Tristram Shandy, de Laurence Sterne
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♫♫♫ A day in the life - The Beatles ♫♫♫
"Además, señor, dado que en cierto modo usted y yo somos un perfecto desconocido el uno para el otro, no habría estado bien que le hubiera permitido entrar en demasiados detalles referentes a mí persona de una sola vez. Debe usted tener un poco de paciencia. A medida que prosiga usted en mi compañía, el ligero trato que ahora se está iniciando entre nosotros se convertirá en familiaridad, y esta a menos que uno de los dos falle, acabará en amistad."
Prácticamente cuatro meses me ha durado Tristram Shandy, que ya sabía yo que iba a ser una bestia parda, un reto a la hora de poder terminarla y no me equivoqué, aunque también la he disfrutado muchísmo, me he reído, me he maravillado por la estructura, por los juegos de palabras, la continua procrastinación de Laurence Sterne, en una especie de juego con el lector porque daba la impresión de estarse riendo en nuestra cara confundiendo el orden narrativo y sin hacer avanzar la historia de Tristram Shandy porque si, porque su intención no estaba tanto en narrarnos una historia lineal ni siquiera con un argumento fundamental, sino que lo que hace Sterne es sobre todo diferenciar la ficción del caos cotidiano de nuestra mente. "¿Qué es la vida humana? ¿No es acaso un continuo vaivén de un lado a otro? ¿De un pesar a otro? ¿No consiste acaso en ir clausurando dolores para inaugurar otros al siguiente instante?" Nuestra mente en el día a día, se entretiene, se bifurca en mil y un hilos y pensamientos diferentes, a veces sin ni siquiera detenerse ni un minuto, siempre con algo diferente en la cabeza, y es lo que hace aquí continuamente Tristram Shandy en su autobiografía, distraerse mientra que Sterne nos lleva por terrenos narrativos que a veces nos ponen de los nervios, pero si lo contemplamos como un juego, podremos relajarnos. Sterne viene a decir también que la gracia de la trama de Tristram Shandy está precisamente en lo que va surgiendo página a página, sobre todo el viaje, la construcción de una obra sobre la marcha. "¡Despacito y con cuidado, gentil lectora! ¿A dónde te está llevando tú fantasía?" Laurence Sterne confía en un lector inquisitivo y curioso cuya mente participe activamente en la obra en construcción, y quiere sobre todo un lector que sea capaz de ayudarle a construir la historia en su mente.
"Lo he hecho para escarmentar a la viciosa costumbre de leer todo seguido hacia adelante, más en busca de las aventuras que de la profunda erudición y conocimientos que un libro de esta índole, si se lo leyera todo entero y como es debido, impartiría indefectiblemente con aquellas. La mente debería estar acostumbrada a ir haciendo sabias reflexiones y sacando interesantes conclusiones a medida que avanzara en la lectura."
"- Bien, continuó mi padre; tanto si nos damos cuenta de ello como si no, en la cabeza de todo hombre en su sano juicio hay una sucesión regular de ideas, de uno y otro tipo, que se siguen en cadena las unas a las otras exactamente como...¡Como la cadena de notas que emite un violín!" Las partes que más he disfrutado son precisamente aquellas en las que Laurence Sterne interactúa con el lector y convirtiendo de alguna forma su novela en una obra inmortal porque realmente no tiene ni principio ni fin, podría haber continuado en un bucle eterno haciendo avanzar engañosamente a Tristram, porque realmente la mayor parte del tiempo, las mil y una disgresiones, no hacen avanzar la historia. Hasta el cuarto volumen mantiene al pobre Tristram en el vientre materno, sin nacer, dando vueltas y una y otra vez sobre historias que se bifurcan y volviendo decenas de páginas después, a ese niño entre las paredes del vientre materno esperando a que Sterne le hiciera nacer a la vida de una vez. Avanzando y retrocediendo en el tiempo narrativo, Sterne crea una de esas obras atemporales (a Proust me remito) porque esa concepción del tiempo se convierte en la esencia de la novela: cuantas más páginas le dedica Sterne a su novela, más nos queda por leer porque realmente no hemos avanzado en el engañoso argumento.
"La escritura, cuando
manejada adecuadamente (como pueden ustedes estar seguros de que creo
que lo está la mía), no es más que un nombre diferente que se le
da a la conversación.
Y al igual que nadie que se sabe en buena
compañía se atrevería a hablar sin parar y a decirlo todo él, así
ningún autor que comprenda cuáles son los limites del decoro
presumiría de pensarlo todo él.
