Stalingrado, de Vasily Grossman
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“A veces, o quizás a menudo, un hombre comienza el día sintiéndose liviano, seguro y esperanzado mientras piensa en qué hará cuando la guerra termine; sin embargo, antes de que llegue la tarde el día se ahoga en sangre. “
Stalingrado es de esas novelas que he ido aplazando durante tiempo, entre otras ccosas porque tenía la idea de que podía ser un texto espeso y densísimo sobre una batalla entre rusos y alemanes en plena segunda guerra mundial, pero nada más lejos de mis prejuicios preconcebidos. Es cierto que es una novela compleja pero más en el sentido de todo lo que llega a exponer Vasily Grossman sobre la naturaleza humana, por la gran cantidad de personajes y por esa amalgama de historias, algunas entrelazadas y otras totalmente independientes unas de otras. Me ha impresionado muchísimo porque ahora que estoy intentando descubrir autores rusos post 1917, me encuentro con un libro que de alguna forma y en 1200 páginas, expone mucho de lo que estaba buscando en mi discurrir sobre aquella época. Sin haber leido todavía su secuela, Vida y Destino, que dicen por ahí que es mucho más crítica con el régimen totalitario de Stalin, admito que estoy muy impresionada por el talento de Grossman a la hora de mostrarnos tan vivídamente lo que supone para los habitantes de un país una invasión que lo va arrasando todo a su paso. Grossman toma la estructura de Guerra y Paz, y de paso le hace un homenaje a Tolstoy no solo en el concepto de novela, sino que además sus personajes están homenajeando la obra de Tolstoy en forma de comentarios y alusiones, y a su vez, es el mismo Grossman el que a través de alguna escena, crea una atmósfera totalmente tolstoyana en muchos momentos:
"Cuando Sofía Andreyevna, nieta de Tolstóy, salió de la casa con el abrigo sobre los hombros y el cuerpo encogido de frio, serena y afligida, Krimov no pudo distinguir si era en realidad la princesa María que recorría por última vez el jardín de Lidiye Gori antes de la llegada de los franceses..."
Stalingrado comienza con una escena que enseguida engancha: el tren de Mussolini entrando en la estación de Salzburgo en abril de 1942 para encontrarse con Hitler: se van a reunir porque ambos se creen los dueños de Europa y quieren repartirse Rusia. Es un capitulo fascinante por el contexto histórico y por lo bien que Grossman nos sitúa en el momento esbozando un perfil psicológico e histórico de estos jerarquas, ambos desconfiando uno del otro, cada uno creyéndose superior al otro. A continuación y a partir de esta especie de prólogo histórico, Grossman pasa directamente a situarnos al momento en que un aldeano, Piotr Vavilov acaba de recibir la notificación para incorporarse a filas “si la oficina de reclutamiento hubiese tardado un mes y medio o dos más en notificárselo, habría podido dejar a su familia abastecida con y leña para todo el año.” Es la forma que tiene Vasily Grossman de pasar de lo épico a lo íntimo, una escena colosal en la que Grossman nos sitúa en el momento en que Vavilov llega a casa y se lo comunica a su mujer, que a partir de entonces se quedará sola con sus hijos sin saber lo que les deparará la invasión alemana. Nos encontraremos con Vavilov cientos de páginas después e incluso para entonces nos costará recordar quien es este personaje ya en el frente…,es lo que tiene esta novela, la gran cantidad de personajes que aparecerán mucho después o no, en mucha mayor medida que ocurría por ejemplo en Guerra y Paz, porque aquí Grossman se detendrá en muchos personajes anónimos que no volverán a salir en la novela pero sus pequeñas historias dejarán huella.
"- Me pasé el año disparando, y ya ves dónde estamos. Lo más importante es que no volvamos a perdernos el uno al otro."
