Babysitter, de Joyce Carol Oates

 

⭐⭐⭐⭐⭐


♫♫ ♫   Dean & Britta: "It Don't Rain in Beverly Hills"   ♫♫ ♫


"Una sonámbula avanzando lentamente y con cuidado sobre sus stilettos por un pasillo sin ventanas. Es la maldición de la belleza, los tacones de aguja, 6133, 6149, 6160... Los números aumentan tan despacio que siente una oleada de alivio, nunca llegará a la 6183.
[...]
Al acercarse a la 6183 se echa a temblar."


No hay que subestimar a Joyce Carol Oates, nunca, y lo digo porque yo misma, pobre de mí, pensaba que al haberme leído muchas de sus novelas, ya a estas alturas ninguna otra conseguiría sorprenderme y que esta autora ya había abordado todo lo que tenía abordar; pero por supuesto no ha sido así porque la Oates lo ha vuelto a hacer: no solo me ha sorprendido sino que me ha hecho volar la cabeza por la forma en que ha concebido esta novela y su personaje femenino. Es una autora a la que adoro pero entiendo que tiene novelas más irregulares que otras y quizás en esta última etapa las ha habido, pero claro que en una autora tan prolífica como ella, no todo pueden ser obras maestras y así y todo, una novela irregular en una autora de la talla de la Oates, es una novela genial en cualquier otro autor por tanto su listón está siempre muy alto. El caso es que contaba que no estaba preparada para una novela como esta donde el comienzo ya de por sí sienta las bases de todo lo que viene después porque JCO demuestras que a estas alturas puede con todo:  que se arriesga y se tira al barro, que no le importa volverse bizarrísima oscura y tenebrosa buceando en el lado más oscuro del ser humano, y leyéndola, una vez, más nos demuestra que todos tenemos ese lado oscuro, algunos lo visiblizarán alguna vez a lo largo de su vida, otros no.


"¿Es Hannah? Una figura compuesta de píxeles.
Se observa a sí misma en trance. En un monitor del vestibulo del hotel; de hecho, en una secuencia de monitores instalada en una pared a una altura de unos tres metros y medio y en cada pantalla la figura imprecisa de una mujer, espectral, suspendida, atravesando la entrada del hotel Renaissance Grand.”


Si usáramos un simil cinematográfico, compararía estas primeras cien páginas al comienzo de una película experimental, porque lo vivimos todo a través de la la mente de Hannah Jarrett de camino a la habitación 6183 de un hotel exclusivo de Detroit, el Renaissance Grand. Páginas y páginas donde apenas somos conscientes de nada más que del terror de una mujer a punto de serle infiel a su marido, y el simbolo de ese mundo desconocido al que va a penetrar es la habitación 6183 que de alguna forma es la puerta para ella al morbo, y al hecho de dejar de ser invisible, de demostrarse a sí misma que está viva y que es deseada porque para el pobre concepto que tiene Hannah de ser una mujer,, “si no eres deseada, no estás viva”, de modo que la autora sitúa a Hannah en una especie de sueño onírico y recurrente en el pasillo de ese hotel entrando o saliendo del ascensor, demorándose, retrocediendo, echándose atrás, temiendo si entrar o no, asi... en un bucle continuo y recurrente mientras su mente es una bomba de relojería retrocediendo atrás en el tiempo haciendo un repaso de su mundo, de su familia, de su pasado… la habitación 6183 es la puerta a su entrada a un mundo desconocid, a una realidad paralela de la vida que lleva.


"Recuerda cuando su vida era tan pacífica, tan ordenada y predecible. Confundía el calendario de su escritorio con el flujo de la vida misma: cada día un rectángulo en un espacio en blanco, un vacío que esperaba a llenarse.
[...]
Eso lo ha perdido, piensa. Esa calma y ese control."


Babysitter comienza con una mujer a punto de tener una aventura, pero no una aventura cualquiera porque Hannah es un ama de casa en el Detroit de finales de los 70, solamente dedicada a ser la esposa y madre perfecta en un entorno de lujo. Vive en una elegante urbanización protegida y amparada por esa elite social donde los maridos trabajan y ellas con sus ropas costosas, sus tacones de aguja y sus obras de caridad llevan vidas hastiadas y aisladas (a la Mistica de la Feminidad de Betty Friedan me remito), completamente alejadas del mundo real viviendo en una especie de burbuja. En una de estas fiestas de caridad Hannah conoce a un misterioso desconocido, con el peligro grabado en cada poro de su piel, y poco después se citan en la la icónica habitación 6183 del Renaissance Grand. Un hombre misterioso que cuando lo conoce simplemente toca brevemente su muñeca pero deja una gran impresión en Hannah, quizás ella no necesite mucho más que eso, para despertar de su sonambulismo. Hannah sabe que se va a lanzar a un vacío para el que puede no estar preparada, pero hay momentos en la vida en que incluso sabiendo que las decisiones que se van a tomar son incorrectas, el ser humano se lanza a ellas a sabiendas de la factura que posteriormente habrá que pagar por ello, por tanto no es un recurso gratuito que la la autora elija una cita de Paul Bowles en el inicio de esta novela: “Las cosas no suceden, depende a quien se cruzan en su camino”. Joyce Carol Oates está algo obsesionada por los puntos de inflexión en determinados momentos de la vida de un ser humano, buceando en alguna entrevista, la autora habla al respecto, y a través de Hannah Jarrett de alguna forma exorciza esta obsesión recurrente porque aunque Hannah es una mujer con la que nos va a ser difícil empatizar sí que conectaremos con algunos puntos que le va a tocar vivir. En este aspecto la Oates es una maestra: sabe que no nos gusta Hannah pero a través de la experiencia que le va a tocar vivir, la convierte en un ser humano visible. Además que Hannah se embarca en esa otra vida a sabiendas de que es un peligro, pero quiere tener derecho a vivirla, a salirse del tiesto por una vez en su vida.


