Basil, de Wilkie Collins
⭐⭐⭐
(2,5)
El Basil al que se refiere el titulo de la novela, es un joven que un día ve a una chica en un ómnibus y se enamora perdidamente de ella. Ni siquiera se para a hablar con ella, la sigue, localiza su domicilio y unos días después contacta a su padre para pedir su mano. Pero claro, este argumento tiene enjundia porque Basil es un tanto clasista en el sentido de que su familia es casi aristocrática, y la pobre Margaret Sherwin, es hija de un comerciante de telas, osea, que de ningún modo el padre de Basil iba a acceder nunca a este matrimonio. Sin embargo, Basil se ha encaprichado y con el acuerdo (interesado) de su futuro suegro, decide llevar su relación en secreto; accede sobre todo a la propuesta del padre de Margaret: deben casarse enseguida (no fuera a haber pecado entremedias) y Basil debe acceder a que incluso ya casados, su matrimonio no debe ser consumado. Con lo cual Basil se pasa todo un año yendo a casa de los Sherwin a ver a su amada, incluso estando ya casados pero sin tocarla, y todo esto en secreto.
En fin, el argumento es un poco tonto, pero tengamos en cuenta que Wilkie Collins nos está haciendo un retrato puro y duro de las relaciones en la era victoriana. En aquella época debía ser de lo más normal arreglar relaciones y matrimonios entre los hombres de la familia y no pedir ni dar voz a la interesada. Y en este caso concreto, no solo ellas no tenian voz ni voto socialmente hablando sino que Wilkie Collins realmente tampoco se la da a los personajes femeninos de la novela, porque el autor hace dos distinciones muy planas: la mujer ideal, virtuosa que no conoce pecado, y el demonio, la mujer pecadora, que en un intento por liberarse del yugo paterno y/o seguir sus propios deseos se convierte en una villana. Hay una cita, dónde creo que se define perfectamente este concepto que se tenía de la mujer en la época:
“Será mi esposa, mi amante, mi criada; lo que yo quiera”
No es una novela que me haya entusiasmado, debe ser quizás porque fue de las primeras de sus novelas y todavía Wilkie Collins estaba en la búsqueda de su estilo. La novela se hace muy pesada por el estancamiento del argumento, las eternas reflexiones de Basil en torno a la mujer perfecta, idealizada en su mente, y su indecisión a la hora de enfrentarse a su padre, se convierten en páginas y páginas de no avanzar y de continúo victimismo por parte de Basil, y cuando realmente en la segunda parte parece que adquiere un poco de ritmo, ese ritmo va perdiendo fuelle en el descenso. Los personajes están descritos creo que con poca profundidad, y ya digo que si el autor le hubiera dedicado unas pocas páginas a la descripción de Margaret Sherwin, quizás otro gallo hubiera cantado, pero no, solo conocemos al personaje femenino central de la novela por lo que “ellos” dicen de ella, y casi que no hay ninguna escena donde seamos testigos de “la voz” de Margaret.
Sin embargo, lo que más me ha interesado de esta novela es precisamente como describe a estos victorianos y Basil es un ejemplo puro del hombre victoriano de aquella época: de cara a la galeria respetaba y adoraba esos orígenes aristocráticos, sobre todo frente al pater familias, pero a escondidas no le importaba recorrer la parte menos favorecida de la ciudad para conseguir el objeto de su deseo, siempre a escondidas. No es el mejor Wilkie Collins, un tanto mediocre y farragoso.
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