Las partículas elementales, de Michel Houellebecq
"En toda la superficie del planeta una humanidad cansada, agotada, llena de dudas sobre si misma y sobre su propia historia, se disponía, mal que bien, a entrar en un nuevo milenio."
Me alegro haber empezado este miniciclo por Ampliación del campo de batalla, la primera novela de Houellebecq, porque al sumergirme en Las partículas elementales compruebo desde casi el inicio, que es la misma novela, pero ya más profunda, redondísima, donde los temas que exponía en Ampliación del campo de batalla aquí ya parece desarrollarlos y ampliarlos hasta casi el infinito. Viéndolo con cierta perspectiva, es como si Ampliación del campo de batalla hubiera sido en cierto modo un tanteo en el que tanto Houellebecq como incluso su editor se atrevieran a experimentar hasta qué punto una novela como esta primera se pudiera acomodar en la misma sociedad a la que desnudaba tan descarnadamente. Y no solo es que Ampliación del campo de batalla consiguiera penetrar, sino que además en Las partículas elementales va un paso más allá, y ya aquí hay una novela que bucea mucho más en las profundidades que dejaba ver en la primera, osea que se tira a la piscina y llama a las cosas por su nombre, sin edulcorarlas. En este aspecto, Las partículas elementales es un libro magnifico y muy valiente y tengo que ratificarme en lo que decía en mi crónica anterior sobre la incomodidad que supone leer a Houellebecq, que superficialmente está tachada de provocación. Houellebecq ya a a estas alturas no me parece un provocador, ni siquiera un machista, ni un misógino, ni un racista… porque está situando a sus personajes en un contexto muy definido y concreto: es su mirada sobre la sociedad en la que vivimos lo que nos hace sentirnos turbados, y el hecho de que muchos se escandalicen es la prueba más vehemente de que las reacciones que suscitan sus novelas es la hipocresía de los tiempos que se nutre del postureo. Incluso cuando Houellebecq describe las escenas de sexo, múltiples y abundantes en las que se devoran cuerpos en orgías de saturación máxima, incluso ahí, Houellebecq lo está narrando desde una mirada clínica, desapasionada, sin un gramo de emoción e incluso grotesca, porque el sexo está desprovisto de cualquier emoción, los cuerpos se convierten en un producto más de consumo, una vez consumidos, desechados, y a otros, a poder ser igual de jóvenes y hermosos. La vejez y la fealdad no tiene cabida en esta sociedad, lo vemos cada día.
"Con más
de 60 años, recién jubilada, accedió a ocuparse otra vez de un
niño, el hijo de su hijo. A él tampoco le había faltado de nada,
ni ropa, ni buenas comidas los domingos, ni amor. Ella le había dado
todo eso. Un examen mínimamente exhaustivo de la humanidad debe
tener en cuenta necesariamente este tipo de fenómenos. En la
historia siempre han existido seres humanos así. Seres humanos que
trabajaron toda su vida, y que trabajaron mucho, solo por amor y
entrega; que dieron literalmente su vida a los demás con un espíritu
de amor y entrega; que sin embargo no lo consideraban un
sacrificio.
En la práctica, estos seres humanos casi siempre
han sido mujeres."
En Houellebecq no es todo descarnado, cínico o desesperanzado, y en citas como ésta se puede ver que este autor parece conservar todavía una pequeña esperanza de que el ser humano no esté totalmente podrido o dado ya por imposible. En Las partículas elementales hay varios personajes femeninos muy potentes, reveladores, cosa que no ocurría en Ampliación del campo de batalla, y por eso digo que esta primera novela fue un tanteo. En Las partículas elementales, Houellebecq sitúa la esperanza en la mujer, y hay varios pasajes que demuestran que este autor puede mostrar calidez y que él mismo anhela en cierta manera poder creer que el ser humano pueda todavía ser capaz de salvarse "En medio de la gran barbarie natural, los seres humanos han conseguido a veces (pocas) crear pequeños lugares cálidos que irradian amor. Pequeños espacios cerrados, reservados, donde reinan el amor y la subjetividad." Esa obsesión continua por necesitar conectar con los demás (sobre todo en el personaje de Bruno) y esa imposibilidad de que la sociedad que ahora mismo estamos pisando apenas sea capaz proporcionarnos las herramientas mínimas para que nos paremos los unos con los otros, es lo que trae locos no solo a algunos personajes de esta novela, sino al mismísimo Houellebecq; y creo que solo hace falta bucear un poco en la biografía del mismo autor para que podamos comprobar que él mismo parece estar exponiéndose a través de sus dos personajes Bruno y Michel, la dicotomía que formará al escritor que es Houellebecq.
