Florescencia, de Kopano Matlwa
Contada a modo de diario, donde la protagonista, Masechaba, vuelca todas sus ansiedades, miedos y esperanzas desde que es adolescente hasta que alcanza su edad adulta, esta novela de apenas 150 páginas, se puede leer de una sentada, en una tarde casi del tirón.
El hecho de que seamos testigos de las reflexiones de la protagonista en forma de diario, nos hace darnos cuenta a medida que avanza de que estado mental de Masechaba va cambiando, porque las entradas del diario que al principio eran largos y exhaustivas reflexiones sobre su día a día poco a poco se van haciendo más desesperadas y cortas. Y todo tiene que ver con su entrada en la vida adulta y de su forma de gestionar esas presiones que le vienen no sólo en su ámbito más personal sino del exterior.
Desde pequeña Masecheba ha querido ser médico pero una vez que lo consigue su enfrentamiento con la realidad es como una bofetada: trabajar en la sanidad pública sudafricana es una realidad brutal y desesperante, porque la idealización que había hecho de esta profesión no tiene nada que ver con la crudeza del día a día sobre todo en lo referido a los medios con los que se las tiene que apañar un jóven médico.
"Si lo ocurrido me ha enseñado algo, es humildad. Creo que era muy engreída. Me consideraba especial, inmune, excepcional; a mí no me pasaban esas cosas. Pues no. (...) Mi historia no tiene nada de extraordinaria, ocurre en todas partes, a diario. No importa que tenga estudios superiores, que sea doctora, que iniciase una petición que salió en los periódicos. Tengo vágina, eso es lo único que importa".
Por otra parte el retrato social que hace Kopano Matlwa de Súdafrica es todo menos cómodo especialmente el referido a la discriminación a la que se ven abocadas las mujeres, con una violencia sexual altisíma en cuanto a violaciones y agresiones sexuales. Y a pesar de que Sudáfrica salió del apartheid en 1991 sigue siendo un pais muy xenófobo, sobre todo con los inmigrantes que vienen de fuera y especialmente cuánto más oscura tu piel, peor. Masecheba vive en un entorno con compañeros de trabajo nigerianos, somalies, chinos y pronto se da cuenta de que su pais no solo los denigra sino que es casi imposible para ellos gestionar una vida estable sin continuos ataques racistas.
En resumen es una novela estupenda a la que quizás le eche en falta que fuera algo más extensa para ahondar en la psicologia de Masecheba, porque aunque sus reflexiones en el diario son el ejemplo de su evolución sobre todo mental y de lo dificil de poder ajustarse a las presiones del exterior, también es verdad que algunos pasajes se me han quedado cortos. Así y todo es una novela de estos tiempos porque muchos de los conflictos sociales que retrata Kopano Matlwa no son un monopolio sudafricano, sino que reconocemos también conflictos nuestros de aquí y de ahora.
"Cuando mi padre vivía con nosotros solía decirme: ¿Por qué hablas tanto? Muestras demasiada seguridad para ser una jovencita. Sé más humilde, más callada, cálmate un poco".
El hecho de que seamos testigos de las reflexiones de la protagonista en forma de diario, nos hace darnos cuenta a medida que avanza de que estado mental de Masechaba va cambiando, porque las entradas del diario que al principio eran largos y exhaustivas reflexiones sobre su día a día poco a poco se van haciendo más desesperadas y cortas. Y todo tiene que ver con su entrada en la vida adulta y de su forma de gestionar esas presiones que le vienen no sólo en su ámbito más personal sino del exterior.
Desde pequeña Masecheba ha querido ser médico pero una vez que lo consigue su enfrentamiento con la realidad es como una bofetada: trabajar en la sanidad pública sudafricana es una realidad brutal y desesperante, porque la idealización que había hecho de esta profesión no tiene nada que ver con la crudeza del día a día sobre todo en lo referido a los medios con los que se las tiene que apañar un jóven médico.
"Si lo ocurrido me ha enseñado algo, es humildad. Creo que era muy engreída. Me consideraba especial, inmune, excepcional; a mí no me pasaban esas cosas. Pues no. (...) Mi historia no tiene nada de extraordinaria, ocurre en todas partes, a diario. No importa que tenga estudios superiores, que sea doctora, que iniciase una petición que salió en los periódicos. Tengo vágina, eso es lo único que importa".
Por otra parte el retrato social que hace Kopano Matlwa de Súdafrica es todo menos cómodo especialmente el referido a la discriminación a la que se ven abocadas las mujeres, con una violencia sexual altisíma en cuanto a violaciones y agresiones sexuales. Y a pesar de que Sudáfrica salió del apartheid en 1991 sigue siendo un pais muy xenófobo, sobre todo con los inmigrantes que vienen de fuera y especialmente cuánto más oscura tu piel, peor. Masecheba vive en un entorno con compañeros de trabajo nigerianos, somalies, chinos y pronto se da cuenta de que su pais no solo los denigra sino que es casi imposible para ellos gestionar una vida estable sin continuos ataques racistas.
En resumen es una novela estupenda a la que quizás le eche en falta que fuera algo más extensa para ahondar en la psicologia de Masecheba, porque aunque sus reflexiones en el diario son el ejemplo de su evolución sobre todo mental y de lo dificil de poder ajustarse a las presiones del exterior, también es verdad que algunos pasajes se me han quedado cortos. Así y todo es una novela de estos tiempos porque muchos de los conflictos sociales que retrata Kopano Matlwa no son un monopolio sudafricano, sino que reconocemos también conflictos nuestros de aquí y de ahora.
"Cuando mi padre vivía con nosotros solía decirme: ¿Por qué hablas tanto? Muestras demasiada seguridad para ser una jovencita. Sé más humilde, más callada, cálmate un poco".
⭐⭐⭐
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