Los Golpes, de Jean Meckert
⭐⭐⭐⭐
♫♫♫ Ran - Future Islands ♫♫♫
"Desde el momento en que ponemos en juego la memoria o la imaginación, tendemos a simplificarlo todo, a falsearlo.
Enseñamos postales retocadas, ¿acaso no es todo verídico hasta que se demuestre lo contrario?"
He tardado un poco en poder escribir algo sobre esta novela tan particular y fascinante que me ha pillado desprevenida por cómo está escrita, una frescura, un tema tan vigente que no parece que haya pasado el tiempo por ella porque la novela fue escrita por Jean Mecker en 1936 pero no fue publicada hasta 1941. La primera novela de este autor y totalmente directa y actual con un empleo del lenguaje que me ha dejado bastante impactada, a veces me ha recordado a Céline pero no, yo diría que Meckert es más transparente y minimalista en sus bofetadas al lector. Una narrativa totalmente libre, nada académica, a flor de piel, usando la voz de la calle y quizás lo que más me impresiona es la voz narrativa, en primera persona, la de un hombre inseguro y hasta frágil, pero que va cómo un machirulo por la vida. No me podía creer que al final de la novela pudiera sentir esta ternura por un hombre que realmente hasta usa la violencia física cuando le resulta imposible comunicarse pero es que la narración de Meckert es absolutamente apabullante.
"Ella
había aprendido un poco de inglés, me dijo, y también taquigrafía
y mecanografía.
Casi literaria, ya ves, nuestra conversación,
elevada y no tan corriente, como cada vez que conversas con alguien
nuevo a quien quieres gustar."
En Los Golpes realmente no se cuenta nada nuevo, una pareja que cuando se conocen necesitan desesperadaemente agarrarse a algo, se enamoran, parece, pero están demasiado desesperados combatiendo la soledad como para que sea amor, se van a vivir juntos... El talento de Meckert está en esbozarnos unasl vida, la de esta pareja, en la que cada uno de ellos ha sentido la soledad, la ociosidad, la infelicidad, así que la construcción de una pareja con todos los tópicos pareciera que les fuese a asegurar la felicidad. Félix, necesita encajar, pero claro, no es tan fácil cuando buscas desesperadamente la felicidad y esta se ve ensombrecida por ese complejo de inferioridad de Félix en cuanto a su manera de comunicare, a su incapacidad para encontrar los argumentos justos porque en un conflicto es incapaz de gestionar sus emociones. Este complejo de Félix por pertenecer a la clase obrera cuando la familia de Paulette pertenece a una clase media con una cierta cultura, es lo que le convierte en un ser cada vez más irritable, celoso y obsesivo y no creo que sea tanto por ser un tipo celoso sino por su inseguridad, por esa eterna creencia de creerse menospreciado, juzgado. La pareja por este motivo se va desgastando a pasos agigantados.
"Recordando el pasado para contar está historia, diría que fue quizá en ese momento cuando se convirtió en un adefesio. Vi a mi pobre Paulette descomponerse poco a poco ante mis ojos hasta convertirse en una persona desconocida.
Yo tampoco me reconocía ya en sus pensamientos. Me daba miedo reconocerme en sus ojos."
Meckert decide narrar esta novela desde la voz en primera persona de Félix y resulta absolutamente impactante, su grosería, su desprecio, la forma en que a medida que se siente cada vez más acomplejado va en proporción a cómo ningunea a Paulette. Una primera persona que saca a relucir el abuso doméstico, una violencia que irá cada vez a más anulando a Paulette, casi obligándola a aislarse del mundo. Una primera persona en la que el lector es testigo directo de los pensamientos más íntimos de Félix, de ese conflicto interno entre el quiero y no puedo porque sus carencias quizás sean más fuertes que su voluntad. Al ser incapaz de gestionar sus emociones, le será también incapaz de comunicarse con el mundo. Félix es un tipo que incluso lingüísticamente hablando está limitado, es casi un analfabeto y no sabe argumentar si no es amenazando, y sin embargo, Meckert consigue impregnar esta primera persona, de ritmo, energía, del acento de la calle. Félix puede ser divertido, directo, políticamente incorrecto en un mundo de postureo, y convierten la lectura en algo muy accesible, sin embargo, entre esta media sonrisa que se le cuela a veces al lector ante ciertos momentos en que Félix despotrica del mundo, el problema de fondo está ahí, siempre presente, sus exabruptos, una violencia que tiene su base en su ira contra el mundo. Una novela fascinante sobre todo por su uso del lenguaje y porque su retrato de la violencia física y sobre todo psicológica resulta más vigente que nunca. Una novela a flor de piel.
La traducción es de Javier Bassas Vila.
"Todo esto es duro. Hay realmente un anatema, una verdadera maldición contra mí, ser como todo el mundo. Todos nos creemos un poco en centro del mundo, que somos diferentes, con una vida hecha a medida, preciosa, original. Y luego, pensándolo bien, lo que hacemos es trabajar, comer y divertirnos, como todo el mundo. Hay que resignarse."
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