Maldita perfección, de Rafael de Argullol
⭐⭐⭐⭐
♫♫♫ New sensations - Lou Reed ♫♫♫
"A diferencia de muchos escritores modernos, Dostoievski opinaba que la vida era superior a la imaginación. Cuando una escritora novel le pidió consejo a este respecto su respuesta fue contundente: ¡Tome lo que la vida misma le ofrece! ¡La vida es infinitamente más rica que nuestras invenciones! ¡No existe imaginación que nos proporcione lo que a veces da la vida más corriente y más vulgar!"
Hacía tiempo que quería leer a Rafael Argullol del que había oído cosas estupendas así que en una de estas, cansada de tanta ficción, se me coló este libro, Maldita Perfección, que lleva una especie de subtitulo que me llamó la atención: Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza. En veinte capítulos convertidos en ensayos donde nos encontramos con personajes como, Balzac, Goethe, Thomas Mann, Dostoiewski, Shakespeare, filósofos como Nietzsche y muchos pintores entre los que destacan Miguel Angel y Mantegna sobre todo, Argullol le da vueltas a esta celebración de la belleza que aunque puede depender del ojo del que mira, la idea o el concepto de belleza es algo muy diverso, muy subjetivo y está intrínsecamente conectado con el creador y la creación conlleva también dolor y sacrificio. Algunos de estos ensayos me han enganchado más que otros, pero visto en su conjunto es un libro estupendo incluso si no conocemos algunas de las obras que aborda Argullol, es más, yo diría que es casi mejor no conocer ciertas pinturas, o libros porque por la forma en que nos cuenta, la curiosidad por descubrir la obra de la que está hablando hace saltar la chispa por querer saber más. Gracias al capitulo que Argullol le dedica a Lampedusa y a su Gatopardo, ahora estoy sumergida en la lectura de esta novela que nunca me había atraído especialmente, quizás por haber visto la película, pero el capítulo que Argullol le dedica conectando la novela con la película y viceversa como en bucle, me hizo lanzarme a leer El Gatopardo y ahora estoy encantada.
"La creación artística (la habilidad de inventar) no plasma la realidad captada, ya encontrada sensorialmente por tanto, sino aquello que nunca fue encontrado; es decir, lo que debe ser descubierto. O, más bien, lo que se está descubriendo, pues el proceso de creación es, al mismo tiempo, un proceso de descubrimiento."
Argullol se refiere a su narrativa como escritura transversal, que viene a ser una especie de conciliación entre la rivalidad entre “literatura” y “pensamiento”, entre las ideas y la sensaciones, y es cierto que consigue esta conciliación porque a medida que reflexiona sobre el arte, sobre el sacrificio que supone crear, sobre este caos en el que está asentada la creación artística en una eterna búsqueda de un orden, se establece una especie de intimidad que también concilian de alguna forma la soledad del lector frente al texto y su autor, y consigue transmitir muy bien este mundo de ideas sobre el arte y transmutarlo casi a las sensaciones, y por eso quizás estoy leyendo ahora El Gatopardo, no? Y cuando Argullol nos enfrenta, por ejemplo, a dos ejemplos de artistas aparentemente contrapuestos en su idea de lo que supone ser un verdadero viajero (metafóricamente hablando), Baudelaire y Höldering, el primero queriendo alcanzar lo no conocido y el segundo para volver a los orígenes y lo conocido, realmente está mimetizando ambos conceptos, que no dejan de ser circulares, el movimiento es vida, pero una vez alcanzado lo nuevo queremos volver al punto de orígen. Es este el del viajero, un capítulo fascinante porque no está hablando de un viaje físico, sino cómo viajamos a través de la imaginación.
"Baudelaire creía que el verdadero viajero es aquel que viaja por viajar, y en los últimos versos de su poema El Viaje escribió: Cielo o infierno ¿qué importa?, con tal de alcanzar lo nuevo. Para Hölderlin el viaje más decisivo era el retorno al origen. Ambos tenían razón: perseguimos lo nuevo, lo desconocido, como único camino de regreso.
Buscamos nuestro pasado en el futuro guiados por el afán de trascender ese presente que, si bien es nuestro único territorio de posesión, es al mismo tiempo nuestra cárcel, nuestra limitación."
Y me encandila Argullol también cuando se aleja un poco de lo que es la creación artística y se centra en analizarnos lo que ha sido el siglo XX y como lo compara a un caballo desbocado, que es un símil que realmente me fascina porque no ha podido ser más certero en este análisis, y mientras tanto, va relacionando ideas y conceptos que alientan continuamente a que hagamos un parón en la página para darle un par de vueltas. El caballo desbocado que pisotea todo a su paso, y cuando desaparece de la vista, solo ha dejado desastre en esta primera mitad del s. XX, cuando llega la segunda mitad de este siglo, “ha vivido mentalmente desde el arrepentimiento por lo sucedido en la primera mitad. Ha sido un duro camino de expiación que ha comportado el fin, más o menos turbulento, de los grandes ideales”. En definitiva, que he disfrutado muchísimo de este libro que alienta y motiva continuamente la curiosidad del lector .
"Sería posible ver este siglo innovador y desgraciado como un caballo que corre desbocado, por la Historia, movido por nobles metas mientras pisotea cuanto encuentra a su paso. Nacido como siglo de la utopía, crecido como siglo de apocalipsis, envejecido al final como siglo de la supervivencia, el siglo XX ha sufrido trastornos demasiado decisivos como para mantener las ilusiones forjadas por el humanismo. Ausschwitz, el Gulag, el Terror Frío de las décadas siguientes: buena parte de los proyectos ilustrados y románticos, de las ideas modernas, ha quedado sumergido en el lodazal.”
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