Europa Central, de William T. Vollmann

 




⭐ ⭐⭐⭐⭐

♫♫ ♫   Shostakovich Quartet No. 8 in C minor, Op. 110  ♫♫ ♫

 ♫♫ ♫  Have You Passed Through This Night? - Explosions in the Sky   ♫♫ ♫

 


"No somos los monstruos que les pinta su secretario general Stalin. Somos seres humanos.""


Esta es una frase que se repetía continuamente en un libro que leí hace poco, “How to quiet a vampire”, de Borislav Pekic, la proclamaba un nazi, una frase recurrente que de alguna forma viene emparentada con una obra que venía de leer justo antes, “Los orígenes del totalitarismo” de Hannah Arendt , un libro que me hizo bucear un poco más sobre esta cuestión de los totalitarismos, pero ya desde el punto de vista de los rusos, y que se convirtió casi sin planearlo en mi ciclo sobre “LaEuropa del Terror”, que vengo a finalizar con esta Europa Central, un colofón a estas lecturas que no ha podido ser más atinado ya que aquí están contenidos todos estos autores balcánicos y rusos que me habían hablado del terror en la Europa del x. XX.  Volmann es quien ha venido a terminar de redondearlo, un americano además, en una obra que compendia todo lo anterior.  


Desde la lectura hace un par de años de mi primer Vollmann, “La Familia Real”, quería abordar Europa Central y siempre me echaba para atrás la densidad histórica de la temática de lo que exponía, así que iba aparcándolo una y otra vez. Pero una de las veces en que hojeé el libro, vi la dedicatoria: Este libro está dedicado a la memoria de Danilo Kis, cuya obra maestra "Una tumba para Boris Davidovich" me hizo compañía durante años, mientras me preparaba para escribir este libro y ahí volví a aparcar la lectura de Europa Central para dedicarme a la novela de Danilo Kis, emblemática para Vollmann, como una especie de preparación para leerme a continuación Europa Central, cosa que no hice tampoco. Así he ido aparcando Europa Central una y otra vez durante dos años y he ido leyendo otros Vollnanns que igual han sido incluso más densos pero estaba yo emperrada en que no iba a poder con él; y sin embargo ya una vez terminada Vida y Destino de Vasily Grossman, ya me decidí, porque el tema esencial en Europa Central es el totalitarismo, y el enfrentamiento entre dos naciones que convirtieron Europa en puro terror. Ahora viéndolo con perspectiva, ha sido beneficioso haberla aparcado durante estos dos años que lleva en mi pila porque una vez que he llegado hasta esta novela he reconocido personajes y momentos, que venía de leer durante estos últimos meses, así que he llegado aquí gracias a mis circunstancias lectoras como en una especie de destino prefijado. Y ha sido beneficioso y muy gratificante sobre todo por la perspectiva que le da Vollman a sus novelas históricas: ese puntito de acercamiento con los ojos de ahora (aquí los narradores juegan un papel importantísimo) con el riesgo que eso supone para una novela histórica.


"En aquella época ser neutral significaba no tener amigos, mientras que ser leal a un bando o al otro aumentaba la posibilidad de que el contrario le sentenciara a muerte. Además, tales castigos solían ser inflingidos a inocentes.”


En esta novela los dos bandos son los nacionalsocialistas por una parte, y los bolcheviques por otra y leyendo a Danilo Kis es cuando se es totalmente consciente de lo que ha influido a Vollman porque ninguno de los dos consideran la ficción como un artificio cuando se trata de abordar la historia. El nexo que une a ambos es tomar las vidas de personas que existieron o no y los mezclan con referencias históricas, pero el hecho de que lo conviertan en ficción no significa que sea falso, todo lo contrario: desnudan la historia de la rigidez y nos la presentan con personas que reconocemos lo que le da autenticidad. Resucitando las historias de personas que existieron, anónimas muchas de ellas y dándoles vida o inventando otras, es una forma de establecer una permanencia, de que perduren... De esta forma, Vollmann es único a la hora de sacar a la novela histórica de su encorsetamiento y rigidez, y le insufla una brisa de aire fresco. En esta mezcla entre ficción y no ficción que establece, no engaña, no hay falsedad porque todo ésta milimétricamente documentado y las casí cien páginas de fuentes y datos históricos que enuncia al final de la novela, lo demuestran e incluso hay notas al margen para advertir que una escena determinada es ficción.


"Y había un fotorretrato ampliado de Käthe de hacía mucho tiempo. Cuando rondaba la veintena se parecía de un modo extraño a la mujer de Lenin, Nadezhda Krúpskaya, que tan solo era dos años más joven que ella. Ambas mujeres tenían la misma mirada intensa, los mismos labios apretados , como si quisieran ocultar lo carnosos que eran. Käthe miró a su joven yo durante un largo rato..."