Aunque ya mencioné antes que Grossman usa el concepto de novela de Guerra y Paz como modelo para su Stalingrado en el sentido de que a través de una serie de personajes unidos por lazos familiares nos narra un acontecimiento histórico, en el caso de Stalingrado, Grossmann solo toma una familia, los Shaposhnikov, para narrarnos los acontecimientos de la invasión alemana y de cómo transformó la vida soviética para siempre. La matriarca de la familia Shaposhnikov, Alexandra Vladimirovna ("Está noche he soñado con Sáshenka Sháposnikova") es una anciana bolchevique cuyo marido asistió al Congreso de los socialistas rusos en Londres en 1903 y se puede considerar el hilo conductor porque a través de ella conoceremos a sus hijas, yernos, amantes, nietos, amigos, colegas… toda una red entrelazada de personajes que irán al frente o se quedarán en las fábricas, minas, trabajando para el país. A medida que la invasión avanza, estas fábricas, y hornos se iran desmantelando y trasladados más hacia el este, del mismo modo, comenzará una migración de las mujeres y niños por alejarse de los alemanes. Es quizás la forma en la que Grossman se detiene en las pequeñas historias lo que resulta más conmovedor y aunque aparentemente no parezca que Grossman cuestione el régimen, entre líneas se detecta en muchos momentos cómo tuvo que contenerse para que el texto no fuera totalmente baneado pero así y todo se las arregla para que podamos captar las similitudes que expone entre Stalin e Hitler. Un extracto censurado en su momento, como el que cito a continuación es el vivo ejemplo de que para Grossman era esencial el individuo frente a la colectividad que predicaba el régimen:
“Como las aves o los animales migratorios, los individuos que formaban parte de aquella masa en movimiento habían perdido aquello que los conformaba como individuos. Su mundo se había tornado simple de repente y en él solo habia espacio para pensar en el alimento, el agua, el polvo, el calor y el río que cruzaban. Hasta el anhelo de preservar la vida y el miedo a caer pasto de las bombas había quedado en suspenso. “
Un detalle que me ha llamado la atención sobre todo es la forma en que para Grossman tanto los personajes femeninos como los masculinos están al mismo nivel, tanto los hombres en el frente como las mujeres que se quedaron trabajando o en casa, ejercen el mismo protagonismo y es fascinante la cantidad de tipos de mujeres que Grossman retrata sin estereotipos banales, todas y cada una de las mujeres de esta novela, madres o no, ancianas o niñas, todas tienen su importancia, sus matices y de alguna forma marcan la esencia de la naturaleza humana. En este aspecto es una novela total.
“Luego Tamara volvió a contarlo todo desde el principio. Liuba se aburrió porque ya sabía que no tenían abrigos para el invierno, que las habían bombardeado cuatro veces, que la cesta del pan había desaparecido, que en invierno habían viajado durante doce días en un vagón de carga y que no tenían pan, que mamá había tenido que coser, lavar ropa, y trabajar en un huerto, que un kilo de pan había llegado a costar cien rublos, que mamá había cambiado el azúcar y la mantequill que el intendente les había dado por pan, que, teniendo pan, se vivía mejor en el campo que en la ciudad… Pan, pan, pan. A sus cuatro años, Liuba conocía muy bien el significado de aquella gran palabra.”
[…]
“-Sientese, Antonina Vaisilevna -invitó el mayor. - ¿Le apetecería tomar una copita conmigo?
- Encantada -aceptó la anciana. - En otros tiempos hubiera estado mal visto, pero hoy todas las mujeres beben, lo mismo las jóvenes que las viejas. Aquí mismo, nosotras destilamos nuestro propio vodka y nos lo bebemos. ¿Quién nos lo va a reprochar después de todo lo que hemos sufrido?”
En una novela como ésta se me quedan muchos detalles en el tintero, sin embargo, con esta reseña he querido hacer una primera aproximación sobre esta obra, que me ha sosprendido, y conmovido en muchos momentos. Tan épica como introspectiva, cosa que ya es difcil en un texto de 1200 páginas y sin embargo, hay momentos inolvidables. Volveré a acercarme a estos personajes y a Grossman en cuanto coja fuerzas y me lanze a por Vida y Destino.
La traducción es de Andrei Kozinets.
La traducción de los fragmentos añadidos de la censura es de Jorge Ferrer.
Krimov
preguntó a la anciana:
-
Entonces, ¿vive usted aquí sola, en medio de la oscuridad y el
frio?
-
Pues sí. Me paso las noches cantando y contándome cuentos en voz
alta."
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