"-Hace falta un poco de generosidad, hace falta que alguien dé el primer paso."
Sí, hay muchos indicios que demuestran que este autor no es la bestia parda que nos quieren hacer vender los medios, porque veo algo muy doloroso en el fondo de su texto, hay sufrimiento y una cierta ternura aunque su prosa sea muy punzante y clínica, pero la superficie de la que está compuesta esta sociedad, el culto a la apariencia, al dinero, al consumismo, al deseo que es pura esclavitud, también nos está haciendo ver entrelineas que aunque la humanidad parece haber perdido la capacidad de conectar, la generosidad, la iniciativa, la calidez de algunos podrían hacer cambiar muchas cosas, y estoy convencida de que bajo esa visión tan pesimista de la humanidad, Houellebecq conserva una pequeña esperanza de que algo pueda ser subvertido. Es un libro perturbador en ese aspecto porque nos enfrenta a sentimientos crudos (que tenemos que admitir que tenemos) y lo hace a través de la historia de dos hermanos, hermanos de madre, Bruno nacido en 1956 y Michel en 1958. Ambos comparten una madre que prácticamente los abandonó desde muy pequeños y quedaron al cargo de sus abuelas, aunque Bruno se llevó la peor parte y fue ingresado en un internado a la muerte de su abuela. Dos hermanastros que además y compartiendo el mismo instituto años después siendo adolescentes, todavía no se conocían. Una vez que los ponen en contacto, la novela se convertirá en la historia de ambos por separado y al mismo tiempo, cuando de vez en cuando se vean (sin convertirse realmente en amigos pero unidos por ese fínísimo lazo de sangre), convertirán estos encuentros en diálogos sobre las ideas, filosofía, religión..., y es aquí donde la novela igual puede resultar un combo entre novela de ficción y ensayo. Michel se convierte en un prestigioso biólogo molecular, Bruno será profesor de literatura y escritor.
"En sí, el deseo, al contrario del placer, es fuente de sufrimiento, odio e infelicidad.
La sociedad erótico-publicitaria en la que vivimos se empeña en organizar el deseo, en aumentar el deseo en proporciones inauditas, mientras mantiene la satisfacción en el ámbito de lo privado. Para que la sociedad funcione, para que continúe la competencia, el deseo tiene que crecer, extenderse y devorar la vida de los hombres."
Los sucesivos encuentros entre ambos nos mostrarán que aunque adopten diferentes posturas ante el sexo y ante la vida, en el fondo son muy parecidos. No quiero entrar en contar nada del argumento porque es una novela que en este aspecto es apasionante y realmente no tiene mucha importancia lo que pueda desvelar sobre ello, pero sí que tengo que decir que a través de ellos, Houellebecq nos está cuestionando una sociedad en la que la liberación sexual a raíz de 1968, sobre todo retratada en el personaje de la madre de ambos, los ha convertido más en personas que huyen de las responsabilidades centrándose en vivir una libertad mal entendida. El análisis que hace Houellebecq de la institución del matrimonio, el sexo, el desapego, y las consecuencias sobre unos hijos que partir de aquí serán incapaces de conectar con el mundo, se centrará sobre todo en cómo ha afectado a los hermanastros en su relación con su entorno:
- Michel, durante toda su vida cargando con la cruz de que se ve incapaz de amar, de desarrollar un apego por nadie
“Es una idea rara....Reproducirse cuando uno no ama la vida."
- y Bruno por otra parte, que está tan desesperado por conectar, por combatir esta diferenciación narcisista en el sexo en el que solo triunfan los jóvenes y hermosos y que convertirá su vida en pura obsesión sexual.
"Los primeros signos que indican que uno acaba de llegar a un cierto nivel, que se inicia el largo descenso hacia la muerte, no suelen producirse hasta los 45 o incluso los 50 años. Además, la famosa crisis de los 40 se asocia a menudo a fenómenos sexuales, a la búsqueda súbita y frenética del cuerpo de chicas jóvenes."
