Providence, de Juan Francisco Ferré
♫♫♫ "Boring" - The Pierces ♫♫♫
"La droga de alta definición. No provoca alucinaciones, no te sumerge en ninguna realidad que no sea la que tienes frente a los ojos. Eso sí, te hace percibir sus texturas y volúmenes con una nitidez casi digital. Cuando se pasa el efecto, la realidad te parece insulsa, plana. Bienvenido a la realidad. Por eso hago cine. Es como esta droga poderosa, un transformador de niveles de realidad."
Me va a resultar muy difícil escribir sobre esta novela de Juan Francisco Ferré que me ha costado todo un mes terminar, no porque no me estuviera gustando, pero admito que es tan excesiva y tan cansina en muchos momentos, que tuve que aparcarla. Me ha pasado con ella lo que me suele ocurrir con Pynchon, me atrae y al mismo tiempo me aterran algunos pasajes por lo nítidos a la hora de transmitir el mundo en el que vivimos, y si tengo que colgarle la etiqueta de pynchoniana será por eso, por el megaexceso de datos, de parodia, de realidad desvirtuada, de sobreexceso de escenas de sexo, de una realidad tan vívida que resulta irreal. A estas alturas de mi vida estoy convencida de que un autor de verdad tiene un compromiso a la hora de transmitir los males de nuestra sociedad, y de enfrentarnos de lleno (a veces a base de bofetadas, en este caso paródicas por lo exageradas), con la pobreza de la condición humana cuando la enfrenta al tiempo que está viviendo: tecnología, consumo, mercados, el mundo virtual, sexo a tutiplén, todo esto en una novela de casi 600 páginas en la que Ferré hace una parodia de los thrillers conspiratorios. Cuando Alex Franco, el protagonista, se atiborra con la droga de alta definición Blue Moon, realmente Ferré nos está diciendo que la droga virtual también es la gran realidad de esta era digital: "A estas alturas, la contaminación de la realidad por los efectos digitales no debería ser un secreto para usted." Nuestra realidad está contaminada por el mundo virtual y Ferré construye toda una novela para demostrarlo. La realidad de Alex Franco se camufla con la fantasía, continuamente, pero de esto se irá dando cuenta el lector poco a poco, más tarde que pronto entre tanto exceso autoparódico, porque lo que parecía en un principio el relato de las aventuras de Alex Franco, un director de cine español en Providence, Estados Unidos, se va convirtiendo poco a poco en una pesadilla lynchiana: “Lo que está en curso es una conspiración para imponer el mundo virtual al mundo real..”
"Mi partida a Providence equivalía a un exilio y a un viaje en el tiempo, un viaje al pasado. Subí al avión con la sensación amarga del exiliado que abandona su país sin saber si volverá, o si a su regreso la realidad conocida permanecerá como la recordaba o habría mutado también y cambiado de nivel, como en un videojuego.
"Y, sobre todo, qué le espera en el país de acogida. Qué descubrimientos realizará en un territorio como el americano donde la intersección entre realidad y fantasía, por lo menos en la percepción de las imágenes del cine y la televisión, amenazaba con trastornar todas sus categorías establecidas por una realidad tan consuetudinaria como la española, tan asentada desde antiguo en unos parámetros culturales en apariencia inalterables."
“¿Ya estoy en Providence? ¿Es eso lo que significa este bombardeo mortal de imágenes sin sentido, esta sensacion de deriva, de abatimiento, de desarraigo, compensada por esta comezón irritante, este goce indefinible? ¿Serían estos los síntomas nerviosos que anuncian el acceso de un nuevo nivel de realidad?” No parece una novela española y no quiero sonar despectiva hacia nuestra literatura contemporánea pero es verdad que le dedico poco tiempo a leer autores españoles porque casi todo me parece más de lo mismo, pero sí que es verdad que Ferré me ha sorprendido porque me interesa sobre todo por ese desenmascaramiento de los tiempos que hace, en este aspecto corre un riesgo que lo convierte en un autor atípico en España e incluso fácilmente incomprendido. Providence es una novela muy ambiciosa, muy arriesgada por este exceso que puede llegar a cansar, pero si captamos la sutil ironía entre lineas, podremos ir descifrando las diferentes capas de un thriller que se convierte en una profunda reflexión de nuestro tiempo. Han pasado dieciséis años desde que se publicó y sigue estando más vigente que nunca. A priori lo que cuenta puede parecer enganchante: Alex Franco (un apellido con referencias cinéfilas cutres) es un director de cine español que cuando comienza la novela acaba de presentar una película en el Festival de cine de Cannes que pasa sin pena ni gloria. Allí es reclutado por una mujer misteriosa, Delphine Dielman (otro nombre referencia muy importante), para que escriba un guión titulado Providence. Para escribirlo se traslada a vivir a Providence con la excusa de dar clases en la Universidad de Brown. Una vez en Estados Unidos, despreciado por sus estudiantes y siendo testigo del estilo de vida americano, la novela se convierte en una especie de entrada en un mundo entre lynchiano y pynchoniano: "Detrás de esta fachada de normalidad cotidiana habita algún fantasma espantoso que no tardará en bajar del ático o en subir del sótano, dos enclaves domésticos donde la realidad americana oculta la mayoría de sus terrores fundacionales." Providence fue la ciudad donde Lovecraft escribió su universo literario, y donde murió, y continuamente Ferré nos remite al “Yo soy Providence”, que reza en la tumba de Lovecraft. "Entre todos hemos inventado América, el territorio americano satisface la demanda imaginaria de una civilización como la europea en plena decadencia. La diferencia es que la Europa de donde vengo ya es incapaz de creer en los valores y mitos que le dieron origen y solo aspira a sobrevivir económicamente." De alguna manera, lo que se esconde en los sótanos y en los áticos (la concepción del mal) de las casas americanas no hace más que demostrarnos que la americana, sigue siendo la misma sociedad puritana de los viajeros del Mayflower. Una vez en Providence, la vida de Alex Franco se convierte en un relato entre cinéfilo, fantástico y pornográfico, aparentemente, porque realmente a través de la observación, está cuestionando continuamente una sociedad, la americana:
“En este país si eres rico y blanco todo está a tu servicio, si no lo eres el sistema te beneficia para que trates de serlo, o te ilusiones con serlo, sabiendo a todas luces que es imposible alcanzar ese objetivo tan fácilmente como el sistema te hace creer en su propio beneficio. Si no pretendes siquiera engañarte con esa añagaza, el estado te proporciona una cobertura social que te garantice una sórdida existencia en el gueto desde el maldito día de tu nacimiento hasta el de tu feliz defunción.
