Algo elemental, Eliot Weinberger

 


 ⭐⭐⭐⭐

 ♫♫♫  Fortanach - Sebastián Plano ♫♫♫

 

Cuenta la historia de un hombre llamado Abu-al-Anbas que vivió durante el reinado de Mutawakkil, quien abolió la libertad de pensamiento y las discusiones filosóficas, reestableció la ortodoxia, impuso con rigor los valores religiosos tradicionales, dio poco a los pobres, construyó dos palacios de cien millones de dirhams y se entregó a los juegos, banquetes y a cada una de sus cuatro mil concubinas."


Acercarme a esta obra de Eliot Weinberger ha ejercido una extraña fascinación en mí sobre todo, porque aunque sean ensayos en toda la extensión de la palabra, algunos detalles me han llamado especialmente la atención a la hora de abordar lo que normalmente se considera qué es un ensayo Independientemente de que cada capítulo esté dedicado a un tema completamente diferente y que a priori no parezca que tengan conexión, capítulos totalmente independientes unos de otros, sin embargo, sí que parece haber alguna pequeña conexión a medida que avanzas, alguna idea que se repite, o algún personaje, aisladamente. "Una caracola es un vórtice que se puede sostener en la mano. En náhuatl, una misma palabra significa dar la vuelta y dar vida. Creían que algunos poemas habían nacido de un árbol florido en el paraíso, y que llegaron hasta la tierra girando." El caso es que desde su comienzo, Weinberger no deja de estimular continuamente la curiosidad del lector porque en ningún momento Weinberger participa con nada personal, no da absolutamente ninguna información subjetiva, ni hay nada que nos haga relacionar estos ensayos con reflexiones ni experiencias personales, tampoco ningún detalle en torno a la autoficción y ni siquiera creo que haya una linea argumenta subterránea, ni nada en que se atisbe a Weinberger como una figura continuamente presente como creador de estos ensayos. De esta forma consigue una fórmula narrativa que a mi me parece muy interesante: enfrenta directamente al lector con un texto sin que haya ninguna distracción en el sentido de que no parece haber un intermediario, en este caso el autor.


Una vez voló hasta la copa de un árbol y sus ramas no se doblaron . Pero la Iglesia no sabía qué hacer con él. La Inquisición le investigó; su presencia era claramente perjudicial. Fue enviado a monasterios lejanos; los traslados se llevaban a cabo de noche y por caminos poco transitados, y se le reservaba la celda más apartada, pero aún así la multitud de peregrinos lo encontraba.

Entre ellos había un espejo brillante al que Giuseppe se asomaba y en el que, de un vistazo, podía ver la forma de todas las cosas del mundo, así como los misterios ocultos del universo que Dios había tenido a bien mostrarle."



El lector se encontrará con diferentes ensayos en los que abordará temas desde el viento hasta los rinocerontes y los lagartos, pasando por los aztecas hasta los romanos y los mandeos, Empódecles y el «niño pastor de bueyes», las estrellas, los santos católicos, el pueblo mandeo y el kakuli, Mahoma, y muchos más, algunos temas de los que el lector nunca habrá oído ni siquiera hablar, y sin embargo la narración de Weinberger ejerce una fascinación por cómo consigue crear un espacio totalmente libre para que el lector no se sienta atado  ni por la más mínima conjetura personal del autor. Se podría decir que a tenor de este fórmula narrativa, Weinberger desnuda su texto de cualquier egocentrismo autoral, aunque claro, llegar a afinar de esta forma esta fórmula narrativa no debe ser fácil porque surgen unas historias, muchas de ellas poéticas, de una belleza muy envolvente.


"Vio Blake alguna vez un tigre de verdad? La Casa de Fieras de la Torre de Londres fue abierta al público a mediados del siglo XVIII (precio de la entrada: tres cuartos de penique o un gato o un perro muerto) y con frecuencia exhibía tigres. Y cuando Blake vivía en Fountain Court, bien pudo haberse pasado por la Exposición de Animales Salvajes de Pidcock, donde a menudo se exhibían tigres."


