Parpadeo (Flicker), de Theodore Roszak

 

 


 ⭐⭐⭐⭐⭐

♫♫♫ Le mépris (El Desprecio) - Georges Delerue ♫♫♫

 

 

Mi madre era una espectadora ávida, una fanática que iba dos veces por semana a sesiones triples de cortometrajes variados. Usaba las salas de cine como millones de americanos a fines de la aciaga década de los años 30: como refugio a veinticinco centavos del calor del verano y del frío del invierno, como preciosa vía de escape del dilatado sufrimiento de la Depresión."


Desde pequeña he visto siempre mucho cine, ahora ya no tanto por falta de tiempo pero siempre he mantenido viva esa curiosidad por estos cineastas que de alguna forma traspasan las pantallas de cine y se apoderan de tí, convirtiendo la experiencia visual en algo que puede funcionar como un espejo de tu propia vida. Parpadeo aborda casi como ninguna otra novela esta experiencia porque es difícil que una novela logre captar justo ese momento en que el cine pasa de mero entretenimiento a algo más que va más allá, el momento en que tú como espectador tomas conciencia, por ejemplo, de que La noche del cazador no es solo una simple película de terror, o Notorious de Hitchcock una simple película negra de espías cazando nazis, o Centauros del desierto una tópica película del oeste… cuando llegado un momento reconoces en estas películas estas otras capas medio ocultas baja la etiqueta del género, esas capas que hablan de la soledad de Ethan, o el amor tóxico entre Alicia Huberman y Devlin, o incluso el desamparo de unos niños enfrentados al horror doméstico en La noche del cazador,  justo es el momento en que ya sabes que has pasado esa fase del mero entretenimiento y te implicas: no olvidas ya ciertos personajes incluso años después de haber visto ciertas películas. Me vino un pensamiento tan vivido como si perteneciera a la banda sonora: vivimos en película, en una película, en la piel de una burbuja, lo real yace detrás, a la espera de abrirse paso a paso, de tragarnos, de reclamarnos”. Así que se puede decir que Parpadeo como las buenas películas  capta perfectamente esta simbiosis entre entretenimiento y arte, algo difícil de alcanzar porque a lo largo de sus casi 800 páginas, Theodore Roszak no solo construye una novela en torno a la historia del cine sino y lo más importante, sus personajes están continuamente hablando de películas, contándolas, viviéndolas e identificándolas con sus propias vidas: sobre todo es una novela en la que cuentan como se sienten al ver ciertas películas.


Debo estar agradecido, consciente de que el torpe deseo que estos pocos momentos fugaces de seducción cinematográfica aceleraron en mí fue el primer destello crepuscular de la adultez. Con ellos, fui aprendiendo la diferencia entre lo sexual y lo sensual. El sexo, a fin de cuentas, es un apetito espontáneo, borbotea sin forma ni esilo desde los jugos adolescentes del cuerpo. Estamos predispuestos a él como todo animal simple que cae en celo y se aparea de manera mecánica. Pero la sensualidad  -instinto básico reelaborado por arte del producto mental susceptible de ser interpretado hasta la saciedad-, es propia del humano maduro. Idealiza la carne y la convierte en un emblema despojado.”


Y ese clic de toma de conciencia saltará en la vida de Jonathan Gates, el narrador de esta brillantísima novela, cuando como ingenuo devorador de películas malas, conoce a a Clarissa Swann ("Qué dicha era explorar esta fantasmagoría de la mente llamada cine. Y qué privilegio tener a Clarissa Swann como guía personal." ) que es quién le hará cambiar la percepción de cómo ver cine, de descubrir el alma que hay en ciertas películas, de darle a conocer a cineastas autores en cuyos personajes se ve reflejado: ese será justo el instante en que la novela adquiere una dimensión única porque Clarissa entiende que el cine y la vida son inseparables. Clare se convertirá en una mujer que le influirá profundamente en el rumbo que irá tomando su vida, porque la década de los 50 es justo el momento en el que el cine empezaba a tomarse en serio más allá del puro entretenimiento y a ser contemplado ya como digno de estudio académico.