“Le ha llevado a criticar y denunciar la censura de las películas en televisión como práctica cotidiana de este país, la conducta puritana y la mediocre vida de sus compañeros de trabajo, la mentalidad capitalista que rige el funcionamiento general de la universidad, la falsa formación liberal del alumnado, las bases religiosas de las diversas comunidades que constituyen la honorable vida del campus, la política hipócrita en las cuestiones de raza y de sexo, el olvido flagrante de la pertenencia de clase como factor de promoción social, el cinismo moral y la hipocresía colectiva una vez más respecto de la guerra de Irak, etcétera, etcétera, etcétera.”
Providence es una novela llena de giros y pasadizos secretos, con continuas referencias cinéfilas y literarias que ayudan a dar ritmo a la novela. El personaje de Alex Franco puede resultar muy insufrible pero todo es consciente y buscado por Ferré. El machismo de Alex que lleva tatuada la palabra pene en la frente, llega incluso a resultar cansino pero ya digo que es algo consciente por parte de Ferré para visibilizar esta sociedad en la que todo está tan polarizado e hipersexualizado, sobre todo en lo que se refiere a la mujer. Y aquí entraría en la referencia de llamar Delphine Dielman a la mujer misteriosa que encarga el guión a Alex Franco. No puede resultar una coincidencia que Ferré le dé el apellido de la película más emblemática del cine feminista, [Jeanne] Dielman, y el nombre de su actriz, Delphine [Seyrig]. Intuyo que de alguna forma con esta referencia, Ferré nos esté diciendo que no mezclemos al autor con su historia, que no se identifica con su protagonista y su visión hipersexualizada de las mujeres. Yo diría que la referencia a Chantal Akerman puede ser una forma irónica de visibilizar en QUÉ se ha convertido el cuerpo de la mujer ahora mismo en la era digital. Las referencias de Ferré son continuas y arrolladoras.
"En lugar de que el cine se haya ido pareciendo cada vez más a la realidad, ha sucedido a la inversa y la realidad se ha ido pareciendo más y más al cine hasta el punto de hacerse indistinguibles.
Si la vida se ha vuelto similar a una película, qué les queda a las películas por hacer. ¿Parecerse a un videojuego?"
Providence es una novela abrumadora por todo lo que acaba revelando de nosotros como sociedad y para escribir una novela tan excesiva, como dije antes, también hay que ser muy valiente porque corres el riesgo de que en algún momento el lector quiera tirarla por la ventana. Es algo que me pasa continuamente cuando también leo a Pynchon, y aquí con Providence me ha ocurrido en varios momentos y sin embargo una vez terminada, me ha parecido magistral por lo aterradora de lo que se revela de nosotros en plena era virtual. Providence es mucho más compleja de lo que puedo hacer ver en esta crónica, y sin embargo, la primera capa que es la del thriller distópico, cinéfilo, y de terror, llegado un momento, nos está haciendo dudar de si realmente es real lo que está viviendo Alex, o si directamente está viviendo una fantasía, su propia fantasía, o incluso si es él quien está narrando toda la novela y todo formara parte de una conspiración en la que él es el actor principal. “Alex estaba esperando desde que llegó a estas tierras lejanas en busca de no se sabe muy bien qué, ¿el éxito?, ¿la verdad sobre sí mismo?, ¿el dinero?, ¿la fama?, ¿el placer supremo?” Una novela española importante que al igual que me pasa con Pynchon me resulta imposible puntuar, la he disfrutado a ratos, me he cansado con el exceso de escenas de sexo y sin embargo, una vez terminada y viéndola con perspectiva, Ferré ha retratado perfectamente el mundo que nos ha tocado vivir: aterrador, en el que la realidad queda completamente desvirtuada para dar paso a la fantasía: "Tan perverso es nuestro modo de vida que nos vende formas que solo podemos desear que no funcionen para continuar idealizándolas".
“El futuro ya existe, en cierto modo ya es. El gran problema es que convive confundido con el presente y con el pasado en un realidad promiscua repleta de trabas que le impiden avanzar como debería. En ciertos periodos se hace necesaria la aparición de figuras y escenarios capaces de forzar su advenimiento, hacer la presión suficiente sobre la realidad atascada como para desprender el futuro de sus ataduras con el presente y acelerar su plena realización.
"No se deje intimidar ni deslumbrar por nada. Todo espectáculo, como usted sabe, se funda en la expectativa que tengamos de él. Y es ahí donde está el negocio auténtico, en crear la expectativa, no el espectáculo, que es solo un aderezo, un accesorio más. Lo esencial es tener a la gente expectante ante el producto. Lograda esa reacción inicial, ya controlas todo lo demás."
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