La gravedad de las circunstancias, de Marianne Fritz
⭐⭐⭐⭐⭐
♫♫♫ One of these mornings - Moby ♫♫♫
¿Quedaba rastro de la nostalgia y del silencio punzante?
No recuerdo ahora mismo cómo he llegado hasta la autora austriaca Marianne Fritz, puede que fuera a través del Dorothyproject, que es una editorial americana que la ha visibilizado después de no sé cuantos años años de permanecer enterrada. La han visibilizado en inglés, porque sus obras son imposibles de conseguir ni siquiera en alemán, su idioma original, aunque cuando esta novela se publicó en su momento en 1978 incluso ganó premios. Pero lo cierto es que ahora mismo, esta es la única novela de Marianne Fritz a la que hay acceso, y tenemos la suerte de que Alpha Decay la trajo a España en su momento. Lo incongruente de este asunto es que las obras de Marianne Fritz son imposibles de encontrar en su idioma original, el alemán. La publicación de esta novela marcó el comienzo de un proyecto masivo de varios volúmenes denominado Die Festung (La Fortaleza) de la que el La Gravedad de las Circunstancias fue la primera de la serie. Este proyecto se basó en la historia de la Primera y Segunda República de Austria. Marianne Fritz trabajaría en este proyecto el resto de su vida. Publicó su segunda novela en 1980 como Das Kind der Gewalt und die Sterne der Romani (El niño de la violencia y las estrellas de los romaníes) pero después del éxito de la novela que me ocupa, esta segunda fue un rotundo fracaso. Y ahora después de haber terminado La gravedad de las circunstancias, confieso que daría la mitad de mi biblioteca por echarle la zarpa a esta segunda novela de la serie: Das Kind der Gewalt und die Sterne der Romani (El niño de la violencia y las estrellas de los romaníes), pero me temo que por ahora es imposible de conseguir en ningún idioma.
“Tienes que acordarte de lo que te voy a decir. Tienes que mirar a Berta con mis ojos: si no, no la vas a entender.”
Esta es una novela de la que lo mejor es no contar mucho del argumento porque al ser una narrativa fragmentada, se va desvelando poco a poco. Sí es verdad que en un principio me costó ubicarme porque no sabía realmente quiénes eran Berta Faust o Wilhelm o Wilhelmin... hay una continua repetición en los nombres, porque Berta empieza siendo Berta Faust y más adelante se convertirá en Berta Schrei por matrimonio y cuesta entrar, además de que este apellido Schrei será compartido por casi todos los personajes en esta novela; otro lio para mi era el hecho de que no sabía dónde y en qué tiempo estaban situados los personajes, si en el presente o en el pasado en forma de flashbacks y porque parecía que de alguna forma Marianne Fritz enfrentaba al lector con pequeñas postales desconectadas unas de otras, pero ya digo que poco a poco la autora iba colocando la historia en su sitio a base de capítulos cortísimos y titulándonos simplemente por una frase dentro de ese capítulo como por ejemplo:
¿No es cierto que la vida es un sueño terrible?
Tan espectrales e irreales como los años de la guerra
Un Hombre, una Palabra, y estás perdida.
Otro detalle significativo es
el hecho de que muchos nombres de personas y lugares en esta novela
tienen una doble lectura, por ejemplo el apellido de soltera de
Berta, Faust,
se puede traducir por puño además de la connotación goethiana, y
su apellido de casada, Schrei
significa grito
o llanto
en alemán, lo que aumenta la atmósfera de claustrofobia y terror
doméstico en la que se va convirtiendo esta novela porque cuando por
ejemple se dice en algún momento “En
la casa de los Schrei…”
por muy calmada que esté en ese momento la atmósfera familiar, ya
ha calado en el lector… Marianne Fritz establece una historia con
cuatro personajes básicamente: una joven llamada Berta, Wilhelm, la
amiga de Berta, Wilhelmina y Rudolf, el primer amor de Berta que
muere en la guerra en 1945. La novela transcurre entre 1945 y 1963 y
continuamente va saltando en el tiempo, presente, pasado, vuelta al
presente… Marianne Fritz juega continuamente con la repetición, no
solo de los nombres, sino de los números, de las fechas, y sobre
todo de ciertas palabras...
"Es interioridad. Lo que me falta es interioridad. Soy demasiado superficial, tiendo demasiado al exterior", se recriminaba Berta a menudo, y se afanaba de buena fe en desarrollar eso que se le resistía una y otra vez: una mirada dirigida al interior."