"Desde que me tomé el cine en serio, la misma noche que mi madre me llevó a ver Les Enfants du Paradis, supe que ahí había algo, más recóndito. Algo más que el glamour, el encanto. Algo detrás de eso. Un poder. Alguna cosa capaz de penetrar y agarrarte. Solo era una cría, pero supe que el mundo civilizado se volatilizaba ."


Por este y otros motivos, Parpadeo, es una novela difícil de clasificar aunque yo la encajaría en una especie de subgénero (inventado por mí) al que llamo ficciones cinéfilas, en el que incluyo algunas obras de ficción en torno al cine, pero no coloco cualquier novela en este subgénero sino que deben ser obras que cumplan un requisito imprescindible y esto es la representación de cómo el cine puede moldear nuestra alma, que es además una cita de Parpadeo que me viene que ni pintada para este tipo de libros. Steve Erickson, Robert Coover, Ramsey Campbell, entre otros, pocos hasta ahora, porque como ya digo, no cualquier novela en torno al cine como ficción encajaría en este subgénero, son autores que para mí cumplen a la perfección este requisito. Me enrollo como siempre, pero a lo que quiero llegar es a que Parpadeo como novela se asemeja a esas películas en las que encuentras el equilibrio perfecto entre arte y entretenimiento e incluso lo llega a ratificar uno de los personajes de esta novela: “A Victor le dije que se acabó la teoría. Ahora solo quiero disfrutar del cine”, y nunca hubo una mejor representación de esto que la era del cine de los años 30 y 40 cuando comenzaron a llegar cineastas europeos, sobre todo alemanes a Estados Unidos huyendo del estado de terror en el que se había convertido Europa. Curt y Robert Siodmak, Fritz Lang, Edgar Ulmer, Max Ophuls, Murnau, Douglas Sirk y así podría citar nombres hasta el infinito. Fueron cineastas que supieron encontrar ese equilibrio porque se vieron en la necesidad de trabajar para la industria americana bajo unas condiciones en las que el requisito inapelable era entretener a gran público, pero al mismo tiempo se las arreglaron para colar, la mayoría de las veces, subliminalmente, el arte como bandera. Usando la atmósfera como excusa para esconder la falta de medios, ya que muchas de estas películas eran de serie B con un presupuesto mínimo, consiguieron crear auténticas obras de arte lanzando entre líneas, casi entre parpadeos, mensajes bajo una segunda capa de lectura, el sexo, los problemas sociales, y ciertos temas tabú se colaban tan ambiguamente que pudieron traspasar cualquier censura de la época. Pues de esto va precisamente Parpadeo, de Max von Kastell, un director de cine mudo alemán que arriba en Hollywod y se convierte en Max Castle. Von Kastell/Castle se convertirá de mano de la pluma de Theodore Roszak en el representante perfecto de esos cineastas artesanos y emigrados a Estados Unidos, que tuvieron que malvivir, que hacer concesiones, que malvenderse a una industria que los trataba como escoria, pero ellos se las arreglaron para crear arte casi a escondidas.


"Aunque podía hablar de técnica cinematográfica con los mejores, nunca permitió que el medio importase más que el significado del cine. Ella insistía en que las películas eran algo más que un saco de ilusiones ópticas; eran literatura para el ojo, en potencia igual de importantes que cualquier página escrita. De ella aprendí a escuchar siempre la palabra, a observar la imagen."


