Minimosca, de Gustavo Faverón Patriau

 


⭐⭐⭐⭐⭐

 ♫♫♫ Volver a volver - Gabo Ferro ♫♫♫

 

"Y dijo que esa era la tragedia, la verdadera tragedia, cuando la gente desaparecía de la tierra y también desaparecía su memoria."


Fin del viaje que emprendí en noviembre cuando me ayudaron a descubrir a Gustavo Faverón Patriau y la verdad es que me he quedado algo huérfana al igual que me he quedado huérfana con la muerte de Lynch (qué tristeza), todo en los mismos días, lo que los portugueses tan bien definen con su palabra saudade, esa añoranza por algo que ya no está podría encajar muy bien aquí, porque aunque he disfrutado de esta obra mayúscula, sus personajes han dejado de acompañarme después de semanas. Es una sensación rara sobre todo en novelas de este tipo, de muchas páginas, de muchos personajes, que no puedes leer de seguido porque te exigen situarte, penetrar en el rompecabezas e ir poco a poco para paladear y dosificar el placer de la anticipación que ha supuesto el encuentro con las páginas de este libro día a día. A la reseña de Vivir abajo me remito dónde prácticamente plasmé todo lo que su lectura me aportó y no me gustaría enrollarme demasiado con esta Minimosca, entre otras cosas porque resulta prácticamente imposible comentar su argumento, que es lo de menos, sino las sensaciones, el placer que supone sumergirte en una novela que prácticamente es perfecta, al igual que lo fue Vivir abajo, aunque yo diría que aquí, Faverón da un paso más y riza el rizo de la alta literatura.



"Descubrió tugurios chimeneas, una lluvia de cenizas que caía sobre la nieve en invierno. Esmée recordaba sensaciones, pero no recordaba detalles y tenía en la memoria una mancha y una serie de agujeros que tapaba con ambas manos en los sueños."



No es imprescindible haber leído Vivir abajo para sumergirte en Minimosca pero yo sí lo recomendaría porque hay situaciones y personajes que se entenderán mejor si venimos de Vivir abajo, aunque no es una serie de novelas ni forman parte de una saga, pero los personajes entrecruzados, los diferentes niveles de lectura, se habían iniciado ya en Vivir abajo. Quizás aquí en Minimosca se amplía un tema que en Vivir abajo se esbozaba casi de pasada y es el del Doppelgänger, porque aquí todos y cada uno de los personajes funcionan con su doble, o con el desdobamiento físico o incluso con la personalidad escindida "Y a veces trato de imaginar que soy yo él, para sentir ese dolor y esa locura, y de vez en cuando funciona. Imagino que soy Angus, somos la misma persona, pero solo lo imagino, no lo creo, porque no estoy loco…" Un desdoblamiento este del doppelgänger que funciona desde la esencia de lo que es la pérdida de identidad, un tema fascinante que aquí Faverón Patriau convierte en una experiencia turbadora y hechizante casi al mismo nivel. Todos y cada uno de los personajes de esta novela están en continuo movimiento para encontrar su propia identidad, a veces, o casi siempre desde un pasado traumático. Imposible explicar cómo lo aborda aquí este autor mayúsculo y tan emocionante pero este estilo suyo es muy poético en muchos momentos "O el sueño que una mujer sueña una noche, más complejo que una tragedia de Shakespeare, pero que ella olvida al despertar", en el que va colando reflexiones, disgresiones, historias mínimas que pueden parecer disconexas pero en el mundo de Faverón todo está conectado.  

 

"Kim dijo que recordaba imágenes de películas y series de tv que vio de niña y que ella las había transformado  en recuerdos de infancia, como si las cosas que pasaba en las series de tv fueran su vida, y que hasta hoy esa era la única forma en que ella podía entrar en su mente, disfrazada de alguien más, para no caer en la tortura de sus recuerdos reales..."


Cuando abordé Minimosca pensé en hacer anotaciones sobre las conexiones de los personajes, no lo hice en Vivir abajo y pensé que igual me ayudaría a no perderme. Me pasó lo mismo con La Broma Infinita, que para mi tiene puntos en común con la obra de Faverón, pero al final lo dejé y decidí confiar en mi memoria cuando un personaje volviera a aparecer doscientas páginas después, porque igual me había medio olvidado de dónde venía. Es algo que suelen tener muchas novelas tocho, y ocurría con Foster Wallace, que personajes que habían aparecido, desaparecían para aparecer cientos de páginas después, pero igual estas anotaciones puedan ser más válidas en relecturas. Ahora estoy convencida de que en una primera lectura hay que dejarse llevar por lo que va deviniendo incluso si tienes mala retentiva a la hora de recordar la conexión de un personaje concreto con otro porque lo importante es el viaje, el momento de la página en la que te encuentres y lo que consiga transmitirte que al final no deja de ser otra cosa que un espejo o reflejo del mismo lector. La lectura de Minimosca ha sido una experiencia brutal y emocionante, conmovedora por todas las historias que van apareciendo y por cómo nos las va presentando Faverón, tan nítidamente, tan bien escritas y narradas: "Piensa tú, dijo, Jinete que Llora, en cuántas obras de arte hay en la mente humana que nunca salen de ahí, nunca se convierten en cosas concretas. Nadie las ve, excepto con el ojo de la mente, el ojo de la mente que siempre mira para adentro...y por eso es como si no existieran." Realmente lo que hace aquí Faverón al igual que hacía en Vivir abajo es extrapolar la vida y sumergirla en ficción porque el que haya decenas de personajes tiene el mismo sentido que tienen nuestras vidas. Imposible narrar una vida, un protagonista, porque a su vez este personaje está intrínsecamente enlazado con otras personas, así es la vida y así es como ha decidido narrarlo Faverón. Cuando aparece un personaje aparentemente secundario, casi automáticamente se convierte en otro protagonista, y así hasta el infinito: Hugo Lino ("Hugo Lino se limpia la sangre de la boca, se pone de pie y sale de la casa y se interna en la selva y se interna en la mente de Arturo para siempre") George Bennett, Raimunda Walsh, Mónica Buchenwald, Esmée Maisse/Barbara Knef, Henriette Maisse, Washington Gombrowicz, Arturo Valladares, el policia serbio ("Un policía serbio que duerme para no ver la realidad, aunque la realidad está a un paso, detrás de la puerta que va de la comisaría a la catacumba, que es la casa de atrás."), la prisionera maya, Richard Diekenborn, Virgilio Luces, Angus White… son personajes que se quedan ya en la memoria, todos se desdoblan, todos sufren, todos y cada uno de ellos aparecen y desaparecen…”Le dice eso a Angus: siento que mi vida  es un túnel por el cual  no cesaré de caer hasta que se desteja la última hebra de la tela del tiempo. Angus dice que eso mismo es lo que él siente, cada vez con más frecuencia , y que por eso lleva un paracaídas."


