Patos, Newburyport, de Lucy Ellmann
⭐⭐⭐⭐
"...el hecho de que odio llamar la atención, oficina de telégrafos, buzón, el hecho de que mi vida no es más que un bochorno continuo para mí, y para mi familia, el hecho de que no puedo en realidad relajarme nunca, porque nunca sé cuál va a ser la siguiente puñetera estupidez en la que me voy a meter, el hecho de que quiza todo el mundo se sienta igual..."
(...)
"el hecho de que intento ser agradable, el hecho de que paso tanto tiempo asegurándome de que todo el mundo es feliz que nunca parece que tenga ocasión de pensar qué quiero yo,"
Cada vez que intento escribir algo sobre una novela de estas características, contundente, de más de mil páginas, tan mooodeeerna con sus flujos de conciencia interminablesss, siempre digo lo mismo, que no me voy a enrollar o por lo menos no demasiado pero sin embargo sí que voy a intentar abordarla desde una perspectiva más mía, más desde dentro, y aunque durante su lectura he tenido momentos de agotamiento y de querer tirarla por la ventana, sobre todo por el estado de ánimo al que me estaba conduciendo la narradora, también tengo que decir seguramente que sea una de mis novelas del año, sin duda. Me ha agotado, sí, muchísimo, hubo momentos en los que no sabía donde estaba la salida, cual podría ser el objetivo final de Lucy Ellmann ¿1200 páginas de contar lo mismo en un bucle interminable de desolación y oscuridad continua??? pero como la paciencia es una virtud, ese bucle interminable se fue desplegando y construyendo una especie de atmósfera que me fue envolviendo aunque, para llegar ahí tuve que cambiar el modus operandi de lectura varias veces: primero la empecé con ganas, más tarde hice parones, y como no funcionaba me marqué unas páginas concretas al día y así hasta dar con mi ritmo y este ritmo con esta novela concretamente solo me funcionó sumergiéndome totalmente en ella, entrar en el flujo de la narradora y aparcarlo hasta cansarme y así hasta el día siguiente. En mi caso ese fue finalmente el momento clave en el que conseguí entrar…
"...el hecho de que a veces pienso que la gente de hoy debe ser la más triste de la historia, porque sabemos que hemos echado a perder todo, incluso los geranios probablemente, el hecho de que, por el amor del cielo, estoy segura de que la gente no ha vivido siempre en un estado así, en un constante estado de alarma,"
En Patos, Newburyport nos encontramos con dos historias que corren paralelas: la que ocupa la mayor parte es aquella donde la narradora es una mujer que vive en Ohio, casada, madre de cuatro hijos. Dirige un pequeño negocio casero donde hace tartas y las vende a restaurantes y tiendas de su localidad, así que se pasa la mayor parte del día en la cocina, el centro de su universo. La segunda historia, que corre paralela y que ocupa mucho menos espacio es la de una leona.
La linea argumental de la repostera está narrada en un continuo flujo de conciencia cuyo texto está construido en torno a una única frase puntuada por comas y con la coletilla “de hecho” como una especie de linea de demarcación, y como la mayor parte de lo que sale a relucir en este flujo de conciencia son hechos concretos referidos a toda una variedad de temas, cine, series de tv, libros, arquitectura, historia, medio ambiente, noticias de los medios… se puede entender esta coletilla como un punto de referencia siempre presente, va saltando de una palabra, concepto o idea a otra que rima o suena fonéticamente de forma parecida, así que va construyendo ideas aparentemente (des)ordenadas. Durante la mayor parte de estas mil y pico páginas nos encontramos con una narradora continuamente atormentada y angustiada por el mundo en el que vive, desde la seguridad de su famila que le resulta imposible controlar pasando por la violencia desbordada en las calles. Este flujo de conciencia es un continuo bombardeo para el lector porque es totalmente imparable, no hay respiro apenas entre una reflexión y otra y en él se enlazan temas personales: sus memorias y traumas del pasado, su enfermedad, sus cuatro hijos, sus padres ya fallecidos, sus maridos, su entorno más cercano…Este bomba de relojería que es la mente de la repostera no solo está continuamente preocupada por el tema familiar, el más cercano, sino que a través de ella Lucy Ellmann aborda el tema del medio ambiente, la polución de las aguas, el racismo y la discriminación y sobre todo la violencia a través de la proliferación de las armas, un miedo desbordado que le llega desde todos los ángulos de su vida, una vida que aparentemente no tiene ni un momento de relax.
“el hecho de que los niños de tres años están todo el rato encontrando escopetas cargadas en el asiento trasero y matando a sus madres cuando van en coche a algún sitio,”
[...]
