El Hogar Eterno, de William Gay
"La gente de por aquí siempre ha tenido ideas bastante curiosas acerca de las mujeres. Que hay que protegerlas y todo eso. Resguardarlas. Yo nunca he conocido a una que no sepa cuidar de sí misma, ni que plante sus zapatos bajo una cama en la que no se haya metido por voluntad propia."
Contaba William Gay en algunas entrevistas que de pequeño leía obsesivamente lo que tenía a mano, novelitas de Zane Grey y lecturas parecidas, pero en un momento dado un maestro de séptimoo grado que notó que le gustaba leer pero que estaba encasillado en estas novelitas ligeras, le prestó una copia de de El Angel Que Nos Mira de Thomas Wolfe y le dijo que si era capaz de leérselo entero, le regalaría la copia. Esta novela de Wolfe le cambió la vida y a raíz de ahí quiso ser escritor, desde niño; sin embargo debido a los avatares de la vida, Gay no conseguiría publicar hasta que tuvo 55 años, en el 2000, la novela que nos ocupa, El Hogar Eterno.
La novela transcurre en los años 40 en una comunidad cerrada de Tennessee, oscura y claustrofóbica casi totalmente controlada por Dallas Harding, que prácticamente se hace rico robándole la casa, la mujer, la hija y el negocio a otro hombre. Dallas a partir de ahí hace y deshace a su antojo en la comunidad, engañando, traicionado, robando y asesinado sin que nadie le ponga coto por el miedo que despierta en sus conciuidadanos. Nathan Winer es un chico de diecisiete años, silencioso que no malgasta las palabras; es criado prácticamente por una madre distante y amargada tras la desaparición de su padre, diez años antes. Crece oyendo las quejas de su madre ante el abandono de su padre, pero realmente a Nathan le cuesta creer, conociendo a su padre, que éste les abandonara. William Tell Oliver, es un anciano con un pasado que demuestra que siempre fue una especie de outsider en la comunidad y que durante su asentamiento en el pueblo ha conseguido mantenerse fuera del control de Dallas Harding. Vive apartado de la comunidad y se convierte en una especie de figura paterna para Nathan porque ambos tienen en común un marcado sentido de la honestidad. Tanto Dallas como Nathan y William Tell son los tres protagonistas, auténticos hilos conductores de una historia enmarcada dentro de lo que se denomina el gótico sureño, hay mucha atmósfera opresora y se respira una claustrofobia rural de la cual de alguna forma se quieren liberar algunos de los personajes más jóvenes ; también hay momentos que se nota la influencia de Flannery O’Connor y de Cormac McCarthy en la escritura de William Gay, a los que tengo entendido que adora este autor.
"-La mayoría de la gente de por aquí es distinta -seguía diciendo Weiss-. Lo tuyo debe ser un atavismo o algo por el estilo. Un mutante. Estos paletos o rednecks, o como quieras llamarlos..., mira, llevo viviendo aqui veinticinco años y sigo siendo un forastero. Supongo que estarán esperando a ver si me quedo o no."
Creo sinceramente que esta novela puede funcionar perfectamente como un western porque durante su lectura no podía desconectar del hecho de que los códigos que aquí usa William Gay están marcadamente influidos por esa dicotomia entre bien y el mal, entre heroe y el villano, héroes y villanos que se camuflan porque son ante todo personajes muy humanos bajo la pluma de este autor.
El Hogar Eterno es la primera novela de William Gay pero no lo parece, hay momentos tal cómo en las películas del oeste, que parece muy épica y en otros momentos, Gay imbuye algunas escenas de una íntimidad emocional que no tiene nada que ver con la violencia de otros fragmentos.
“Daba igual donde estuviese aquel rincón perdido, lo que estaba claro es que se hallaba a kilómetros de cualquier lugar que él conociese, y no había visto una sola luz encendida en todo el trayecto, ni un solo poste de teléfono. Supuso que no importa, que cualquier cosa sería mejor que quedarse en cada durmiendo; en los últimos días había llegado a sentir que la vida desfilaba ante sus ojos como un relámpago, dejándole desamparado. Dormir solo agravaba aquel sentimiento de impotencia. Mientras dormía, el mundo seguía girando, se producían cambios, las situaciones se mofificaban y se volvían más complejas, lo que acababa de dejarle aún más incapacitado para enfrentarse a ellas.”
El
estilo de William Gay está fuertemente conectado con su entorno, con
el paisaje de Tennessee, inclemente en los inviernos, hostil o
protector dependiendo de la situación de sus personajes; y por otra
parte es una novela que puede funcionar como un homenaje a toda esa
literatura de género de la que bebió William Gay durante su
infancia y que demuestra que todo es literatura, por muy ligera que parezca o que marquen los cánones, porque a la larga el lector va a seguir evolucionado y
buscando otras vías que lo enriquezcan.
Gay se sabe deudor de ese oeste de leyenda
y ayuda a deconstruir esos límites marcados por
los géneros, con lo cual construye una novela magnífica con
momentos que desbordan poesía y dónde los héroes pululan a sus
anchas en los bosques. Magnífica... estoy
deseando echarle la zarpa al resto de su breve obra. La traducción es de Javier Lucini.
"Yo me he acostumbrado a vivir solo. De todas formas, si te paras a pensarlo, uno siempre está solo. A la hora de la verdad, no puedes contar más que contigo mismo."
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