Parpadeo pasa por varias fases y Roszak está continuamente cambiando el rumbo. En un principio puede parecer una novela de formación, y ciertamente lo es, para a partir de la mitad convertirse en una especie de novela de detectives, o en algo parecido a un thriller erudito, filosófico, surrealista en su etapa final, en el que entran nuevos personajes y nuevas perspectivas en acción. Jonathan Gates en cuyo primer tercio es un joven e ingenuo aprendiz de cine bajo el ala de Clarissa Swann, pasa a convertirse en una suerte de investigador/historiador desde el momento en que llega a sus manos una película del misterioso director de cine mudo alemán Max Castle, el centro neurálgico de esta novela en la misma medida en que lo será Clarissa Swann. Ambos serán dos pilares fundamentales en la vida de Jonathan Gates, ella por dar sentido a su vida a través del cine “Nada de rememorar. A esta edad soy demasiado vulnerable”, y Max Castle por convertirse en materia de su estudio académico. Desde el mismo momento en que Jonathan descubre una de las películas olvidadas de Castle, sucumbe a una especie de obsesión por saber más sobre él, un genio casi olvidado que cuando llega a Hollywood se convierte en el enfant terrible de las peliculas de terror hasta desaparecer del mapa poco antes de la Segunda Guerra mundial, en el que se le dio por desparecido. Max Castle, un genio incomprendido para Jonathan, pero una especie de papanatas para el mundo del cine que nunca se lo tomó en serio, se convertiría con el tiempo y gracias a los estudios académicos de Jonathan en una figura de culto para la historia del cine, también se convertirá para él en una obsesión porque necesitará desentrañar ese misterio que envuelve su vida. “El arte está en la ocultación. ¿Es que no lo sabes a estas alturas? Uno trabaja siempre bajo la superficie. Es la única manera de penetrar en las mentes: cuando no te ven venir.” Hay una premisa que regirá esta búsqueda incansable que va más allá de las películas a simple vista y esto será la capacidad de Max Castle de contar una historia dentro de la historia a través de una misteriosa técnica narrativa en la que se esconde otra película dentro de la película y a medida que Jonathan va avanzando en el misterio que suponen los mensajes subliminales que Castle dejó soterrados en sus películas, Parpadeo va adquiriendo cada vez más un tinte más sombrio y oscuro. Lo que empieza siendo una novela de formación en la que el narrador se va conociendo a sí mismo y creciendo gracias al cine, se va desarrollando en una obra oscurísima y turbadora en torno a nuestras obsesiones.


Pero veo adónde queréis llegar en las notas. Las sombras. Todo está en las sombras. Sobrecogedoras.
[...]
Ella comparaba el trabajo de cámara en "Sombras sobre Sing Sing" con Caravaggio, cuyos lienzos pueden volverse tan oscuros que provocan fatiga visual. Sin embargo el espectador sigue mirando, pensando que hay algo ahí que no quiere perderse."


No es la primera vez que leo Parpadeo, ha sido una relectura que ha funcionado también como si fuera una primera vez, e incluso se puede decir que la he disfrutado más que cuando la descubrí. Theodore Roszak crea una obra que a mi me sigue pareciendo perfecta y estoy convencida de que incluso los lectores sin bagaje cinematográfico la disfrutarán en la misma medida, ya que Roszak al igual que su iconíco personaje Clarissa Swann (“Ella hacía que sus lectores se sintieran parte descubridora de estos escasos granos de oro...”) cuando hablaba de cine, consigue despertar esa curiosidad eterna por desenterrar historias ocultas. Roszak pasa por todas las etapas del cine desde el cine mudo más primitivo, a la epoca dorada y clásica de Hollywood, pasando por el cine underground, la nouvelle vague, las películas más raras que se podían visionar solo a medianoche, y así comparando el cine con la vida, le sale una novela inclasificable en la que en esta relectura quizás lo que más me haya impresionado haya sido toda la sección final que parece sacada de una película totalmente experimental y que convierten esta novela en una sátira de la crítica cinematográfica, o el cine de minorías que se quiere situar siempre por encima de la cultura popular. Me sigue flipando Parpadeo y hay tanto que rascar, tantas capas, que me alegra saber que está en la estanteria esperando una nueva lectura. Gracias a los socios de Pálido Fuego por esta maravillosa segunda edición.

La traducción es de José Luís Amores.


- Cuando ven películas en casa, ¿apagan las luces?
- No, las dejan encendidas. Cenan, hacen tareas del hogar, discuten, van a lo suyo...
- Pero eso lo cambia todo. Así no puede haber sensación de aislamiento. Para el parpadeo, hace falta oscuridad, como en un templo, una cueva. Cada cual a solas con sus fantasías."

 

 
















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