La erudición de Eliot Weinberger está al nivel de la de un Roberto Calasso y salvando las distancias entre uno y otro en cuanto a estilo y temática, ambos acaban resultando autores no solo con los que aprendemos a conocer más el mundo, sino que nos ayudaran a conocer el mundo del que provenimos, que es la única forma de conocernos mejor. Todos los mundos son devorados, uno tras otro, por las llamas vivificadoras, para renacer de ellas y ser otra vez consumidos, cual monótono fluir de un reloj de arena que eternamente se vacía y voltea a si mismo. Lo nuevo siempre es antiguo, y lo antiguo siempre es nuevo." En el caso de Weinberger queda muy patente que no se está inventando nada, que todo es pura erudición de su parte y que todo estaba ya en otros textos (es también la impresión que tuve cuando me encontré con David Markson y su Cuarteto), no hilvana historias para imaginarlas y desarrollarlas, sino que expone y enumera unos hechos, una historias que ya existían en otros textos históricos, filosóficos o literarios, e incluso llega un momento en que a través de este estilo narrativo llegaremos a preguntarnos en qué punto se bifurca la realidad y da paso a un momento de ficción, es tan sutil que es prácticamente imposible detectarlo. Quizás parte de esta impresión venga del hecho de que usa mucho la enumeración y la yuxtapone con datos que nos había facilitado anteriormente; por ejemplo, en el capítulo dedicado a los rinocerontes, maravilloso por cierto, se dedica a enumerar la breve historia de los rinocerontes que fueron traídos a Europa por las cortes de diferentes países o por ciudadanos particulares, uno a uno desde el primero que llegó en 1515, añadiendo datos sobre las fuentes literarias en las que aparecían estos rinocerontes para terminar conectándolo con la soledad del rinoceronte y estableciendo de esta forma una metáfora de la condición humana. Aunque leyéndole me viniera a la mente Roberto Calasso, yo diría que los ensayos de Eliot Weinberger están más cerca de David Markson por esta enumeración continua.


Sin ejercer ninguna violencia sobre los seres vivos, ni a uno solo de ellos, deambula a solas como un rinoceronte.

Los afectos provienen de la compañía de la gente, la aflicción proviene de los afectos, deambula a solas como un rinoceronte.

Como en casa en cualquier sitio, deambula a solas como un rinoceronte.”


La lista de fuentes que aparece al final de Algo Elemental certifica de alguna manera esto que estoy diciendo, que Weinberger no se está inventando nada, sino que rescata lo que ya estaba ahí y lo transmite con esta narrativa tan particular suya que a mi me ha encantado, porque resulta casi imposible que el lector no se maraville por todos estos sucesos que va relatando y enumerando y que no dejan de sorprendernos porque acabamos dándonos cuenta de que forman parte del mundo en el que vivimos: seres y lugares que parecen pura fantasía y que sin embargo, han formado parte de la historia y de la literatura y seguirán formando parte de este mundo que habitamos. Cada ensayo tiene un tono poético, y yo llamaría a esto que hace Weinberger, ensayos poéticos, e incluso en esta enumeración de la que hablaba antes en la que se omite información, porque va a la esencia, es precisamente en esto que no dice o que omite, dónde está quizás el misterio que envuelve al lector. Cuando Weinberger usa la técnica de la enumeración acaba llevando los datos a lo mínimo, pero al mismo tiempo está sugiriendo mucho más de lo que las palabras podrían decir. Eliot Weinberger, otro descubrimiento de este año.

La traducción es de Aurelio Major.


"Siempre y en cualquier lugar de la arena terrestre, el mismo drama, la misma escena, sobre el mismo escueto escenario: una humanidad ruidosa infatuada por su propia grandeza, creyéndose el universo mismo y viviendo en su prisión como si se tratara de un reino inmenso, solo para zozobrar muy pronto junto a su planeta, que ha sobrellevado con el más profundo desdén el peso de la arrogancia humana."

 

 

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