El Día De La Langosta, de Nathanael West

 


⭐⭐⭐⭐

 

"Aunque Homer no tenía nada que hacer aparte de prepararse sus frugales comidas, no se aburría. Los cuarenta años de su vida habían transcurrido completamente desprovistos de variedad o excitación. Como contable, había trabajado mecánicamente, sumando cifras y anotando entradas con el mismo desapego impersonal con el que ahora abría latas de sopa y se hacía la cama."

No había leído nada de Nathanael West, solo sabía de él que era íntimo amigo de Francis Scott Fitzgerald y que murió con apenas treina y siete años en un accidente de coche; la leyenda dice que volvía del funeral de Scott Fitzgerald pero ¿quién sabe?? Estas leyendas urbanas al más puro estilo Hollywood quizá podrían incluso haber estado escritas en alguno de sus textos.

La novela que nos ocupa me ha parecido soberbia por la habilidad de West a la hora de convertir en sátira el sueño americano y en este caso, del sueño plastificado que representa Hollywood en una época post 1929, en plena depresión americana, con todo lo que esto significaba de gente dispuesta a cumplir este sueño, solo que Nathanael West no es un idealista, todo lo contrario, después de haber terminado la novela estoy convencida de que era un pesimista que seguro que debía pensar que la raza humana no tenía arreglo. Todd Hackett, un joven artista es fichado por uno de los estudios de cine como aprendiz de escenógrafo. Todd en sus horas libres dibuja las escenas que le han influido en los platós, sobre todo del rodaje de Waterloo, usando a Goya como su inspiración porque tiene en mente una obra titulada El Incendio de Los Angeles, de ahí quizá el titulo de la obra relacionado con la destrucción de la langosta que lo arrasa todo a su paso. Todd, aunque es la voz narrativa predominante, no es el único narrador aunque sí que es de alguna forma el nexo de unión con el resto de los personajes que van apareciendo: niños prodigio, payasos, una starlet que en sus horas bajas ejerce la prostitución, vaqueros perdidos , y algún enano continuamente enfadado…¿parece una historia salida de una película de David Lynch??? Sí, podría ser y pensándolo bien, en esta historia hay mucho del Lynch de Inland Empire... Todos están de alguna forma  perdidos, todos han venido a cumplir el sueño americano y sin embargo, están desesperadamente ansiosos por encontrar un rumbo que el despiadado Hollywood les niega una y otra vez.

Estaba decidido a saber más de ellos. Sentía que eran la gente que tenía que pintar. Nunca volvería a hacer un voluminoso granero rojo, un viejo muro de piedra o un recio pescador de Nantucket. Desde que los vio supo que, a pesar de su raza, formación y herencia, ni Winslow Homer ni Thomas Ryder podían ser sus maestros, y se volvió a Goya y Daumier.”

West consigue imbuir a la novela de una atmósfera soterrada de desesperación y fracaso; sus personajes esconden una furia interna por todos esos sueños imposibles de alcanzar, estancadados y atrapados en ese sueño plastificado e irreal que suponia vivir en Hollywood. En ese aspecto, el personaje de Faye Greene es quien mejor ejemplifica esta inocencia perdida y reconvertida en furia: Faye es una aspirante a actriz que ejerce de extra, y finalmente en prostituta. Otro de los personajes, Homer Simpson, un contable muerto en vida, que llega a Hollywood, quizá para encontrar un último resquicio de vida, es otro ejemplo magistral de lo que significa intentar llenar un vacío en una ciudad de cartonpiedra.

-Mi padre no es realmente vendedor ambulante- dijo ella abruptamente- Es actor. Yo soy actriz. Mi madre también era actriz, bailarina. Llevamos el teatro en la sangre.

- Yo no he visto muchas obras. Yo…

- Algún día seré una estrella- anunció Faye como si lo desafiase a contradecirla.

- Estoy seguro de que…

- Es mi vida. Es lo único que quiero en el mundo.

- Es bueno saber lo que se quiere. Yo era contable en un hotel, pero…

- Si no lo consigo, me suicidaré.”

El día de la langosta es una sátira sobre lo que hay detrás de la fachada de la industria del cine; también se podría decir que es una novela coral sin un argumento definido sino que está compuesta de pequeñas historias a medida que Todd va conociendo personajes y los desenmascara tras esa fachada de apariencias. Todd es un observador ingenuo y va descubriendo todo un mundo de mentiras, de ira reprimida que poco a poco se va destapando y desenmascarando, porque es cierto, que es imposible llevar las máscaras continuamente y los personajes de esta novela lo prueban una y otra vez. A medida que la historia avanza y Todd observa estas máscaras resquebrajarse, él mismo se siente influido sobre todo a la hora de reflejarlo en ese proyecto que tiene en mente con El Incendio de Los Angeles.

Ya digo que es una novela que me ha sorprendido y fascinado a partes iguales, en el sentido de que la atmósfera con que West envuelve la novela perdura y es lo que más puede impactar por esa violencia reprimida y ese vacio existencial tras la fachada del Hollywood más glamuroso. Hay una escena espléndida en la que Todd recorre platós abandonados de los estudios de cine mientras busca obsesivamente a Faye, que es una maravilla: como si esos estudios de cine abandonados fuesen un limbo de mentiras en la tierra.

Tengo que dar las gracias a Babelio a través de su iniciativa Masa Critica y a la Hermida Editores por hacerme llegar este ejemplar a cambio de una reseña honesta. No conocía la editorial pero ahora tras investigar su catálogo y sus novedades, no tengo duda de que seguiré con ellos.

Por cierto que hay una adaptación al cine de 1975 dirigida por John Schlesinger que aunque no le hace hace justicia a la novela, es interesante. 

"Áquel era el basurero final. Pensó en "El Mar de los Sargazos" de Janvier. Así es como ese cuerpo de agua imaginario era una historia de la civilización en forma de verdadero marino, el solar de la civilización en forma de vertedero marino, el solar del estudio era otra forma de basural de los sueños. ¡Un mar de los Sargazaos de la imaginación! Y el basural crecía continuamente, porque no había un sueño flotando en alguna parte que más pronto o más tarde no terminase allí tras haber sido antes convertido en un elemento cinematográfico por medio de yeso, lienzo, listón y pintura [...] pero ningún sueño desaparece nunca por completo. En algún lugar acosa a algún infortunado y algún día, cuando esa persona ya haya sido atormentada se reproducirá en el plató."

 














 El Día de la Langosta, 1975, John Schlesinger

 



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