Europa Central no hay duda de que es una novela, histórica ademas, pero la estructura en la que la envuelve Vollmann le da un aire a colección de relatos, unidos no solo por el contextó histórico, sino por una serie de personajes recurrentes entre el que destaca el músico Shostakóvich, que funciona como una especie de enlace a estos relatos y porque además Shostakóvich es también ¿por qué no? la excusa de Vollmann para abordar ciertas cuestiones morales que van surgiendo a lo largo de la novela: "La vida exige el máximo grado de sordera; entonces podremos ser, por así decirlo, felices." Casi cuarenta relatos, la mayoría de ellos ambientados en Alemania y la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, aunque la novela realmente empiece en 1914 y termine en 1975. Algunas de las historias están contadas desde el punto de vista de sus protagonistas pero otras con un narrador que a veces se identifica y otras no, este juego de narradores que van cambiando de un relato a otro es uno de los puntos más brillantes de esta novela, una característica que define a Vollmann casi siempre. Por ejemplo, comienza la novela con un relato apasionante (Los Salvadores, un relato cabalístico) en torno a dos mujeres, Fania Kaplan y Nadezhda Krúpskaya, la primera una revolucionaria y disidente soviética que intentó asesinar a Lenin en 1918 (que desató la ola de ejecuciones del Terror Rojo), y la segunda, la esposa de Lenin. La manera en la que en este relato, Vollmann establece las conexiones entre ambas mujeres, sus vidas, estableciendo un emparejamiento casi mental, lo convierten en un relato hermosísimo desde el primer momento.


"Puesto que se temía por la seguridad del zar, en un principio el tribunal la condenó a muerte, pero debido a su juventud y a su sexo, la sentencia fue conmutada por trabajos forzados en Siberia. Allí vivió entre rios helados y alfabetos celestes de constelaciones hasta que la Revolución de Octubre la amnistió."


Este primer relato está directamente relacionado con el segundo, “Movilización”, ahora ya no es la Unión Soviética sino que es Alemania la protagonista del relato, se podría decir que es la otra cara de la misma moneda: transcurre en 1914 y no hay duda de que retrata el preciso momento en que surge la idea de la Primera Guerra Mundial, la idea de Europa tiene que quedar desvanecida para dar paso a un sentimiento nacionalista obsesivo, Alemania. Es en este relato donde Vollmann ya nos presenta al personaje del sonámbulo (Hitler, a Stalin lo denomina el realista): y junto a mí, un hombrecito pálido, a buen seguro un vagabundo, despeinado y con un bigote oscuro y trapezoidal, empezó a dar saltos, sonriendo al mundo con ojos de sonámbulo…” Quizás todavía en este segundo relato es pronto para que el lector lo perciba, pero a partir de ahí casi todos los relatos no solamente están enlazados sino además emparejados porque cuando Vollmann está contando un relato inmediatamente después lo empareja con otro desde la otra perspectiva, así va rotando entre la visión alemana y la soviética y quizás donde más patente se haga sea en las historias en torno al general Vlasov y el mariscal de campo Paulus, al final dos historias que conforman dos personajes que son como espejos aunque estuvieran en frentes diferentes, ambos militares cambiaron de bando, ambos se convierton en traidores a su patria y la forma en la que Vollmann narra ambas historias es quizás uno de los puntos álgidos de esta novela.


Se la encontró un día de invierno en la cola de Liteini Prospekt, y en una carta la describió como un -maniquí distante-. ¡Asi es como nos gustaba! Por desgracia, su presencia aún electrizaba a cualquier multitud. En mi opinión, esto demuestra que no habíamos sido lo bastante estrictos con ella. Tal vez era un maniquí distante, tan mansa como el agua bajo una capa de hielo; pero nuestra misión era congelarla."


Todos los relatos son apasionantes y todos están marcados por el año en que se sucedieron los hechos para que el lector se sitúe y no se pierda, pero admito que hay algunos relatos que directamente me han encandilado como por el ejemplo el que Vollmann titula como un poema de Anna Ajmátova "Y secaría mis cabellos salados en una roca plana lejos de tierra", aquí un narrador, cuenta en primera persona su espionaje y acoso estalinista sobre la poeta Anna Ajmátova, y a fuerza de espiarla, se aprendió sus poemas de memoria : "Un sentimiento personal no es más que un sentimiento personal. He fusilado a infinidad de mujeres atractivas." La grabadora Käthe Kollwitz, el compositor Dmitri Shostakóvich, las poetas y escritoras Chukovskaia, Tsvetaeva o Ajmátova, fueron artistas continuamente presionados para que su arte sirviera como propaganda de ambos régimenes totalitarios pagando un alto precio algunos de ellos por mantenerse libres; otros como Roman Karmen, cineasta documentalista sin embargo, idealizó con sus documentales los triunfos bolcheviques. Otros personajes como serán telefonistas, espias, soldados, militares... , forman un microcosmos que nos ayuda a recorrer esta Europa del terror. Vollmann que normalmente se autonombra personaje camuflado en sus historias, aquí lo deja para la nota final en la que se dedica a explicar algunas cuestiones como por el ejemplo el del triángulo amoroso entre Shostakóvich, Roman Karmen, el cineasta y Elena Konstantinovskaya, traductora, amante del primero y esposa del segundo.


