó ser una manera de evitar las cosas en lugar de afrontarlas. El tiempo…, que nos den tiempo suficiente y nuestras decisiones más sólidas parecerán temblorosas, nuestras certezas forzosas".
A simple vista, esto podría ser todo lo que es la novela, con el consiguiente misterio de un hecho del pasado que le va angustiando e inquietando a medida que avanza la historia. En la vida de Tony hay dos mujeres centrales: por una parte Margaret, su ex mujer, y por otra, Verónica, su amor de juventud, que al separarse de ella le dejó marcado influyendo de alguna forma en estos recuerdos y esto se muestra en una carta que él le escribe a Verónica una vez rotos y creo que es un ejemplo del dolor y rencor de Tony, lo que le influyó en sus futuros recuerdos:
"Felices fiestas y ojalá la lluvia ácida caiga sobre vuestras cabezas unidas y ungidas. TONY".
(...)
"Pero recuerdo lo que dijo Old Joe Hunt cuando discutió con Adrian: que los estados de animo podían deducirse de los actos. Esto sucede en la historia: Enrique VIII y demás. En la vida privada, en cambio, creo que lo cierto es lo contrario: que se pueden deducir actos préteritos de estados de ánimo actuales".
En esta primera parte de la novela quizás Verónica fuera una mujer fácil de catalogar (no olvidemos en que en esta primera parte, los recuerdos de Tony todavía están reprimidos y sugestionados por esa ruptura), y sin embargo, el lector se da cuenta ya en la segunda parte de la novela, que Verónica quizás no fuera tal cual la mostraba Tony en la primera parte, porque como lectores confiamos en la narración de Tony de los hechos del pasado sin cuestionarlos ni verlos desde otro punto de vista y es lo que a mi me ha fascinado de esta novela y la explicación del porqué me ha hecho releerla justo después de terminarla. Hay varios momentos a lo largo de la novela en los que se muestran estas diferentes percepciones de los recuerdos. Por ejemplo, cuando en la primera parte se despide de la madre de Verónica, según su recuerdo:
"...hice un gesto de despedida con la mano y ella respondió, aunque no como lo hace la gente, con la palma en alto, sino con una especie de gesto horizontal a la altura de la cintura. Me habría gustado hablar más con ella”.
Y ya en la segunda parte, cuando vuelve a incidir en este recuerdo, hay una pequeñísima diferencia, que cambía la percepción del momento:
“Pensé en la mujer que freía huevos de una forma despreocupada y chapucera, sin inquietarse cuando uno de ellos se rompió en la sarten; después en esta misma mujer, más tarde haciendo un gesto secreto y horizontal debajo de una glicinia iluminada por el sol".
La búsqueda de la verdad del personaje de Tony Webster lo único que nos demuestra es la fragilidad de nuestra memoria y que la realidad quizás no tenga absolutamente nada que ver con esta memoria que atesoramos seguún nuestra conveniencia. Y Julian Barnes hace fácil lo dificil, porque tiñe la novela de cuestiones filosóficas pero a mi no se me hicieron pesadas, quizás porque es verdad que siempre me atrajo este tema de la memoria y los recuerdos. Me ha parecido una novela muy absorbente por todo lo que cuestiona, en un estilo fluido y transparente, maravillosa su escritura. Hay más de un misterio, ¿inconcluso?, yo diría que no, que todo está atado y bien atado, sólo que Barnes quiere que el lector tome parte activa en la historia también. Magnífica.
"Cuantas veces contamos la historia de nuestra vida? ¿Cuántas veces la adaptamos, la embellecemos, introducimos astutos cortes?Y cuanto más se alarga la vida, menos personas nos rodean para rebatir nuestro relato, para recordarnos que nuestra vida no es nuestra, sino sólo la historia que hemos contado de ella. Contado a otros, pero sobre todo a nosotros mismos".
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The Sense of anEnding aka El Sentido De Un Final, 2017, Ritesh Batra
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