El cuarto de Jacob, de Virginia Woolf



 ♫♫♫ Poem without words 2 - Anne Clark  ♫♫♫

 

"El domingo L. se leyó El cuarto de Jacob de un tirón. Cree que es mi mejor obra. Pero su primera observación fue que estaba asombrosamente bien escrito. Dice que es un trabajo genial. Cree que no se parece a ninguna otra novela. Dice que los personajes son fantasmas, que es muy extraña. Creo que a los 40 años he descubierto como decir algo con mi propia voz."

(De los diarios de VW, Julio 1922)


El cuarto de Jacob fue la tercera de las novelas de Virginia Woolf, tenía cuarenta años cuando la publicó en octubre de 1922 y se puede decir que aquí da un salto de gigante porque fue su primera novela realmente experimental, marcando ya una distancia con la época eduardiana e incluso la victoriana. Es una novela en este aspecto asombrosa por todo lo que puede significar de tirarse a la piscina, de romper con un sistema, de arriesgar el tener que perder lectores, llegado el caso,  para escribir lo que ella de verdad quería expresar y sobre todo cómo escribirlo. Hay que destacar que esta novela fue además publicada por la Hogarth Press, la editorial fundada por VW y su marido Leonard Woolf, y que esto la hizo sentirse también más libre para expresarse experimentando con su propia voz narrativa: “Creo que el punto principal es que debería ser libre" (Diarios, 1920). Sus dos novelas anteriores fueron publicadas por Duckworth Publishing, una editorial que pertenecía a su hermanastro, pero en sus diarios expone que se sentía muy limitada y escribía bajo presión esperando siempre en las revisiones, anotaciones de Duckworth para que cambiara esto y lo otro. VW ya se sentía lo suficientemente presionada y limitada cuando escribía sus reseñas de libros para diferentes medios, donde era difícil extralimitarse demasiado, teniendo  que encontrar el tono correcto para no escandalizar, mayormente si muchos de estos escritores formaban parte de su círculo literario, y en este aspecto, y esta es otra historia, llegó a expresar que no reseñaría libros de amigos. Sin embargo, y una vez fundada la Hogarth Press esto ya fue definitivo para que lo que bullía dentro de ella pudiera salir a la luz y en sus diarios se comprueba que su obsesión, aunque quería ser leída, era sobre todo ser libre de imposiciones y encontrar su propia voz: y ser libre significaba para ella, arriesgarse  narrativamente hablando, mucho menos presionada por el preso de la tradición y construir una voz más fragmentada, corta y condensada y sobre todo, elíptica. 


"Nadie ve al prójimo tal como realmente es, y menos aún una señora mayor sentada delante de un extraño joven, en un vagón de ferrocarril. La gente ve un conjunto, la gente ve toda clase de cosas, la gente se ve a sí misma..."

[…]

“De todas formas, aquel joven era Jacob Flanders, de diecinueve años. De nada sirve definir a la gente. Hay que seguir indicios, que no son exactamente lo que se dice, que no son integramente los actos que se ejecutan. Algunos experimentan ciertamente, al instante, impresiones acerca del carácter.

Otros están a la expectativa, nada deciden y van a la deriva, de aquí allá, según sople el viento.”


Esta cita es para mí definitiva a la hora de expresar lo que supone una novela que en un principio me desubicó y que posteriormente disfruté precisamente por el camino que toma VW a la hora de relatar la historia de Jacob Flanders (con ese apellido ya referenciando la sombra acechante de la guerra), porque en lugar de una trama directa o un realismo psicológico, la Woolf crea una serie de instantes en la vida de Jacob que iremos conociendo a lo largo de su vida, desde su infancia hasta su primera juventud; unos instantes además que serán como postales, retazos de momentos determinados pero y lo más deslumbrante, es un hombre al que iremos percibiendo a través de la perspectiva de otros. En esta cita del principio cuando una persona que pasaba por allí y se encuentra en un vagón de tren con Jacob, ya VW está destacando un hecho que la obsesiona: la imposibilidad de conocer realmente a las personas porque siempre habrá una capa soterrada, invisible que nunca saldrá a relucir.  "Todas las cartas, todas las tiendas, todas las ventanas de dormitorio, todas las tabernas y oscuras plazuelas son estampas que volvemos febrilmente, ¿en busca de qué? Lo mismo pasa con los libros. ¿Qué buscamos a lo largo de un millón de páginas?"  En ningún momento la autora hace un retrato psicológico de Jacob, no hay monólogo interior, sino que está sobre todo preocupada en retratar un mundo y en este entorno, veremos a Jacob aparecer y desaparecer,  casi como un fantasma (tal como decía Leonard Woolf), y será un fantasma porque nadie nunca llegaría a conocerlo tal como es porque cada uno verá una parte, quizás la parte que más le interesa de Jacob por lo que pueda significar para el egoísmo personal..., mujeres que le amarán, amigos que lo adorarán, o esa madre que a través de sus cartas intentará arañar un resquicio de su hijo ¿pero éste será el auténtico Jacob?, así que nos encontramos con el retrato de un hombre fragmentado en mil pedazos según la perspectiva de los demás...aunque hay alguna excepción en la que la autora sí que nos lo dará a conocer: 

 

El que esta gente no le prestara atención no era la causa de la tristeza de Jacob, sino que lo era una más profunda convicción, lo importante no era que él se sintiera solo, sino que la humanidad entera se sintiera sola.” 