"Lo más extraño de esta mujer es que sabía cómo ocultarse tras una apariencia poco atractiva (supongo que para que no le hicieran daño). En cuanto se ponía las gafas redondas y se recogía el pelo en un moño, casi nadie la miraba. He leído que aquellos pocos afortunados que fueron testigos, literalmente, de cómo se soltaba el pelo, jamás la olvidaron durante el resto de su vida."

[…]

"Había sido uno de sus libros favoritos (no podemos decir su favorito, dado que su vida aún no había concluido). Lo mencionó, y ella se mostró dispuesta a aceptarlo; era tan amable que iba a leerse el libro que a él tanto le gustaba. "Él no estaría a su lado cuando empezara a leer el ibro; pero de sus frecuentes conversaciones, pensaba que podría mantenerse al tanto de a dónde había llegado cada día. Le prometío empezarlo aquella misma noche cuando estuviera en casa con el otro hombre."


Vollmann avisa de que este triángulo amoroso es pura invención y que el personaje de Elena está reinventado: la mujer misteriosa y siempre esquiva, y como tantas mujeres en las obra de Vollmann, siempre idealizada. Elena que era rubia, aquí para la ficción, Vollmann la convierte en una morena de larga melena a la que siempre está aludiendo como en una especie de simbolo de Europa. Elena está siempre presente, y aunque aquí Vollmann la convierte en el gran amor de Shostakóvich, también es verdad que el retrato que hace de ella es una especie de abstracción ideal.


"Sea como fuere, quiénquiera que escriba sobre ella, no tarda en desorientarse. Es incognoscible."

[...]

"En las óperas de Shostakóvich ella era el destello de luz en los turbulentos cielos del cromatismo."

[...]

Y entonces, al otro lado de la calle, estaba ella, Elena Kostantínovskaya, quiero decir, con el pelo ya gris pero solo que más…, qué puedo decir, me da miedo decir, hermoso, porque… bueno, ella era tan perfecta, y tan improbable por serlo, como un icono prerrevolucionario enmarcado en oro; y ella lo vio, pero ambos habían sido educados en el uso de aquellos huecos de los pasillos en los que se ponía de cara a la pared a los prisioneros que se cruzaban, para que no pudieran reconocerse entre ellos.”


De todas formas, dentro de todo este cúmulo de historias, prevalece el retrato que hace Vollmann de Dmitri Shostakóvich que es el rio que guiará toda la novela. El compositor será el protagonista de muchos de estos relatos como una especie de excusa para contar la evolución del contexto histórico que le tocó vivir desde 1914 en que tenía ocho años hasta 1975, fecha en que falleció. El retrato que Vollmann concibe aquí es quizás uno de sus personajes más logrados, porque Shostakóvich, es el eterno disidente camuflado, que durante décadas estuvo mareándole la perdíz al régimen para no afiliarse al partido bajo la excusa “quizás cuando termine la sinfonia en la que estoy trabajando”, y sin embargo de cara a la galería, esa disidencia no se manifestaba, era una persona a la ue le costaba enfrentarse a los conflictos y que era casi incapaz decir que No. Vollmann lo dota de toda una gama de matices que le hace sobrevivir en pleno infierno: su miedo crónico ante el sonido del teléfono o del timbre, siempre con la maleta preparada en el caso de que vinieran por él, y en este sentido algunas escenas resultan hasta patéticas de lo humanas. Sí, Shostakóvich estuvo mareando la perdiz durante décadas pero gracias a eso consiguió escribir la música que quería "Por eso quería construir su sinfonía no a partir de música, sino a partir de nieve y explosiones."


“… porque el Opus 110 no es una progresión, solo una cárcel, y el prisionero (cierto DD Shostakóvich) ya ha completado el circuito de los muros hasta volver al punto de partida. . Está en en centro del mundo, compréndase. (El centro del mundo es Leningrado, que es Stalingrado, que es Ausschwitz). Todos los lugares llevan alli. De ahí el horror del Opus 110, tan íntimo como el limo de la garganta de la música, las cuerdas que gotean amargura y odio.”


