El Buen Hermano, de Chris Offutt
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♫♫ ♫ Hey Brother - Avicii ♫♫ ♫
“Vislumbró los destellos de la libertad que gozaba en aquel momento, una sensación que lo asustó. En un semaforo en rojo, se fijó en el ventanal de una taberna. Había otro bar en la acera de enfrente. La ciudad era el lugar al que la gente acudía cuando no tenía otro sitio al que ir. Bebían, amaban y se peleaban, y Joe deseaba poder ser uno de ellos, pero sabía que jamás lo lograría. Estaba cansado de intentar ser como los demás.”
La verdad es que desde el momento en que leí “Noche Cerrada” no se puede decir que Chris Offut me haya decepcionado en ningún momento, desde sus relatos donde comprime la esencia en torno a unos personajes casi siempre desubicados pero donde la tierra es capaz de redimir cualquiera de los contratiempos con los que se van encontrando en su camino, pasando por sus novelas, en las que parece que consigue el más díficil todavía: desarrollar el concepto de estos relatos convirtiéndolos en novelas espléndidas, con un ritmo que tiene vida propia, un ritmo que lleva la marca de la casa Offutt: lento aunque se entrevea un argumento de fondo dinámico, pero es una lentitud marcada por el estudio de personajes que Offut va elaborando a lo largo de sus historias. Además que Offut, en este ritmo pausado, está confiando parte de su bagaje al lector. Es en esta lentitud, en estas pausas en las que sus personajes se mimetizan con el paisaje que los rodea, con esa naturaleza ruda de Kentucky, donde realmente el lector tendrá el poder para ir descifrando lo que se esconde entre líneas.
"
-Ya llevo por aquí un tiempo, a mi bola, en el arroyo Rock, o con
vosotros. También he pasado ratos en la ciudad. Pero no puedo evitar
sentirme desubicado. Como si estuviese en otro país. Ha sido así
desde que llegué.
- ¿De que estás huyendo, Joe?"
Se puede decir que El Buen Hermano es la historia de una huida, la de Virgil Caudill, una huida tanto física como emocional, y reconozco que es lo que más me ha impactado en esta, la primera novela de Chris Offut: el sentimiento de pérdida, de melancolía crónica del personaje protagonista al verse obligado a alejarse de su hogar, lo que lo convertirá en un ser desubicado ya para siempre: "La luz rezumaba por las grietas de la pared como grano de un saco de pienso rajado. Había cerros, árboles y un arroyo, pero nada le pertenecía." Y da igual que Virgil en su huida, cambie de nombre y pase a llamarse Joe, y se desplace del entorno agreste y montañoso de Kentucky a la bellísima Montana, e incluso haya conatos de que pueda construir un hogar en este nuevo entorno... Virgil/Joe sabe que ha perdido el arraigo que lo ataba fuertemente a su tierra. Y aunque esta novela se la etiquete dentro de ese subgénero que es el country noir, solo por la construcción de un personaje como el de Virgil/Joe, se puede decir que Offut va más allá de etiquetas y subgéneros y lo demuestra claramente aquí. Sí que hay un argumento noir, que a mí confieso que no me llamó especialmente la atención, porque realmente lo que me interesó desde un primer momento es esa atmósfera de pérdida en la que Offut envuelve a su personaje protagonista.
"-¿Y
por qué se marchó?
- La soledad pesaba. Me vine a Montana por
la vida social.
- He oído que aquello es bellísimo.
- El
paisaje no se come."
El Buen Hermano comienza en Kentucky, en la pequeña ciudad de Blizzard y nos relata la historia de Virgil Caudill, que con 32 años, vive día a día la pérdida de su hermano Boyd, quizás el otro gran personaje de esta novela, aunque esté muerto, está continuamente presente durante toda la novela. Boyd era el contrapunto de Virgil: la seriedad, serenidad y estabilidad de Virgil tiene su perfecta dicotomía en su hermano Boyd, salvaje, empático y continuamente metido en lios, hasta que es asesinado. Este asesinato acaba con la estabilidad de la familia Caudill formada por su madre y su hermana Sara, y convierte la vida de Virgil en un infierno en la tierra. Todos en los cerros de Kentucky saben quién es el asesino de Boyd pero nadie habla pero además hay una especie de ley de la tierra, silenciosa y firme, que dice que este asesinato no puede quedar impune y que la familia debe vengarlo. La presión para Virgil es continua, debe vengar este asesinato aunque él esté firmemente en contra, es incapaz de escapar a esta presión familiar, social, casi crónica. Así que Virgil a partir de un punto determinado, se verá obligado a huir, a dejar este hogar para siempre y convertirse en otro, en Joe, un completo desconocido para sí mismo: "Tenía comida, pero no tenía hambre. Tenía un Jeep, pero no tenía adónde ir. Un nombre nuevo y nadie que lo llamara." En su huída, Virgil atraviesa medio Estados Unidos, hasta llegar a Montana, una tierra completamente nueva, que lo acogerá aunque él no termine de conectar emocionalmente nunca con ella.
"-La ciudad -dijo Joe. Meneó la cabeza-. Yo sigo prefiriendo sentarme en el bosque todos los días. Aunque no sea mi bosque."
El Buen Hermano está repleto de momentos magníficos, por ejemplo, los momentos de la huida de Virgil atravesando el paisaje estadounidense completamente solo, hasta que se ve obligado a pasar el invierno en una cabaña aislado del mundo, en soledad continua. Offut pasa sin sonrojarse de estos momentos de intimidad completa a otros momentos en los que la fuerza puede residir en unos diálogos impactantes de personajes que se comunican casi entre líneas, escondiendo información para que el lector pueda terminar de ensamblar estos diálogos en un todo. Diálogos que alcanzan su cénit en una escena colosal y casi perfecta entre Virgil y otro personaje que surge casi al final, y al que de alguna forma andaba esperando. Un diálogo en la linde de un bosque que emociona por esa nostalgia del hogar, por esa ansía de pertenencia a un lugar que se respira en cada frase de la escena. Es un momento tan emocionante que prácticamente se puede decir que toda la novela merece la pena solo por esta escena.
"- No dejó rastro en este territorio. Por aquí solo está vivo en mi cabeza "
“Joe se dió la vuelta. Los árboles que remataban las montañas permanecerían verdes todo el otoño. Echaba de menos el follaje brillante de sus cerros. El otoño era la estación favorita de Boyd. Mucho después de dejar de cazar ciervos, siguió rastreándolos cada año por el bosque con la esperanza de tocar uno.”
El Buen Hermano parece una novela de formación aunque tengamos un protagonista de 32 años. No tenemos a un personaje adolescente preparado para descubrir el mundo, todo lo contrario tenemos a un hombre hecho y derecho que nunca ha salido de las montañas de Kentucky y que se ve obligado, y en contra de su voluntad, a emprender un viaje que le cambiará ya para siempre. Offutt consigue establecer un ritmo solo y a partir del estudio psicológico de un hombre que me ha conmovido en muchos momentos: la desesperación de un hombre, Joe, por no olvidarse de quién fue, Virgil Caudhill, pero que al mismo tiempo iba difuminándose poco a poco de su vida casi hasta hacerse irreconocible.
La traducción es de Javier Lucini.
"El rostro de su madre ya se le estaba comenzando a desdibujar. Se había pasado casi toda la vida al aire libre y no acertaba a distinguir si las paredes eran para mantenerlo a él dentro o al mundo fuera. La gente las llenaba de cosas, y se preguntó si no sería para distraer lo que las paredes eran en realidad: obstáculos para la luz."
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