Dias Entre Estaciones, de Steve Erickson

 


 ⭐⭐⭐⭐⭐

 "-No, nunca hace este frío en Hollywood. -Y añadió-: Pero sí lo hace donde crecí, Kansas.
-¿Qué es Kansas?
-Kansas-dijo ella-. El Mago de Oz."

Kansas, Los Ángeles, Paris y Venecia, son los escenarios por los que se mueve esta fascinante obra del que se ha convertido en mi adorado Steve Erickson. Llegué a este autor gracias a Zeroville, inmensa, y vuelvo a él gracias a  esta otra obra también publicada por la editorial Pálido Fuego. Dias entre Estaciones fue su primera novela, aunque no lo parece por lo firme y luminosa en su discurrir y durante la lectura tienes la sensación de estar en medio de un sueño, imposible de separar realidad física de la ensoñación, y en este caso tengo que rescatar algo que se decía una y otra vez como en bucle, en la lynchiana Twin Peaks The Return: “Somos como el soñador, que sueña y vive dentro del sueño.

No sé realmente como describir las sensaciones durante la lectura de esta novela pero es de esas obras que te hacen casi vivir la lectura como una experiencia intuitiva, -entro en la historia y no quiero terminarla, como en un sueño-, asi que tuve que ir dosificándola. Steve Erickson tiene una prosa exquisita, hipnótica, te lleva de la mano por un entorno medio apocaliptico, entre varias lineas temporales y ¿universos paralelos?? pero también muy real: tormentas de arena en Los Angeles, rios helados en Paris, viajes en tren donde el tiempo se detiene o avanza a velocidad de vértigo, una niebla que cubre Venecia en la que a quién se pierde, le resulta imposible encontrar la salida... experiencias que no sabría si calificar como surrealistas u oníricas, porque por una parte me parecían reales y muy físicas.

"Por un instante pensó que quizá él la había visto; la luz se movió y él se quedó a oscuras, y ella se descubrió allí atrapada , a la espera de que la luz le encontrase otra vez. Cuando lo hizo, su rostro semejaba a una neblina, un perfil infinitamente enmarañado (...) hasta que, tras haber sucedido esto tres o cuatro veces, apareció en medio de un fulgor tan puro que ella habría sido capaz de verle...".

La historia comienza con Lauren, en Kansas, para luego bifurcarse hacia Michel/Adrien en Los Angeles, y para luego llevarnos a Paris, donde somos testigos del nacimiento de un genio, y de su creación artística. Imposible contar el argumento porque la gracia está en ir adentrándose pero aquí todos los personajes andan a la búsqueda de algo, o la memoria, o una película perdida, o el amor. Y lo mejor es como te lo estructura, porque Steve Erickson al igual que en Zeroville, juega con la estructura de la historia y la asemeja a una película: desde el juego de luces y sombras del cine mudo pasando por los diferentes estados emocionales en la creación de una pelicula. Muchos reconocerán de donde toma el modelo para la película perdida, obsesivamente buscada de la misma forma que fue obsesivamente creada, pero creo que reconocer las referencias ericksianas no es tan importante como sumergirte en esta experiencia sensorial y adictiva que me ha supuesto la lectura de Dias entre Estaciones, imposible olvidar ya ese abrigo azul o Wyndeaux. Desde ya está entre mis libros de cabecera.

Compró una entrada, accedió a la sala y se sentó en una fila vacía, a la espera de que las luces se apagaran y la pantalla parpadease ante él, y supo que éste era el momento que había evitado; que si este momento no hubiera significado nada para él, se habría sentido más irremediablemente perdido que nunca, habría sentido una soledad tal que los días anteriores ni siquiera hubieran podido anticipar. Asi que experimentó una euforia salvaje cuando, al dar comienzo la película, sintió una emoción y una pasión enormes”.

 

Nota: Traducción de Jose Luis Amores, del que me he permitido  la libertad de citar los textos para la reseña.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Yo navegué con Magallanes, de Stuart Dybek

Escena de caza (furtiva), de Agustín Gómez Arcos

[Cuento] El altar de los muertos de Henry James