Skippy Muere, de Paul Murray

 

⭐⭐⭐⭐⭐

"Te tenía por un jugador de equipo. Ahora me pregunto si no eres más como uno de esos peces. Preferirías pasarte el dia flotando a solas en el agua, fantaseando. Pero un pez no nos sirve de mucho en el Seabrook College. Aquí estamos para cumplir objetivos. Tenemos metas, metas de excelencia académica y deportiva. Trabajamos conjuntamente, somos concienzudos. Somos mamíferos, Howard. Mamíferos, no peces."

Una simple reseña nunca le va a hacer justicia a un libro como éste porque la única forma de hacerte una idea sobre él no es a través de lo que otros digan sino cómo experiencia personal y sumergiéndote en todo este microcosmos de personajes que ha sido capaz de crear Paul Murray. Ante todo tengo que decir que no solo es arriesgado elegir este título, sino empezar la historia como la empieza. Skippy muere, sí, en el primer capítulo además, pero si tenemos en cuenta que Skippy no es el personaje central, el protagonista absoluto, nos puede hacer entender muchas cosas una vez terminada la novela. A partir de aquí, de este comienzo, Murray está ya definiendo el universo en el que nos va a sumergir: una montaña rusa de emociones, de risas y de una cierta melancolia encubierta.

La novela que aquí ha construido Paul Murray transcurre casi mayoritariamente en un internado católico irlandés, el Seabrook College, una novela totalmente coral donde a partir del hecho inicial de la muerte de Skippy, seguimos a una serie de personajes que se entrecruzan, todas en torno a la vida de Skippy. Daniel Juster (Skippy) es un adolescente de catorce años tímido, perteneciente al equipo de natación y experimentando su primer amor. Con Skippy como catalizador, su historia revierte en otros personajes como Howard, el profesor de historia, Ruprecht van Doren su mejor amigo, Greg, el director del internado, Lori, su amor platónico…, y muchos más, todos con su propia historia que se ve sacudida por su relación con este personaje. Imposible explicar nada más del argumento, porque independientemente de que sería de lo más gratuíto, lo importante realmente es la evolución de la historia y las sensaciones que va transmitiendo al lector.

"El momento es bastante electrizante en su fría y destemplada inmediatez; no llega a ser como ver un fantasma, sino más bien como descubrir, en la mirada del otro, que tú mismo te has convertido en un fantasma."

Es una novela que me sorprendió por el humor que destila, hay pasajes maravillosos, diálogos en los que no puedes parar de sonreir porque Paul Murray tiene un talento innato para abordar el sentir adolescente, la sexualidad que les obsesiona, los interrogantes que se hacen, sus relaciones con los adultos que les rodean, un sentido del humor que rebosa todo ese primer segmento del libro titulado Hopeland. A veces pareciera que estos adolescentes se pasearan por la vida como fantasmas en la era de internet, del consumismo extremo y de la presión social: los adultos, algunos profesores, sufren del mismo estigma, y a veces parecen incluso más perdidos que los adolescentes, auténticos sonámbulos.

"Hace cinco meses, asistió a la Reunión de la Década de su promoción del 93 (...) Todos ansiaban ofrecer un aspecto socializado, mostrar su yo adulto, surgido éxitosamente de una crisálida. Howard no paró de recibir tarjetas profesionales, de contemplar fotos de bebés sacadas de carteras. Cada reencuentro repetía una verdad a la vez estremecedora y totalmente banal: las personas crecen y se hacen ortodoncistas".

Independientemente de lo mucho que me haya gustado la historia, y es raro, porque no soy nada fan de las historias de internados y de adolescentes atormentados, tengo que decir que lo que más me ha fascinado aquí es la forma en la que Paul Murray aborda una historia que a priori  pudiera parecer tan tópica, pero es justo lo contrario, es totalmente imprevisible. La agiliad con que cambia entre las historias, los diferentes puntos de vista, tanto de adultos como de adolescentes, es especialmente atractiva. Murray nos hace una radiografía muy acertada de estos adolescentes un poco perdidos pero al mismo tiempo deseando encontrar una especie de motor que los conduzca a un puerto seguro. El estilo de Murray es ágil, con momentos de humor negro negrísimo y con una enorme carga de empatía por sus personajes, incluso por los aparentemente más desagradables. Creo que de alguna forma se sale del tópico que conocíamos sobre grupos de chicos en internados y nos sumerge en un universo de personajes de carne y hueso, sin cargar las tintes, siempre profundizando en el perfil de sus personajes, por muy secundarios que nos parezcan. En fin, que es una novela repleta de momentos maravillosos, emocionantes, con personajes que creo que me va a ser imposible olvidar ya. Una de mis novelas del año. (La traducción es de José Luis Amores)

"-No creo que tengas nada de lo qué preocuparte en lo que respecta a Juster. Tal vez sea un poco soñador, pero...
- Soñar es algo que tampoco animamos aquí, Howard. Lo nuestro es la realidad. Realidad; verdades objetivas, empíricas. Eso es lo que va a examen. Un examinador no quiere saber qué batiburrillo de disparates soñaste la noche anterior. Quiere hechos palpables."
 

 


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