Aunque es una novela por la que han pasado sus buenos veinticinco años no ha perdido nada de actualidad, porque parece que la visión de Houellebecq se haya afianzado en el sentido de que está todo tan roto y fragmentado, que la alienación campa a sus anchas y esa libertad personal de la que presumimos y disponemos realmente no nos vale de mucho: "Anabelle sabía que podía llamar a la puerta y ver a Michel; también podía no hacer nada. No sabía exactamente que estaba viviendo la experiencia concreta de la libertad; en cualquier caso era horrible, y tras esos diez minutos nunca volvió a ser del todo la misma." No tengo ninguna duda de que Houellebecq es un agudísimo observador de la sociedad a la que analiza a través de una lupa microscópica. En algún momento los hermanos Bruno y Michel abordan a Aldoux Huxley y pudiera parecer que creen firmemente que el mundo que retrata Huxley en Brave New World, pueda parecerse al mundo en el que estamos viviendo, o que de alguna forma se parezca cada vez más. "Brave New World de Huxley es una sociedad feliz, de la que han desaparecido la tragedia y los sentimientos violentos... La química de los antidepresivos y de los ansiolíticos ha hecho considerables progresos. -Un centímetro cúbico cura diez sentimientos-. Es exactamente el mundo al que aspiramos actualmente, el mundo en el que desearíamos vivir." El egoísmo, el culto al cuerpo y a la juventud, la explotación, el consumismo, que son taras heredadas de la modernidad y que no son otra cosa que el intento desesperado de huir de la vejez y la muerte es lo que estará descarnadamente, cuestionando Houellebecq. La condición humana expuesta por un autor que se moja hasta el tuétano a costa de que su coherencia quede ensombrecida por esa imagen tan defenestrada de cara a los medios, el enfant terrible, el provocador, etiquetas que solemos colgar cuando nos ponemos la venda y no queremos ver las cosas tal como son. Houellebecq expone verdades como bofetadas. Novela colosal.
Traducción de Encarna Castejon.
"Para el occidental contemporáneo,, la idea de la muerte constituye una especie de ruido de fondo que invade el cerebro cuando se desdibujan los proyectos y los deseos. Con la edad, la presencia del ruido aumenta; puede compararse a un zumbido sordo, a veces acompañado de un chirrido. En otras épocas el ruido de fondo lo constituía la espera del reino del Señor, hoy lo constituye la espera de la muerte."
Me alegra mucho que elogies mucho a Houellebecq (o como se escriba) porque creo que es un escritor muy poco considerado por la crítica por eso, porque es incomodo. Nos pone ante un espejo y describe lo que ve. Asociar a los personajes con el escritor, es de ser muy mal crítico, pero por desgracia es algo muy habitual.
ResponderEliminarHablando de libros que habría que releer, creo que releer sus libros ahora, tanto años después, supondría toda una experiencia.
Es cierto Beau, tendemos a confundir el texto con la propia persona que lo escribe. Es que si H. está alabando a las chicas de veinte bla bla y llamando viejas a las mujeres de cuarenta, cincuenta o incluso a las de treinta ¿Eso significa que las desprecia y que me tengo que sentir ofendida ??? No, simplemente está exponiendo una verdad que está en la calle. También raja lo suyo de la institución del matrimonio y así hasta acabar con los sectores guays de la sociedad, desenmascara el postureo . Cuando se le critica, solo se destaca lo más morboso de sus textos, los medios como siempre, pero ¿y esa parte en la que se vuelve frágil? Nunca se menciona. De todas formas en esta novela tira por tierra algo de lo que los franceses siempre han presumido mucho y es el Mayo post 68, los pone frente a frente al fracaso de esa revolución liberal y da sobradas muestras de este fracaso, ;)
EliminarLeí por ahí que se le comparaba a Brett Easton Ellis, porque es cierto q pueden tratar temas parecidos en torno al sexo, el consumismo, el postureo, etc, pero a mí no me parecen ni mínimamente parecidos. En H. hay algo, como dije, una cierta fragilidad una vulnerabilidad, que no tiene el otro ni durmiendo. Y esa capacidad de analizar y adelantarse a los comportamientos sociales tampoco la tiene cualquier escritor.
Yo diría que las relecturas de este hombre sumarán en vez de restar, y seguro que releerle puede ser una experiencia interesante. Siempre vuelvo a Proust, lo sé, pero cuando decía, que cuando el lector lee se está leyendo a sí mismo, es tal cual, con H. funciona así porque está exponiendo todos los grandes males de la sociedad moderna, y no lo voy a comparar a Proust, pero algo hay que hace a ambos parejos en lo que se refiere a rastreadores de la condición humana.
Yo nunca he sido de releer pero ahora estoy cambiado esto porque creo que cuando releemos realmente el libro siempre es el mismo pero nosotros no, hemos cambiado, así que cuando volvemos a ellos ya con otro bagaje, reconocemos el libro pero de otra forma. Pasará con La broma infinita como hablabamos el otro día, pasara con Proust y estoy segura de que también pasará con. H. En en este aspecto es un autor importante, estoy convencida. Además y otra cosa que se me pasó mencionar en la reseña, ¡es muy divertido!!!, de repente te encuentras riéndote de una maldad :).
Voy a ser breve por una vez :) subscribo cada palabra que has dicho..
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