Mis Amigos, de Emmanuel Bove

 


 ⭐⭐⭐⭐⭐

♫♫♫ Late night - Foals  ♫♫♫

 

"Me hubiera gustado correr hacia él, pero como seguramente habría supuesto que llevaba varias horas esperándole, me contuve. Nunca se habría creído que acababa de llegar.
La gente no cree en la casualidad, sobre todo cuando ésta es la única excusa."


Emmanuel Bove es un autor francés al que no conocía, imagino que porque la literatura francesa no me entusiasma y me mantengo alejada de ella, pero tengo que dejarme de prejuicios ya a estas alturas, porque ¿qué más dan estas etiquetas que no valen para nada?. Bove es absolutamente francés y la novela me ha encandilado totalmente. La cita del principio define perfectamente a Victor Baton, el antihéroe de Emmanuel Bove, un tipo que se pasa el tiempo corriendo detrás de la gente pidiendo migajas de amistad, de amor… necesita un calor humano que no encuentra, o él cree que lo necesita y quizás esto nuble sus verdaderas necesidades. Realmente la novela no me ha encandilado tanto por el argumento sino por cómo está narrada, aquí es donde está el impacto al encontrarme con ella… ¿cómo es posible que Emmanuel Bove haya podido transmitir esta vida tan gris, tan inadaptada con esta finura por los detalles, con este sentido del humor tan sútil, con esta gracia continua que te hace querer avanzar cuando su antihéroe es un hombre tan apagado y victimilla? La historia fluye en frases cortas, que van al grano, en las que el monólogo interior de Victor Baton, nos lo cuenta todo, el vuelo de una mosca, una camarera sirviéndole un trago (“Aunque un poco borracho, salí con la torpeza de un hombre desnudo.”), una mirada cruzada en una calle, un vigilar desde la distancia a un amigo esperando que no suene a casualidad cuando se encuentren, cuando realmente la casualidad ¿existe???


Cuando habla de todo aquello, sus dos ojos, el verdadero y el falso, se humedecen y sus pestañas se juntan en pequeñas mechas.

Los tiempos de antes de la guerra han desaparecido tan rápido que no puede creer que no sean más que un recuerdo.”


Victor Baron es un veterano de la Primera Guerra Mundial, vuelve de ella hecho un desastre, frágil e inseguro aunque parece tener muy claro que en el fondo disfruta de su libertad. Está perdido, deambula de aquí para allá, intentando trabar amistades forzadas pero ya sabemos que en esto de la amistad lo importante no es tanto coincidir (que ya de por sí es difícil) sino conectar, aunque no sé qué será más difícil de estas dos C’s porque Victor coincide y parece que se esfuerza, se hace accesible, pero la conexión no se establece, no sé si porque finalmente sus supuestos amigos encontrados casualmente en la calle están demasiado ocupados con sus vidas como para pararse con él como él quiere pensar o, y es lo que creo, que Victor esté en una eterna huida, él cree que necesita a la gente pero en el fondo sabe que está mejor solo. Expresa su decepción ante la desaparición de los amigos Tuve una especie de vahído que hizo que viera triple a cada transeúnte, cada cara, cada coche. Comprendo que la gente se hubiese podido reír de mi emoción. Nada de lo que había pasado hubiera conmocionado a otro que no fuera yo” . Soy demasiado sensible. Eso es todo.” pero sigue adelante aliviado, aunque autocompadeciéndose, siempre.


Una nube ocultó el sol. La calle templada se volvió gris, Las moscas dejaron de brillar.

Me sentí triste.

Acababa de salir hacia lo desconocido con la ilusión de ser un vagabundo, libre y feliz. Y ahora, por culpe de una nube, se había echado todo a perder.

Volví sobre mis pasos.”


Busca el amor pero solo tiene sexo casual en aventuras de una noche…


Las mujeres aparecieron por fin. Las conté. Eran siete.

Sus cortos vestidos despedían ese olor de vicio y de miseria que desprenden los trajes de lentejuelas con que visten a los muñecos de cera expuestos en museos extranjeros.

Tenían una tez pálida y brillante de muñeca de cartón. Los dedos llenos de anillos relucientes, alineados.


La novela está dividida en una serie de capítulos que funcionan como relatos cada uno de ellos llevando el nombre de ese amigo encontrado casualmente pero nunca conservado. Victor se ve como una víctima del mundo, de la guerra, de los demás, aunque inconscientemente ha hecho sus elecciones. Emmanuel Bove no se anda con rodeos, aquí no hay metáforas, ni adjetivos rimbombantes, no hay un estilismo llamativo y sin embargo, el secreto de su estilazo puede estar en esas frases cortas, en ese humanismo siempre presente, en cómo transmite el movimiento de las calles por las que deambula Victor, el ruido, los encuentros, los apartamentos desolados, las habitaciones en las que solo le queda mirar por la ventana.


No cabía duda de que me quería y me comprendía.
¡Son tan raros los que me quieren un poco y me comprenden!"


El lector pronto se da cuenta de que Victor es un narrador poco confiable y quizás aquí pueda estar otro detalle de la fínísima sutilidad del estilo de Bove ¿cómo es posible que en un estilo tan minimalista, tan sencillo, de frases tan cortas, todavía puedan esconderse datos que hagan saltar la alarma en el lector de que Victor no es el que parece? Parece que quede poco espacio en este minimalismo para que Bove pueda esconder algo, pero sí lo hace, por eso la narración de Emmanuel Bove me ha encandilado. Historias de hombres grises hay muchas, pero el estilo de Bove es único, fresco, fluye casi sin esfuerzo. La novela fue escrita en 1924 y parece mentira, pero podría ser una novela de ahora mismo por cómo Bove nos habla de la fugacidad de la vida, de los encuentros y desencuentros, del desapego disfrazado de amistad ocasional. Una joyita.

La traducción es de Manuel Arranz.


Se acabó. El sol no volverá a indicarme la hora en la pared. El enfermo que vive en mi descansillo se morirá, quince días después de mi partida, pues las novedades nunca vienen solas. Se repintarán algunas cosas. Los obreros repararán el tejado.

Es curioso como cambia todo sin uno.”

 

 

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