Dentro de lo excesiva y de lo brillante que es Europa Central, me fascina encontrarme con un personaje como el de Shostakóvich que es una metáfora quizas del ser humano buscando recursos para sobrevivir: patético en muchos momentos, vulnerable, tímido,  torpe, inseguro siempre.... Eternamente atormentado por un amor inalcanzable, el de Elena, y por esa presión stalinista "Shostakóvich soñó que unos hombres que calzaban unas botas altas y brillantes iban a buscarlo en mitad de la noche." buscaba refugio en la música y la forma en que Vollmann yuxtapone esos estados de ánimo a la hora de componer con la átmosfera irrespirable del miedo continuo a ser detenido, a los bombardeos, a la muerte siempre presente, tiene su momento álgido en el relato de más de cien páginas titulado Opus 110: un interludio totalmente vollmaniano, en el que captura ese tormento de Shostakóvich relacionando su música con sus miedos,  con el terror de los tiempos que le tocó vivir.


"Shostakóvich, se dijo a sí mismo, hoy voy a morir. Intentaba ser... digamos que progresista, filosófico, realista, incluso -¿por qué no intentar usar estas palabra de nuevo?- optimista (por ejemplo los tranvías aún funcionaban, por suerte, no se habían congelado en las calles); y lo que, a buen seguro, no era más que, ya sabe, un sentimiento en esencia infundado, lo blindó contra el miedo..."


Quizás uno de los grandes logros que aquí consigue Vollmann sea el hecho de que entendamos a la perfección algunas decisiones morales que se vieron obligados a ejercer mucho de los personajes de esta novela, si ya es dificil pensar con claridad en tiempos de paz, no digamos en un tiempo de terror como el que vivió Europa en la primera mitad del siglo XX, así que en este aspecto pensar en lo que tuvo aguantar la poeta Ajmátova, Käthe Kollwitz o el mismo Shostakóvich para mantener su obra libre de influencias, resulta cuánto menos una hazaña por no mencionar a Kurt Gerstein, en el relato “Manos Limpias”, quizá uno de los más conplejos de la novela. Y el lenguaje de Vollmann se mimetiza con las diferentes historias, ajustándose, pasando del lenguaje militar, de la estrategia politica al lirismo poético al que nos tiene tan acostumbrados cuando menos nos lo esperamos. Una novela por momentos agotadora pero totalmente necesaria, de un autor al que tachan de excesivo, pero al que considero fundamental. Brillantísima Europa Central.

La traducción es de Gabriel Dols y Roberto Falcó.


Cuando repaso mi vida, me doy cuenta de que he sido un cobarde, un cobarde. Pero si tú hubieras visto todo lo que he visto yo, Edik, a lo mejor también te habrías vuelto cobarde. ¿Te lo imaginas? Aceptar… ya sabes, aceptar la invitación de un amigo, y cuando llegas a su casa descubrir que ha ‘desaparecido’, con todos sus libros y su ropa lanzados a la calle, ¡y algún nuevo camarada ya instalado allí! Es…”


Nota:

♫♫ ♫  This great evil - where's it come from?
How'd it steal into the world?
What seed, what root did it grow from?
Who's doing this?
Who's killing us, robbing us of life and light, mocking us with the sight of what we might have known?
Does our ruin benefit the earth, aid the grass to grow and the sun to shine?
Is this darkness in you, too?

Have you passed through this night?
♫♫ ♫ 

(Have You Passed Through This Night?, - Explosions In the Sky)

 


 

 

 

Comentarios

  1. Buah pues qué ganas de leerlo y anda que no tengo Vollmann pendientes y con las buenas nuevas de Pálido ya como para no parar y ponerse al día. Sí, me da la impresión de que es muy intensa y que puedes permitirte esos parones como decías. Yo sigo con Munro, y con esos parones entre cuentos y la verdad es que genial! Un abrazo de 3a ola de calor!

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    Respuestas
    1. Siii, tercera ola de calor pero todavía comparando este verano al del año pasado, me sigue pareciendo light, que el año pasado fue un infierno ;)

      Me alegro que estés disfrutando a la Munro, Joe, y sí, creo que con ella no vale leer los relatos seguidos, pq se esconde mucha info entre líneas, y hay q darle vueltas e incluso releer el relato una vez terminado.

      Yo casi creo que dentro de su densidad, Europa Central es su obra más accesible pero sí que es agotadora y lo mejor es leerla haciendo parones pq algunos relatos son como novelas.

      Graciasss, y buen verano Joe!

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