Las lunas antes del aterrizaje, de Clemens J. Setz

 

 
⭐⭐⭐⭐⭐
 
♫♫♫  Where is my mind? - Pixies ♫♫♫
 
 

"La guerra en invierno: nieve parda, la primera herida, leve, y la imagen de un caballo que, en mitad de la batalla, comenzó a caminar hacia atrás. Aunque en realidad los caballos no pueden hacer eso, fue dando un paso tras otro de espaldas hasta llegar a la linde del bosque, arrasada por el fuego. Bender observó maravillado aquel misterio hasta que tuvo que ponerse a cubierto..."


Me llamó la atención al terminar esta novela que en los agradecimientos, Setz mencionara a “Gracias a Bill Vollman”, e investigando sobre ello me entero de que Setz es un admirador de la obra del americano y que cuando éste presentó su Europa-Central en Berlin, Setz le sirvió de anfitrión y le entrevistó. Es un detalle que no tiene mucho que ver con Las lunas antes del aterrizaje, pero aunque me llamara la atención este agradecimiento, si digo la verdad, no me sorprendió demasiado porque transcurre mayoritariamente en el periodo de entreguerras al igual que Europa Central, y Setz de alguna forma destaca sobre todo, y es lo que me ha entusiasmado de esta novela, cómo la imaginación se convierte en una especie de herramienta de supervivencia en los momentos en los que la realidad deriva en el horror. No conozco a ningún otro autor ahora mismo que vaya tan por libre como Setz, exceptuando quizás a Vollmann, porque Setz también se pone el mundo por montera y es capaz de crear mundos únicos que en un principio pudieran parecer fantasía, y sin embargo son totalmente reales. Las lunas antes del aterrizaje aunque pueda parecer una mezcla entre novela histórica y biográfica, se aleja de estos géneros por esta forma tan libre de narrar que tiene Setz porque sabemos que está narrando unos hechos históricos y compartiendo datos biográficos pero su narración no lo parece, se está situando casi en el presente y esto es debido a su especial estilo entre poético y directo, es un rara avis en la literatura contemporánea, imposible de encasillar, no se parece a nadie.


La señora Michel repasó una vez más las extraordinarias cualificaciones del participante. Era casi poético: Guerra Mundial, piloto , Cruz de Hierro,; presidente del Consejo de Obreros y Soldados; escritor, Liga de Poetas Renanos; teoría monetaria, matemáticas, estudios de cosmovision, pareja sacerdotal; fundador de la religión de la Humanidad de Worms.”


En Las lunas antes del aterrizaje, Clemens Setz narra la vida de Peter Bender, un fundador religioso utópico que creía que la Tierra estaba hueca, por tanto la humanidad no vivía en esta esfera sino en el interior de la corteza terrestre. Setz incluso llegó a contratar una agencia de detectives para reunir los esquivos datos biográficos que había de Peter Bender, y aunque se siente una novela muy bien documentada, también es cierto que Setz se aleja de lo que puede ser una novela biográfica e intuyo que lo que más le interesa destacar es, partiendo de estos datos de su vida, inventar el mundo interior del propio Bender, delirante, poliamoroso, destructivo, egocéntrico, que parecía vivir en una especie de universo paralelo, solo centrado en sí mismo y en su forma de ver la vida, huyendo continuamente de la realidad de las calles. Setz se centra en las profundidades de la mente de Peter Bender, a caballo entre la genialidad y la locura y desde el primer momento crea un personaje que no parece pisar el mismo suelo de sus semejantes, ni siquiera el de su esposa, Charlotte, una mujer abnegada que creía firmemente en su visión pero también muy realista y la proveedora material de la familia. "- Vivimos tiempos pavorosos, Peter. Cámbialos si puedes... y yo  recuperaré mi antigua voz." Resulta también conmovedor como Setz aborda el matrimonio formado por Peter y Charlotte, él totalmente a su bola mientras que ella judía (en los peores tiempos del siglo XX para un judío), a veces ninguneada por él otras veces adorada, es la única que parece pisar tierra firme a medida que la amenaza nacionalsocialista se hace más evidente. Charlotte Bender resulta un personaje total y absolutamente fascinante. "A través de la ventana del jardín, vio la cabeza de Charlotte, que entraba flotando en la casa, el remolino asilvestrado en la coronilla, las gafas metidas entre el pelo. Venía de dar clase a un alumno. ¿Que sería yo sin ella? Nada más que la mitad de una pareja sacerdotal. Una triste sobra, silbando a ras de suelo como un cohete defectuoso."


