Ciudad Fantasma, de Robert Coover
⭐⭐⭐⭐
♫♫ ♫ The Black Angels - Bloodhounds On My Trail ♫♫ ♫
"Quienes lo persiguen, no parecen hacerlo, murmuran a su espalda como un viento seco provisto de ojos. Esa sensación de ojos en el aire es tan poderosa a veces que se ve obligado a estirarse y volverse en la silla para echar una mirada por encima del hombro, y un día, tras volverse de ese modo, descubre otra ciudad, una especie de imagen especular de aquella hacia la cual se dirige..."
[...]
"Por entonces, puede que anduviera detrás de alguien, o de algo. O lo perseguían, una vaga amenaza a su espalda, eso es más o menos todo lo que recuerda de aquella época, una abrumadora sensación de peligro, si no de desesperación, que cargaba el ambiente cada vez que el cielo se ensombrecía o el camino se difuminaba."
[...]
"Se siente sumamente poderoso y sin embargo muy vulnerable al mismo tiempo. Extraño territorio. Todo ese espacio vacío, donde la vista alcanza a kilómetros de distancia. Pero resulta imposible librarse de la impresión de que, siempre que se vuelve, tiene a alguien o algo a su espalda."
En Ciudad Fantasma, Robert Coover consigue el más díficil todavía, que es tomar toda la simbología de la que está provista el western y darle la vuelta, la deconstruye, la parodia, la hiperexagera al mismo tiempo que la homenajea resaltando su esencia. Coover imbuye la novela de unos tintes tan oníricos y surrealistas como al mismo tiempo la revierte al clásico más puro, y son estos cambios de registro, nada traumáticos, lo que convierten esta novela en una rara avis.
"Está curtido, quemado por el sol, y es tan viejo como las colinas. Pero no deja de ser un crío. Nunca será otra cosa.”
Coover comienza la novela con un jinete, sin nombre, que vaga perdido en medio del desierto, poderosa imagen, y cuando el jinete avista un pueblo en la lejanía y a medida que avanza hacía él, el pueblo va retrocediendo y se va replegando como jugando al escondite, como si tuviera vida propia; cuando de alguna forma consigue acercarse al pueblo, lo hace por detrás, como engañándolo. Una vez en el pueblo, el jinete va percibiendo que el pueblo se metamorfosea y va cambiando a medida que se van sucediendo ciertos hechos : los edificios se reorganizan y se reordenan después de un tiroteo, el robo de un banco o una pelea.
"Esto es diferente, no se parece a otros sitios; en realidad no es un sitio en absoluto, sino más bien como ningún sitio. Crees que vas a él, pero es él quien viene a ti y, aunque es grande, él se te mete dentro y tú te metes dentro de él hasta que los dos venís a ser más o menos la misma cosa. Aquí pasan cosas increíbles, pero sin orden ni concierto. Te lo voy a decir, un puto misterio, eso es lo que es."
El jinete sin nombre observa estos cambios como sonámbulo o perdido, pero de alguna forma este pueblo está en sintonía con el jinete, porque él mismo desde el comienzo está en continuo cambio y va pasando por varios estados, metamorfoseándose en alguien distinto: cuando llega al pueblo es una especie de vagabundo perdido, se convierte en sheriff casi sin ser consciente pasando a forajido con la misma facilidad, cualesquiera que sean los disfraces que va adoptando, en todos está igualmente perdido ("Estoy completamente perdido y no soy quien creía que era."), no los ha elegido sino que se ha ido adaptando sobre la marcha.
"Una impresión que le ha dejado la jornada es que al parecer está más dispuesto a quebrantar la ley que a mantenerla, pero esa preferencia se confunde con un desasosiego en su fuero interno que lo inquieta y cuya naturaleza sospecha pero se niega a comprender del todo porque siempre se ha considerado,( por ocupación, propósito y constitución), un hombre libre, vagabundo y solitario, no sujeto a tales preocupaciones."
[…]
"y él es por encima de todo un hombre libre, decidido a asumir el sentido de su vida, aunque no tenga ninguna.... O así es como siempre ha pensado de sí mismo antes de renunciar a sus andanzas, y aunque ahora no comprenda del todo por qué lo ha hecho, cree que puede deberse a esa opresión de la soledad que con frecuencia acompaña a la libertad como un escalofrío.."
Robert Coover es un escritor brillante a la hora de controlar y manipular el lenguaje en relación con los diferentes registros entre los que se va transfigurando la novela. Por una parte tenemos los momentos en los que el jinete se queda solo, momentos en los que somos testigos de cómo se plantea un cierto conflicto interno; aquí es donde Coover se convierte en un autor clásico, estos momentos también me recordaron muchísimo a Cormac McCarthy y su Meridiano de Sangre, y no solo en cómo plantea la violencia, sino en la forma en que describe el paisaje, y la soledad del individuo enfrentado a la naturaleza. Es en estos momentos cuando Coover hace un homenaje al western.
"Ahora echa mucho de menos a su mustang. A lomos del animal, siempre tenía la impresión de saber adónde se dirigía, lo que debía hacer. Incluso, extrañamente, le daba cierta sensación de arraigo, y por tanto de ser alguien, alguien con un nombre. El animal era una parte viva de su ser pero además, compartía sus desgracias, sus penas y su hambre, absorbiendo parte de ellas como el trapo que restaña una herida."
Y por otra parte, cuando Coover mezcla su jinete sin nombre con otros personajes, todos estereotipos del género, caricaturas hiperexageradas y paródicas, la novela adquiere otro registro, muy posmoderno, jugando con el lenguaje al pie de la calle y exponiendo una violencia que, conscientemente y por parte de Coover, se hace evidente que nos quiere hacer incidir que es todo pura puesta en escena porque este western no deja de ser otra cosa que una novela sobre otras novelas del oeste incluyendo toda la simbologia usada por el cine clásico que nos había quedado grabada en la retina y que Coover usa muy acertadamene para remarcar que el jinete sin nombre está dentro de un escenario cambiante. Lo que de verdad interesa a Coover es esta mitologia, visualmente muy poderosa. Surrealista, hiperbólica y totalmente atmosférica, Coover construye esta novela como si fuera un sueño vivido por un vaquero perdido en medio de un escenario que va cambiando a medida que va cambiando él mismo. Durante la lectura sabemos que nada es real y que puede que estemos dentro de un sueño o que estemos dentro de una película con personajes entrando y saliendo, con imágenes que hemos visto repetidamente en el cine como cuando aparece la imagen fugaz de una mujer detrás de unas cortinas, la maestra enfrentada a la chica del salón, por ejemplo.... Una novela que he disfrutado muchísimo sobre todo en esta atmósfera entre onírica y sonámbula,surrealista, muy lynchiana en caso de que hubiera llevado al cine.
La traducción es de Benito Gómez Ibañez.
“Aferrarse a los sueños es como querer comerse un olor. Todo es muy vivido y real y está pletórico de significado en el momento, pero después solo quedan vagas imágenes espectrales que atosigan la cabeza despierta."
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