"el hecho de que nuestros nietos probablmente no querrán ni saludar a los mayores, el hecho de que tendrán razones para estar resentidos, el hecho de que eso será si hay nietos, claro está, porque la fertilidad está amenazada, el hecho de que a veces me entristece muchísimo mirar a mis hijos, parecen totalmente condenados, el hecho de que me da miedo de que ellos lo sepan también, y es que te rompe el corazón, rota"
[...]
el hecho de que la gente solía sentarse en sus mecedoras del porche, tallando un palo, dispuesta saludar cuando pasabas por allí, pero ahora están todos escondidos con una ametralladora,"
[…]
"...el país entero está inundado de armas y de Biblias.. "
Uno de los temas donde Lucy Ellmann consigue brillar más es a la hora de mostrarnos esta información fragmentada que va lanzando la narradora. La repostera es una mujer llena de miedos, de complejos, de inseguridades personales y esto se refleja en la forma en la que enlaza un pensamiento tras otro, que a su vez funciona como un puzzle para el lector porque la información que nos llega de ella está sesgada, fragmentada por interrupciones al pasar de un tema a otro sin respiro casi. Lanza frases relacionadas con su vida y sin embargo, no las termina, las relaciona con otro tema, y vuelve a esa frase que se quedó entrecortada mucho después. Toda esta cacofonía de sueños, voces, pensamientos que van explosionando es como un película que tiene que ser editada, montada en la mente del lector para ir encajando esas piezas del puzzle que se van desplegando a lo largo de estas más de mil páginas. NO tenemos otro punto de vista, solo el de ella así que el lector poco a poco aprenderá a moverse en este caos de información, aprenderemos a conocer a los personajes de los que habla tal cómo realmente son dado que ella solo los está esbozando desde sus miedos y complejos. A mí concretamente es uno de los puntos que más han podido interesarme en medio de todo esta algarabía de información: separar la paja de lo esencial en lo referente a los personajes de los que habla, sobre todo su familia.
"el hecho de que hay muchas cosas que bloquear en tu cabeza si quieres soportar la vida, el hecho de que yo lo hago todo el tiempo y ayuda,""
¿Qué puedo decir de la otra linea argumental que circula paralela a la de esta mujer? La historia de la leona que ocupa una pequeñísima parte en este texto y sin embargo está brillantemente encajada en medio de los bloques de texto de la repostera y que sirve como contrapunto perfecto. Estos interludios con la leona son un respiro, una brisa de aire fresco, son cortos pero definitivos a la hora de poder discernir como se va relacionando y contraponiendo el instinto de supervivencia de la leona, fuerte y decidida, en contraposición a la angustia crónica de la repostera.
“Anteriormente, cada día ofrecía una nueva oportunidad para el triunfo, presas fáciles, espontáneos momentos de paz. Pero ahora, un día tras otro transcurría sin alivio alguno para su ansiedad.”
[...]
"...o será solo que lo que me desconcierta es pensar en la forma en la que vivía antes, tan sola y escondida del mundo, el hecho de que yo estoy bastante sola y escondida del mundo también gran parte del tiempo..."
A priori no me ha parecido un libro complicado porque realmente no hay que profundizar demasiado y solo pillarle el punto y dejarte llevar por la voz narrativa y quizás el agobio o la complicación ya digo que puede venir por los temas que toca a la velocidad de la luz. Y aunque hubo momentos en que me sentí agobiada porque además reconoces instantes de tu propia vida en ellos, también confieso que es un texto que he disfrutado muchísimo y con el que me he identificado en muchos momentos, y porque la narradora femenina no es ninguna pobre mujer, es lúcida, vulnerable y muy divertida cuando llegas a conectar con ella. En los momentos en los que lo apartaba, la repostera continuaba resonando en mi cabeza, hasta tal punto que tenía que volver a él por mucho que me hubiera agotada en algún momento. A veces la veía como esa amiga a la que ves de vez en cuando (de la que huyes normalmente porque te pone la cabeza como un bombo), te descarga sus problemas y angustias y cuando te alejas de ella, sientes que te ha absorbido tu energia, pero así y todo sigues apreciándola y conmigo ha funcionado ese vínculo que de alguna forma he podido establecer con la repostera de Ohio. La traducción impecable es de Enrique Maldonado Roldan.
“el hecho de que a veces sientes un microsegundo de pura felicidad, en mitad de todas las cargas de la supervivencia y demás,”
Creo que éste tipo de libros se debe de leer de tirón, debido a la complejidad de personajes y situaciones, además de su estructura. Ya me pasó con Norteamericanas ilustres o Mundo Hormiga.
ResponderEliminarSí, estoy de acuerdo, Aurelio, lo que le da de verdad sentido al texto es leerlo del tirón. No conocía Norteamericanas ilustres, pero lo investigo. Gracias por tu comentario.
Eliminar