 

 La mente de Jacob nunca se nos revela: todos hablan, todos opinan, todos lo adoran, pero es una imagen fragmentada, incluso está fragmentada esa exposición de los demás. El resultado es un retrato más bien impresionista de momentos: Jacob y los demás nunca están "completos", sino que se construyen a partir de impresiones, y realmente parecen figuras fantasmagóricas porque la Woolf no incide en ningún rasgo psicológico, al igual que en la vida real nunca podemos conocer plenamente la mente del que tenemos más cerca. En este aspecto es una novela que en su atmósfera me ha remitido a películas como India Song y El año pasado en Marienbad, por esos personajes que son como fantasmas retratando más sensaciones que profundidad psicológica.


"Jacob escribe igual que habla -dijo la señora Jarvis, doblando la hoja.”

[…]

Clara Durrant escribió en su diario: Jacob Flanders me gusta. No es mundano en absoluto. No se da importancia, y una puede decirle lo que a una le da la gana, pero da miedo porque..."

[…]

- Jacob te pareces a una de esas estatuas…”



Realmente El cuarto de Jacob no trata de Jacob, quizás el personaje sea una excusa para que VW nos hable de la memoria y de la imposibilidad de retener de lleno la esencia de una persona. Cuando empezó a escribir esa novela parece ser que tenía un tinte más autobiográfico porque igual estaba intentando capturar imágenes de su propia infancia y juventud junto a su hermano Thoby, pero en sus diarios cuenta, que llegado un momento, borró estos detalles autobiográficos y la convirtió en algo más condensado y elíptico. VW sugiere que la vida no se puede resumir, sino que está hecha de momentos, de instantes:


La camioneta escarlata dobló la esquina en que se alzaba el buzón de tal manera que rozó el bordillo de la acera, con lo que consiguió que la niña de corta edad que de puntillas tiraba una carta alzara la vista, en parte atemorizada y en parte curiosa. Se quedó quieta con la mano en la boca del buzón; dejó caer la carta dentro, y huyó.”

[...]

Entonces el gato persa gris se despereza en el alféizar de la venta y ataca a una mariposa, con golpes de sus suaves y redondeadas zarpas.”

[...]

"...cartas, obras inéditas de mujeres, escritas junto al fuego del hogar, en tinta pálida y difusa, secadas por las llamas, ya que el papel secante está agujereado, y la plumilla, escobillada y rota.
 

Y la tinta pálida y difusa indicaba la manera en que las madres garabateaban junto al fuego del hogar, con los pies apoyados en el guardafuegos..."


Raramente percibiremos los pensamientos de Jacob ni sus emociones, sino que es una figura esquiva, elusiva, fugaz en la vida de los demás, incluso de su madre, pero será través de esta narración fragmentada de Jacob como el lector será capaz de percibir el mundo en el que se mueve, desde su infancia en la playa junto a sus hermanos y madre viuda, pasando por sus años de estudiante en Cambridge y sus viajes por Italia y Grecia. "Átono es el aire de un cuarto vacío, que se limita a agitar la cortina; las flores en la jarra. Una fibra del sillón de bambú lanza un gemido, pese a que nadie se sienta en él." Al no haber un narrador único y estable todo fluctúa y finalmente lo que el lector verá más nítidamente será la época, el momento, el instante, con esa sombra acechante  de una guerra a la vuelta de la esquina, con el eco de la infancia difuminada para dar paso a esa soledad de la que será tan consciente Jacob.  VW está intentando capturar sobre todo lo que es la ausencia, porque al no haber un monólogo interior sino fragmentos de diálogo, cartas de una madre, descripciones de los momentos, silencios y perspectivas de los demás, lo que permanece es la ausencia. Virginia Woolf se niega a fijar y encajar a Jacob Flanders en su narración porque quizás eso no es lo importante, lo que importa es que todo se va extinguiendo y solo permanecerán ciertos fragmentos retenidos en la memoria. Una novela que me ha impresionado muchísimo, no solo por ese paso tan definitivo en su narrativa, sino por cómo expresa lo que es la vida: el paso fugaz, lo incognoscible, incluso ese intento por capturar una imagen de infancia de un niño jugando en la playa... Esta novela es ese intento por capturar el momento pasado y porque la ausencia es quizás el gran tema de esa novela. Qué gran experiencia leerla cronológicamente al mismo tiempo que sus diarios. Impresiona.

La traducción es de Andrés Bosch.


Los grandes rostros colorados que reposaban sobre los pañuelos alzaron la vista para mirar a Jacob. Jacob les devolvió la mirada. Entonces, mientras sostenía con mucho cuidado el cubo, Jacob dio un bien medido salto y se alejó al trote, al principio con aire muy despreocupado, pero más y más aprisa a medida que la espuma de las olas le acosaba, de manera que tenía que zigzaguear para evitarla, y las dos gaviotas se alzaron ante él y flotaron en el aire, y volvieron a posarse más allá. 




 

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