Berta, el centro neurálgico de esta novela, es una mujer frágil que se referirá a la vida real como la gravedad de las circunstancias, una especie de metáfora de lo que significa para ella la imposibilidad de gestionar ciertos hechos que han sucedido en su vida. Se deja llevar en su ingenuidad sin embargo las consecuencias de la guerra la han dejado profundamente marcada “Si las zarpas de la vida modelan y dejan marcas, ¿por qué no presentaba ella la más minima señal?” y quizás en su ingenuidad no es consciente de que la vida la ha dejado marcada y que emocionalmente las señales son muy evidentes para los demás una vez emprendida su vida doméstica, pero los pequeños hechos que se van sucediendo, la forma en la que Marianne Fritz nos la describe en su vida matrimonial, con sus hijos, ya se nos hace evidente que para Berta, la vida real no existe. Está obsesionada con el hecho de que no vive para dentro de sí misma, sino solo de cara al exterior pero quizás esa creencia le viene de la presión social y familiar con la que se ve obligada a vivir. Es tanta la presión, el ahogo doméstico, que solo se libera en sueños:
“Cuando duerme, no es tan superficial, no tiende tanto al exterior. Las zarpas de la vida modelan y dejan marcas; la garra que aplasta, aprieta y presiona; la gravedad de las circunstancias, la vida real, nada de eso puede afectarla cuando duerme. Es así de simple. El sueño lo ahuyenta todo.”
Me resulta muy complicado hacer una reseña mínimamente decente si quiero obviar el argumento de esta pequeña gran novela, que me ha descubierto a una autora a la que me encantaría seguir leyendo pero que me va a resultar imposible porque no hay nada más a lo que agarrarse. Me ha fascinado la narración no solo fragmentada, sino totalmente rota y casi caótica dentro de su orden, porque lo que pretende es reflejar es ese desorden, esa farsa de una sociedad que venía de vivir un horror e intentaba conservar las apariencias. La toxicidad del personaje de Wilhelmina, por ejemplo o la pasividad de Wilhelm Schrei, no dejan de reafirmar esta atmósfera desoladora de ese periodo en la historia.
“Berta Schrei, que consideraba que lo sueños hacían referencia a la vida real y que por tanto, había que tenerlos en consideración, estaba tumbada en la cama boca arriba, con la mirada dirigida a la ventana, decidió que era mejor pasar el resto de la noche en vela.”
La gracia puede que esté
también en que Marianne Fritz no traza a sus personajes con
profundidad psicológica, ni siquiera con profundidad emocional, todo
funciona como una especie de sátira naif, en la que la mayoría de
la información se va revelando gradualmente y en la que ellos se
mueven como fantasmas. Es una novela corta que me podía haber leído
en una tarde, o en dos tacadas y sin embargo, me he visto releyendo
capítulos, párrafos, avanzando y retrocediendo continuamente. La he
disfrutado muchísimo porque al mismo tiempo que me ha parecido una
novela de terror por esa atmósfera de ahogo de una mujer a la que le
resulta imposible liberarse de la garra que la aplasta y la
aprieta que es la vida real, al mismo tiempo es sorprendente
como va impactando. Parece una narrativa sencilla, simple, y sin
embargo, Marianne Fritz consigue lo más difícil: calar y que la
historia se quede, yo creo que ya para siempre. Durante la narración
se repiten continuamente las palabras vida, sueño y heridas. Indescriptible Marianne Fritz, y única.
La traducción es de Juan de Sola.
“- La vida es esperanza y la esperanza es una herida. No cabe la menor duda. [...] ¿No lo sabe? ¿Cómo? ¿No sabe que la esperanza es una herida? Entonces, ¿qué es lo que sabe?”
Pfff. Deja de leer libros interesantes. Mira, como no soy de literatura japonesa, podrías volver a ellos... Por cierto, hace poco leí uno de Dovlatov (La Maleta), ¿lo conoces?
ResponderEliminarYa reservé el anterior de Pretextos que quedaba menos mal, en una de las librerías que suelo frecuentar
Qué casualidad, me lees el pensamiento porque me puse ayer con un japonés!!!
ResponderEliminarCual es el anterior de Pretextos? Bove???
No conocía a Dovlatov. Lo investigo. Gracias!
Sí, Bove
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