La mayor y más sincera
muestra de respeto que se le pueda dar al entendimiento del lector
consiste en repartir amigablemente con él esta tarea y en dejarle
imaginar algo a su vez: tanto, casi, como el propio autor."
Tristram Shandy transmite una sensación algo caótica por esa falta de linealidad, y por el caos que el lector en un momento dado siente porque no sabe qué Tiempo es el que está contando Shandy/Sterne en una página determinada. El mismo califica su estilo en plena narración como disgresivo progresivo, se carcajea del lector y le viene a decir que no está escribiendo una novela cómoda ni para hacerle las cosas fáciles. "Mi estilo consiste siempre en señalar las diversas y curiosas zonas de investigación a fin de llegar a las primeras fuentes de los sucesos que voy narrando; -no con un pedantesco Puntero,- ni a la terminante manera de Tácito, que a fuerza de tretas acaba por engañarse a sí mismo y al lector; -sino con la oficiosa humildad de un corazón dedicado exclusivamente a prestarles la mayor ayuda posible a los inquisitivos; -para ellos escribo y por ellos seré leído, si es que puede suponerse que una lectura de las características de esta vaya a durar tanto tiempo, hasta el mismísimo fin del mundo." Y éste sea quizás el detalle que convierte esta novela en un reto, porque lo que empieza siendo el proyecto de la autobiografía del propio Tristram Shandy, se va por los cerros de Úbeda casi continuamente con tantas disgresiones hablando de hechos incluso irrelevantes, divagando sobre todo en torno a los recuerdos de su padre, Walter y de su tio Toby. Argumentalmente se puede puede decir que la novela está dividida en dos secciones: la primera parte incluye la concepción, el nacimiento y la circuncisión accidental de Tristram, todo esto caóticamente dividido en el tiempo, y una segunda parte, que se detiene sobre todo en las aventuras del tío Toby, el hermano de su padre, y se puede decir que durante la mayor parte de la novela Tristram nos promete contar el romance de su tío, y solo cuando llegamos al final, podemos atisbar algo de ese incidente, brevemente.
"-
Porque el Amor, con el permiso de usía es exactamente igual que la
guerra en lo siguiente: en que aunque un sábado por la noche haga
tres semanas justas y cabales que el soldado ha ido saliendo ileso de
todas las batallas libradas, eso no obsta para que el domingo por la
mañana le puedan atravesar el corazón de un balazo. Y eso fue lo
que sucedió; la cosa estalló dentro de mí, como una
bomba..
[...]
Mrs Wadman, dijo mi tío Toby;
me ha dejado una bala aquí incrustada, añadió señalándose el
pecho.”
Laurence Sterne está continuamente atrayendo al lector a participar, no lo quiere pasivo y esto es parte de su técnica porque Tristram es una especie de autor ficticio al querer contar la historia de su vida pero perdiéndose en mil y un bifurcaciones. Incluso cuando Sterne se dirige al lector, le está dando pistas para que cuestione y reflexione sobre Shandy, porque por una parte está manipulando al lector con sus historias, pero Sterne está proclamando muy sútilmente que hay una una superposición de autores. Como dije anteriormente, lo que más ha podido fascinarme de esta obra ha sido precisamente este juego entre Sterne con el lector, porque quiere a un lector selectivo y crítico, que cuestione, imagine y reflexione sobre la marcha. La asociación de ideas, las yuxtaposiciones entre escenas que parece que no tengan nada que ver la una con la otra dan lugar a esa continua autocrítica. La narración de Tristram Shandy abarca los años entre 1680 y 1766 pero toda esta narración esta desordenada en el tiempo y es el tratamiento del Tiempo lo que convierte esta obra en algo tan poco convencional …, incluso leyéndola con los ojos de un lector de hoy, sigue siendo adelantada, y sobre todo atemporal. Mi siguiente parada debería ser El Quijote que ya toca, sobre todo porque parece ser el gran héroe de Laurence Sterne y de su Tristram Shandy.
La traducción es de Javier Márias.
"El Tiempo se desvanece con demasiada rapidez: cada letra que escribo me habla de la velocidad con que la Vida sigue a mi pluma; sus días y sus horas, ¡más preciosos, querida Jenny, que los rubíes que adornan tu garganta!, vuelan por encima de nuestras cabezas, como nubes ligeras de un día ventoso, para nunca más volver; todo se precipita, mientras tú te rizas ese mechón. !Mira!, se hace gris; y cada vez que te beso la mano para decirte adiós, y cada ausencia que sigue, son preludios de esa separación eterna que pronto habremos de padecer."
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