"Una parte de su cabeza entiende que nada de eso es real. Ese sueño familiar en el que vuelve a ser una niña. Intenta correr, sin aliento y asustada. No de nuevo, sino todavía."


Podríamos considerar esta novela un thriller, salvando las distancias, porque paralelamente a este hilo argumental en torno a Hannah y su infidelidad, la historia recorre a su vez la trama en torno a los brutales secuestros y asesinatos de niños por un asesino en serie a quien denominan Babysitter. Los niños, a menudo huérfanos o seres vulnerables, siempre blancos, desaparecen para ser encontrados asesinados poco después. Hannah, su familia y su entorno, viven en un completo estado de paranoia estas desapariciones y posteriores muertes una vez que estos sucesos afectan inesperadamente a una familia de la élite y vecina suya, porque por primera vez se sienten amenazados en su segura burbuja. Ambas tramas irán confluyendo hasta encajar pero en mi opinión y aunque la Oates se haya basado en unos asesinatos reales que ocurrieron en los años 70 en Detroit, no dejan de ser una especie de Mcguffin porque todo es una excusa para bucear en la psique de Hannah y en su paranoia mental. Hannah lo arriesga todo, se siente culpable y así y todo se siente atraída en una relación extramatrimonial que resulta todo menos segura porque la Oates la hace penetrar en un precipicio de violencia que la va engullendo y va dinamitando su seguro mundo,  dosificando el suspense de tal forma que es una de sus novelas más enganchantes, el ritmo es bestial  y  en ningún momento decae porque desde esa habitación 6183 de las primeras páginas, hasta la misma habitación de las páginas finales, nos ha hecho sus cómplices. Hay un momento magistral, casi al final de la novela, donde la autora usa el simil de un collar de perlas descuidadas y sin vida compárandolas a la propia vida de Hannah Jarrett:


"- Ha descuidado estas perlas, querida. Hay que ponérselas a menudo. Debería saber que, para conservar su belleza, su ser, requieren calor humano, intimidad. Spinoza dijo: ´Todas las cosas desean persistir en su ser´. Las perlas no son diamantes, querida. Si las abandonas, pierden el corazón, se vuelven frágiles y empiezan a morir. Pero ya ve que han empezado a perder lustre. Han empezado a perder la esperanza. Están al inicio de su declive, como un amor que ha salido mal.

[...]

¿Por qué no se las ha puesto más a menudo, señora Jar-rett? ¿Pensaba que no estaban de moda, que eran antiguas? No son modernas, sexis, ¿es eso?


A pesar de que a simple vista parece un argumento manido, la gracia está en cómo la Oates monta la trama; es un retrato psicológico puro y duro en torno a Hannah, una mujer al borde del abismo. El control absoluto que tiene la autora de la prosa, de las descripciones de violencia sin cortarse un pelo, pueden resultar perturbadoras e inquietantes, pero  en ningún momento está pasada de rosca porque al mismo tiempo repasa sus temas de siempre y con una habilidad asombrosa cuela temas como el de la salud mental, la inmigración, el abuso infantil, los problemas raciales, la violencia policial, los roles de género.., JCO en estado puro.


"Su mujer nunca ha ocupado tanto espacio emocional en todo el matrimonio como en ese breve periodo de tiempo, esa mañana. Está pasmado, anonadado."

[…]

"Recordaba a su padre apartándose los dedos de la madre del brazo, un gesto de desprecio supremo que hacía mientras se alejaba de ella, indiferente, aburrido.


Babysitter (el título es horrendo, una concesión) es una novela inmensa, sorprendente, de una autora, que está mas viva que nunca. Joyce Carol Oates cuenta que escribió esta novela durante el primer confinamiento de 2020 y volcó en ella parte de esta incertidumbre y el caos paranoico que se vivío en aquellos momentos, un ambiente de ansiedad continua que se refleja a la perfección en la novela. Y para ello la narra en el presente porque al igual que en la vida misma, si vivimos el presente, las historias no están terminadas de contar. Y aunque parezca que el final es una ida de olla y haya cosas sin resolver (¿dónde empiezay acaba esa sutil linea mental entre la realidad y la imaginación?), durante la novela va dejando pistas para encajar las piezas. Joyce Carol Oates no es una autora a la que le guste dejar cabos sueltos. Diosa máxima, una vez más. 

 La traducción es de Nuria Molines Gallarza.


"Se siente difuminada, en un estado onírico. Desde luego, cabe la posibilidad de que esté soñando y todo esté pasando en lo sumergido."


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Yo navegué con Magallanes, de Stuart Dybek

Escena de caza (furtiva), de Agustín Gómez Arcos

[Cuento] El altar de los muertos de Henry James