"Minimosca, dice el ciego.

Desnudo sobre la balanza, Arturo siente que esa palabra describe con exactitud el estado de apocamiento y aflicción que lo embarga con frecuencia en tardes como esa. Recibe la  palabra con los brazos abiertos, después los cierra para abrazarla.

"Se pregunta qué relación tiene la poesía con el boxeo, con las peleas, y qué cosa es un poeta-boxeador, y se pregunta contra quién está peleando cuando lee y en qué habrá en su mente que lo hace conectar  esos dos mundos -cuál es el vínculo- y se pregunta en contra de quién  lee cuando lee, qué cosa combate, a quién busca en los poemas, a qué rival, qué cosa ha perdido y por qué trata de encontrarla en un ring de boxeo o en una biblioteca, si de e estar en su cabeza. ¿Qué es esa cosa?"



"Y como suele ocurrir, la voz de la locura me hace entrar en razón." Ya comenté que aquí resultaría irrelevante hablar del argumento porque no acabaríamos y hay muchas historias pero la esencia, el nudo de una de las ocho partes en las que está dividida y que lleva el título de la novela, Minimosca, es un momentazo en la novela. La historia de un boxeador muy jovencito que ha emigrado a Lima después de una infancia traumática y que se convierte en un boxeador que no sabía pegar ni boxear pero ganaba a sus rivales susurrándoles al oído los poemas de Cesar Vallejo, cuenta Faverón que fue la idea original de la novela, y que a partir de aquí se ramificó en otras historias. Lo que se cuenta aquí en esta tercera parte, la del boxeador, es algo que se repite una y otra vez en toda la novela y también y sobre todo en Vivir abajo, y es el de las relaciones de padres e hijos, y por eso como también comentaba en mi reseña de Vivir abajo, esta novela me vuelve a remitir a La Broma Infinita, aunque a priori no tengan nada que ver. Pero al final para mi es la esencia temática en estas dos novelas de Faverón: los padres perversos que salen una y otra vez a relucir, la violencia y el poso que dejan en los hijos.


"Explica que la diferencia entre el dolor y la aflicción es que el dolor tiene una causa que identificamos y lo ocasionan otras personas o lo ocasionamos nosotros, mientras que la aflicción es una penuria sin paralelo provocada por el universo o por Dios, ante la cual solo vale la pena bajar la cabeza o someterse."

 

En Minimosca, Faverón vuelve a recorrer América Latina, el Holocausto, los Balcanes, Europa, cubriendo parte del siglo XX y no solo sazona sus páginas con personajes inventados sino con personajes reales como Nathaniel Hawthorne, Herman Melville ("Melville le pregunta a Hawthorne si escribir es morir siempre, morir a plazos. Hawthorne le pregunta a Melville si escribir es matarse de a pocos, suicidarse todo el tiempo, o suicidar la vida exterior de uno para preservar la vida interior de uno”), Stephen King, Georgette Philllipart, Cesar Vallejo, Allen Ginsberg, Marcel Duchamp, al mismo tiempo que cubre no solo la violencia o la tortura sino que Faverón analiza las consecuencias del amor o la amistad. Yo diría que Minimosca al igual que lo fue Vivir Abajo resulta casi una experiencia interactiva sobre todo por la fuerte conexión con el arte y con el cine sobre todo. Una novela en la que los manuscritos encontrados son como un leitmotiv al igual que lo pueden ser los sótanos que revelarán nuestros instintos más oscuros, o las máscaras Pero nunca hay que esconderse detrás de una mascara, con la cara basta. La cara misma oculta lo suficiente." 

 Estoy segura de que tanto esta novela, que acaba de ser publicada, como lo es Vivir Abajo, se convertirán en clásicos con el tiempo. Ficción pura y dura de la mano de un maestro al que cito: “En la literatura, nada es más necesario que el azar.”


"Hay algo en este libro que es como un reflejo de tu alma, se dice Angus. Se acostumbra a llevar el libro de Sir Thomas Browne a todas partes. Hasta cuando no lo lee, lo saca del bolsillo y lo mira un rato, y cada vez que lo mira se mira a sí mismo en el libro, como si el libro fuera un espejo de mano."

 

 

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