El Albatros, de Charlotte Armstrong




⭐⭐⭐⭐⭐

Tom y Esther Gardner un matrimonio jóven que vuelve de un viaje, hacen noche en un motel de carretera antes de regresar a casa. Mientras Esther se queda dormida en la habitación y Tom sale al coche a recoger algo que se le había olvidado, Esther se despierta sobresalta ante la presencia de un desconocido en la habitación. Ante el grito de ella, Tom regresa y le propina un golpe en la cabeza al intruso, un golpe que le deja inconsciente. Cuando el intruso despierta resulta que había estado borracho y había confundido su habitación con la de los Gardner. El malentendido queda aclarado hasta que dias después, cuando están ya perfectamente instalados en su casa, descubren por una noticia en el periódico que el desconocido de aquella noche había muerto repentinamente poco después

Y es justo en este punto cuando comienza de verdad la historia porque reconcomidos por la culpa, creen que la muerte del intruso, Courtney Caldwell, está directamente relacionada con el golpe que le propinó en la cabeza Tom aquella noche. Los Gardner tratan de aliviar su conciencia visitando a la viuda del fallecido, Audrey y a su hermana, inválida en una silla de ruedas. Ambas habían estado a cargo de Courtney Caldwell y quedan completamente desamparadas. Los Gardner las acogen en su casa hasta que se haya estabilizado su situación económica y hayan encontrado un apartamento donde establecerse.

Admito que esta historia me enganchó desde el minuto cero, el estilo de Charlotte Armstrong es claro y directo y es justo cuando los Gardner se llevan a Audrey y a su hermana Joan a su casa, cuando comienza un cierto desasosiego y a elaborarse una inquietud que conoceremos a través de la voz narrativa de Esther Gardner, que comienza a dudar poco a poco de las buenas intenciones de sus huéspedes. La estancia, a priori temporal de Audrey y Joan, se va alargando hasta meses después y los nervios de Esther comienzan a jugarle malas pasadas,, ya que la apacible e independiente vida que llevaba junto a su marido ya no es tal. Esther ve su esfera familiar amenazada y su papel cada vez más convertido en el de mera cocinera y doncella de las huéspedes, y poco a poco comienza a imaginar que Audrey quiere usurpar su papel como dueña de la casa.

Esta es una novela ante todo psicológica, por eso me recuerda muchísimo al estilo de Patricia Highsmith porque estamos todo el rato en la mente de Esther y entre un ambiente doméstico, y llegado un punto y aunque estemos de parte de ella, el lector puede llegar a sospechar quizás que se lo esté inventando y que solo sean los celos obsesivos los que hablen por ella. La suave dulzura y feminidad de Audrey y la apariencia de la que nunca ha roto un plato, continuamente apoyada en figuras masculinas, está claramente contrapuesta a la de Esther, que es una mujer fuerte y decidida, una dicotomia que Charlotte Armstrong explora magníficamente: el de la mujer objeto y aparentemente pasiva frente a la mujer activa que tiene que explorar sola, sin la ayuda de nadie, la locura en la que está inmersa. Es ese juego mental lo que me enganchó de esta novela de apenas cien páginas: ¿son los celos de Esther los que le están haciendo jugar malas pasadas? ¿es su inseguridad lo que la hace odiar a sus huéspedes??

Y por otro lado tenemos también al personaje de Tom Gardner, porque debido a su conciencia de culpa es incapaz de ver nada a excepción del hecho de que cree haber matado un hombre, y es lo que le hace un hombre esclavo de toda una situación, su culpabilidad le hace no cuestionarse nada.

El titulo de la novela es una alusión al poema de Coleridge “El Albatros”. En el poema, un albatros comienza a seguir un barco (si te sigue un albatros se considera un signo de buena suerte). Sin embargo, el marinero titular pega en un tiro al albatros un acción que presagiará una desgracia futura. El marinero siente como si el albatros se agarrara a su cuello metafóricamente, una carga pesadísima que simboliza su culpabilidad por matar al ave. Desde el momento en que las huéspedes llegan a su casa, Esther recurre a esa imagen del albatros colgado del cuello de su marido una y otra vez, convirtiendo su vida familiar en una pesadilla.

Es una novela corta que me ha encantado porque Charlotte Armstrong construye toda una atmósfera en torno a unos pocos personajes, a un ambiente doméstico opresivo y cada vez más claustrofóbico y llegado un punto describe perfectamente como tu propio hogar se puede llegar a convertir en un lugar odiado y de pesadilla. Sus personajes están construidos con matices, con recovecos nada previsibles y con una ambigüedad a veces de lo más fascinante. Charlotte Armstrong forma parte de esa ristra de escritoras populares en su momento pero ahora casi olvidadas como Vera Caspary, Margaret Millar o Dorothy B. Hughes, que exploraban la novela negra como excusa para contarnos temas que hoy en día son mas actuales que nunca. He leido algunos cuentos de Charlotte Armstrong y después de leer “El Albatros” está clarísimo que sus personajes femeninos son todo menos mujeres pasivas, llegado un punto y para llegar a su objetivo incluso se atrevían a invadir el terreno que solo le estaba vedado al hombre, no olvidemos que esta novela es de 1957. Magnífica.


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