La Casa En París, de Elizabeth Bowen
⭐⭐⭐⭐⭐
“Tendida, con el pelo colgándole del sofá, como si fuera alguien en un nuevo elemento, parecía una niña a la que hace levitar un prestidigator y, aunque rígida en el aire y profundamente dormida, se mantiene alerta. Pero ahora despierta, su comportamiento revelaba un aire de clarividencia y sensatez, como el de la Alicia en el País de las Maravillas..."
Cuando me sumergí
en la lectura de esta novela de Elizabeth Bowen no sabía lo que me
esperaba. Los que me leeís, sabeís que este año me he atrevido con
autores considerados “posmodernistas”, pesos pesados con los que
no me había atrevido hasta ahora y que estoy disfrutando muchísimo,
pero huyendo un poco de tanta modernidad, pensé en leer algo más
“clásico”y cogí una de las novelas que tenía en mi pila desde
hacia siglos, “La Casa en París” de Elizabeth Bowen, A medida que
me fui adentrando en la lectura, no podía dejar de sorprenderme
porque lo que hace la Bowen en esta novela no tiene nada de clásico,
todo lo contrario, si pienso que fue una novela publicada en 1935, no
podía dejar de alucinar por lo moderna y arriesgada en su
planteamiento aunque el argumento sea un tema de los de toda la vida.
Los diferentes puntos de vista, lo que NO se dice, los diálogos minimalistas, la elipsis, y un
narrador ambiguo que se cuela como si fuera un fantasma cuando menos te lo esperas, son detalles que me hacian plantearme hasta qué
punto Elizabeth Bowen estaba experimentando con la forma cuando la
escribía. Asi que se puede decir que huyendo un poco de tanta modernidad, fuí buscando un clásico, que realmente resultó de lo más moderno que he podido leer: parece un galimatías, pero intentaré explicarlo.
La novela comienza con el segmento titulado "Presente". Henrietta es una niña de doce años cuya madre acaba de fallecer que viaja a la casa de las Fisher en Paris antes de encontrarse con su abuela que vive en el sur de Francia. La casa de las Fisher va a servir como punto de encuentro mientras tiene que coger otro tren hacia el sur. Alli Henrietta conoce a Leopold, un niño de diez años que está en casa de las Fisher precisamente porque se tiene que encontrar con su madre (amiga de las Fisher) a la que no conoce. La novela transcurre en 24 horas y está dividida en tres partes: Presente, Pasado y vuelta al Presente.
Cuando comienza la novela lo hace bajo el punto de vista de la niña, Henrietta, y un poco más tarde de Leopold, niños, avispados eso si, pero que tienen que ir descifrando los códigos de los adultos porque cuando se conocen descubren que la casa no solo está llena de secretos, sino que los adultos y sus secretos, quizá puedan ser desentrañados por ellos, así que el lector lo contempla todo desde la perspectiva de ellos aunque intuyendo que tras esas conversaciones ambiguas donde se esconde todo, algo pasa.
"En una reunión de tres o más personas se pierde el pudor, pero la franqueza asusta a dos personas cuando se hallan a solas, conscientes de lo cerca que están la una de la otra. Mas una reunión de tres personas es como estar en público: las tres se sienten seguras; la persona que antes estuvo cerca de tí, se transforma en una simple cara al otro lado de la bandeja ¿Se es menos uno mismo de lo que era antes?".
La segunda parte, “Pasado”, es una belleza que me ha hecho rendirme a los pies de Elizabeth Bowen, Aqui se narra en flashback la historia de Karen, la madre de Leopold, su confusión, sus dudas justo antes de casarse, su huída de la realidad para intentar encontrarse a si misma y la lucha por combatir las presiones sociales. Aquí el tema del amor está contado con letras mayúsculas pero desde una perspectiva muy elíptica donde las continuas dudas de Karen llevan el peso de la narración; creo que pocas veces he podido conectar tanto con una historia de amor por todos esos diálogos donde apenas se dice nada y donde el lector puede intuírlo todo. En este segmento es donde noto que Elizabeth Bowen experimenta más con la forma, porque aunque es una historia del pasado, la Bowen incluye una voz del presente que al principio me dejó descolocada, pero cuando la descifré, me impactó. En la tercera parte, “Presente”, volvemos a la casa en Paris, dónde los personajes continúan acechando esos secretos y sin embargo, el lector ya puede conocer algo mejor la esencia gracias al Pasado.
La casa de las Fisher que está habitada por Madame Fisher y su hija Naomi es pura atmósfera, y es una casa que además de punto de encuentro, sirve para identificar perfectamente a sus personajes, porque todos han pasado por allí, incluso los personajes del pasado, asi que respira atmósfera por los cuatro costados. Es la casa que conoce la respuesta a los secretos de ese pasado y el lugar que va a servir para que estos dos niños, Henrietta y Leopold, suban un nivel en su evolución hacia el mundo de los adultos.
"Leopold, que
miraba a Ray con insolencia y perspicacia, con la barbilla alzada,
había dicho:
- A ella le da miedo el pasado."
Me ha parecida una belleza de novela que he disfrutado dosificándola, hermosísima por todos los temas que toca: la muerte, la infancia, el amor, el sexo, la búsqueda de tu propia identidad y de tu lugar en el mundo, los lazos familiares (esas madres son antológicas)…, y la forma en la que Elizabeth Bowen lo narra es lo que me ha dejado impactada, cada frase está aquí cuidadosamente elegida, elaborada y, porque cada uno de los personajes, tiene todo un mundo interior que despliega durante la historia y las consecuencias de cómo algunos actos afectan al presente, están aquí perfectamente descritos. Por ejemplo, el personaje de Madame Fisher, la viuda dueña de la casa en Paris, está soberbiamente descrito por Elizabeth Bowen y de cómo ya en la vejez contempla algunos pasajes de su pasado con cierta ironía, porque además con esta cita, ya está aportando la autora todo lo que hay que saber de Madame Fisher y de sus actos:
"-Si-dijo la
señora Fisher-. Mi matrimonio fue muy rrrrrrrrrrromántico.
Mofándose
de sí misma, sonrió al recordar su matrimonio, como si se tratase
de un objeto fantástico, un camafeo o un abanico pintado, que le
hubiese llamado la atención y al que dio uso y valor durante un
tiempo."
Parece fácil lo
que hace pero es tan díficil comprimir momentos tan auténticos en
apenas un párrafo y es todavía más difícil dejar información
flotando en el ambiente sin decirla, para que lector participe
activamente en la historia. Se podría decir que es una novela sobre
el complejo mundo de los adultos visto a través de dos niños que no
entienden nada, pero que pueden intuír historias en silencios
reprimidos por esos adultos. Díficil poner en palabras lo que me ha calado esta novela, pero así y todo es una novela para volver
a ella una y otra vez. Sigue siendo tan moderna como cuando se escribió.
Tengo que decir que la edición de Pre-Textos (magnífica)
viene con un Prólogo de Antonia S. Byatt que no lo leí todavía porque intuyo que puede desvelar bastante de la novela, pero sí que me
gustaría hacer notar a las editoriales que este tipo de Prólogos
deberían ir al final del libro para no desvelar de qué va el texto.
Nunca leo los Prólogos antes de leer la novela, por eso mismo. La traducción es de Silvia Barbero.
"Max dijo en Boulogne: -Las cosas no pueden hacerse sin más-. Creí que quería decir que no deben hacerse, pero lo que quería decir era que no pueden hacerse. "
Comentarios
Publicar un comentario