Zama (Trilogía de la Espera #1), de Antonio di Benedetto

 



⭐⭐⭐⭐⭐

 ♫♫♫ A. Vivaldi: Andromeda liberata (RV Anh. 117) / II Aria 5 [Perseo]: Sovente il sole  ♫♫♫

 


- Todos, casi todos, somos pequeños hechos. Elaboramos presente menudo y, en consecuencia, pasado aborrecible. Tengo miedo de elaborar culpas, para que el pasado no sea más poderoso que el futuro."

 

Antonio di Benedetto comienza esta novela con una dedicatoria, A las victimas de la espera”, que ya de por sí está anticipando de alguna forma que la espera puede ser desilusión y que las expectativas la mayor parte de las veces crearán desesperanza y víctimas. Zama, que será la primera novela de la Trilogía  de la Espera, es una novela que me ha dejado un poso del que sabes que perdurará, y difícilmente podré olvidar ya un personaje como el de Don Diego de Zama en el que se podrán reconocer muchos detalles de la esencia imperfecta de la condición humana y de cómo la desilusión acuciante se irá afianzando y apoderando de un hombre en una espera ya crónica. Desesperación y miedo ante una vida que parece que se estanca sin que él sea capaz de hacer nada por remediarlo. Una novela que transcurre a finales del s.XVIII y que bien podría ser una novela de ahora mismo. Una atmósfera profundamente asfixiante absorbe a Diego de Zama a medida que va siendo consciente de que no tiene salida, y que Benedetto logra transmitir al lector en un estilo que parece imitar a la lengua de aquella época con ecos a la lengua clásica del Siglo de Oro, pero que sin embargo no pertenece a ninguna época determinada, según he leído por ahí, pero si despierta esos aires a otra época. Yo diría que quizás sea esto lo que a mí más me ha hechizado de esta novela, la forma en que se conjuga el estilo de Benedetto con la evolución del personaje de Zama, los párrafos se van fragmentando y casi deteriorando en la misma medida en que el personaje se va desilusionando casi sin remedio... los párrafos aparentemente estructurados del principio, se van convirtiendo en frases más cortas, separadas en interlineados más diferenciados. 

 

"- ¿Estaré hablando con un español o con un americano?

- Español, señor! Pero un español lleno de asombro ante tantos americanos que quieren parecer españoles y no ser ellos mismos lo que son.”

 

Dividida en tres segmentos perfectamente estructurados entre 1790 y 1799, serán nueve años en la vida del letrado de la corte Don Diego de Zama, que destinado en un remoto puesto en el interior de Paraguay, sirviendo a la corona española, está esperando a cumplir su plazo para regresar a Buenos Aires con su esposa y sus hijos. El mayor deseo de Zama será el de escapar de aquel puesto a través de un ascenso pero depende del gobernador provincial que lo tratará con un cierto menosprecio por el hecho de ser un americano, un criollo (ascendencia española pero nacido en América del Sur), así que tendrá que ver como otros oficiales, sí nacidos en España, aunque aparentemente sean castigados por faltas cometidas incluso por él mismo, serán trasladados a otros puestos mientras que el permanecerá eternamente estancado y sin posibilidades de ascenso. Zama no permanecerá solo aislado y alejado de su familia, sino que estará aislado también en el propio puesto que ocupa, los prejuicios, el clasismo jerárquico y su incapacidad para integrarse y hacer amigos Estaba contento por mí, que cada vez quedaba menos ligado a la gente.",  le harán perderse cada vez más en sí mismo y alejarse de las expectativas creadas. Se encuentra en una especie de tierra de nadie, sin pertenecer realmente a ningún lugar concreto, y es esta conciencia que va adquiriendo Diego de Zama, lo que hace esta novela tan inmensa, porque en la medida en la que este personaje va reconociendo que no hay avance, que no podrá escapar, también va perdiendo el sitio en el mundo que creía tener. Zama pasa mucho tiempo en el puerto, esperando la llegada del barco que le traiga alguna carta de Marta o un salario que siempre llegará con retraso. La eterna espera.

 

Ningún hombre, me dije, desdeña la perspectiva de un amor ilícito. Es un juego, un juego de peligro y satisfacciones. Si se da el triunfo, ha ganado la simulación ante interesado tercero y contra la sociedad, guardiana gratuita.”


Diego de Zama es un personaje profundamente contradictorio y es en esta eterna contradicción donde podremos reconocer la esencia de la naturaleza humana. Terriblemente solo en esa tierra de nadie donde será continuamente menospreciado en su comunidad, convierte el sexo en su mayor evasión. La primera parte de la novela entre 1790 y 1794 está mayormente dominada por las mujeres y por su incontrolable deseo casi por cualquier mujer que se cruce en su camino, las espía a escondidas y las desea prácticamente a todas y llegado un punto se convierte en un tipo casi patético. Su vida es una continua autojustificación añorando a su lejana esposa pero al mismo tiempo, como él dice “Por lo menos, debo conservar el derecho a enamorarme.”, un deseo perfectamente natural en un hombre que ansía encontrar un sentido a una existencia cada vez más aislada y solitaria. Las contradicciones de Zama se extienden realmente a cualquier área de su vida ya que nunca predica con el ejemplo, no solo se ve a sí mismo como un marido fiel y es todo lo contrario, sino también se ve a sí mismo como un modelo de justicia y lealtad pero no le hace ascos a dar de lado a quién está esperando su ayuda, o a traicionar si le sirve a sus intereses o incluso usar la violencia contra las mujeres, un hecho totalmente contradictorio con la idea de caballero andante que tiene de sí mismo: Yo estaba enamorado de su cuerpo y hacia él tendía. Nada más me importaba de esa mujer iletrada, de rostro incapaz de sugerir impresiones amables.” Realmente y tal como se nos dice al principio, Zama era otra persona antes de llegar a ese puesto en el que se quedó anclado, así que es este aislamiento, desesperanza y falta de expectativas lo que le hará convertirse en el personaje que iremos conociendo a lo largo de esta novela, no es un héroe pero tampoco es un ser depravado porque Benedetto ya se encarga de describirnos que Zama se ha ido fragmentando a medida que los primeros meses de espera se fueron convirtiendo en años...

 

¡El doctor don Diego de Zama!… El enérgico, el ejecutivo, el pacificador de indios, el que hizo justicia sin emplear la espada. Zama, el que dominó la rebelión indigena sin gasto de sangre española, ganó honores de monarca y respetó a los vencidos.”

 

La prosa de Benedetto es aquí el Santo Grial que va definiendo el personaje de Zama: seca, a veces muy opaca, brutal y vibrante a la vez, se va perdiendo en una especie de frases entrecortadas que definen dos conceptos cada vez mas difuminados, por una parte Zama creía en un mundo y su lugar en él, y por otra parte, la consciencia de que ese mundo en el que creía, no existe . Es este deterioro fisico y mental en el que se va sumiendo a medida que la novela avanza, lo que realmente define la condición humana.: un poco absurda, sombría, existencial y muy kafkiana: “¿No puede un hombre inflarse y errar, arrepentirse y ser perdonado?”

 

"Algo en mí, en mi interior, anulaba las perspectivas exteriores. Yo veía todo ordenado, posible, realizado o realizable. Sin embargo, era como si yo, yo mismo, pudiera generar el fracaso. Y he aquí que al mismo tiempo me juzgaba inculpable de ese probable fracaso, como si mis culpas fueran heredadas: disponía de una resignación previa porque percibía que, en el fondo todo es factible, pero agotable."

 

 








 Zama, 2017, Lucrecia Martel

 

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