"Después le pedí la mano a Lotte  bajo el letrero de una taberna que crujía sacudido por el viento. Mi única aportación a la justicia sobre la faz de la tierra. Violentas convulsiones otra vez y el agarrotamiento de la desesperación. Nadie debería pasar por algo así. Es mejor morirse, en 1917, a orillas del Vistula, convertido en restos de una explosión.


Es esta atmósfera del contexto histórico lo que mejor sabe plasmar Clemens Setz, y lo que a mí me ha tenido completamente absorbida  porque realmente no convierte este terror en una narración dramática sino que lo transmite a través de escenas incluso grotescas en la que la ingenuidad de Peter Bender está siempre presente. No es capaz de ver la realidad tal y como se presenta, parece que Charlotte es la única consciente y es a través de ella como el lector siente el presente del ascenso del nacionalsocialismo, la inflación que convirtió el dinero en papel pintado y la inseguridad continua por la supervivencia. "Mis ideas, ¡mis ideas! Se convertían en gas  tan rápidamente que había que andarse con ojo. Tampoco podía olvidarse de escribir otra vez a la editorial para reclamar los honorarios. Dinero y más dinero. Siempre dinero. No tenemos dinero, nos falta para esto y lo necesitamos para lo otro. Y ahí estaba él: en la vieja y polvorienta ciudad de Lutero, sin nada más alrededor que una era nueva y gloriosa." Predominan las escenas realistas, es cierto, pero los interludios poéticos son fascinantes, como pequeñas postales en esta monumental narración de casi 500 páginas. Mejor perderse en el bosque y luego quedarse flotando eternamente en el centro del mundo sin tener que pensar  más y convertido en fantasma." Es muy evidente que Setz demuestra una enorme ternura y querencia por este loco nerd que fue Peter Bender, y esto se nota en cómo logra transmitir su mundo interior porque   el narrador y el personaje parecen compartir la misma voz, creando un efecto de subjetividad e intimidad, y dando la impresión en algunos momentos que es una narración en primera persona, pero no. Aunque esta negación de la realidad lo convierta en un personaje a veces grotesco y patético, Setz siempre está ahí para recordarnos que la locura puede ser algo subjetivo y dependiendo de los tiempos que corran, la libertad de pensar diferente será la madre del cordero. Setz recrea en un personaje como Peter Bender nuestro derecho a pensar diferente, a elaborar una visión única construyendo mundos paralelos en nuestra imaginación. Una novela fascinante sobre este periodo de entreguerras que culminó en una de las pesadillas de la humanidad, una pesadilla que le pilló en el centro a Peter Bender, y aunque siempre escudado tras sus teorías y visiones de un mundo idílico, realmente lo que está exponiendo Setz más que el hecho de que el pasado es historia, es que el pasado está más presente que nunca. Las imágenes como postales se quedan grabadas, éste es el arte de Clemens J. Setz.

La traducción es de Virginia Maza.


Cada vez que pasaba mucho tiempo sin escribir, se daba lastima a si mismo: una criaturilla que trabajaba lastimosamente por arreglar y recoger algo mientras la gran ola de la destrucción avanzaba en su dirección. Si llegaba la noche y no tenía nada con qué distraerse, lo paralizaba la tristeza por su propia fragilidad y por la vulnerabilidad del cuerpo humano: su propensión a dejar de funcionar."

 

 

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