Lenguas vivas, de Luis Sagasti

 


 ⭐⭐⭐⭐⭐

♫♫♫ What Did You See - Cemeteries ♫♫♫

 

 “Así, de golpe, se dio cuenta de que aquello que tanto le gustaba empezó a ejercer sobre él una atracción imposible de resistir. Hay cosas a las que uno no se acostumbra ni queriendo, la rutina no mitiga la sorpresa: eso hace a una verdadera obra de arte.”


Alguien me comentó el otro día que según lo que había podido entrever de lo que leo por las entradas del blog quizás debía darle una oportunidad a Luís Sagasti; fue uno de esos regalos en forma de recomendación, de intercambios que a veces no llegan a buen puerto, pero en esta ocasión la recomendación no pudo atinar más. Y es raro, porque en cuanto lo investigué me interesó pero lo extraño es que su nombre no había salido a relucir en ningún momento cuando empecé este año a leer algunos autores argentinos; en ningún momento me saltó su nombre,          y sin embargo ahora me pregunto cómo he podido llegar hasta aquí sin haberlo conocido antes. Y mientras me sumergía en estas Lenguas vivas, no podía dejar de rememorar la experiencia de leer a David Markson el año pasado, que si me habéis leído, ya sabréis que es otro autor que me ha marcado y ha supuesto un punto de inflexión en el curso de mis lecturas pero es lo que tiene, que a veces ves a ciertos autores que te gustan reflejados en todas partes, así que pensé que podía ser una exageración mía, pero al final no me equivoqué, la intuición era buena. Recién terminada esta novela leo una entrevista a Sagasti y precisamente cita a David Markson y una de las obras de su Cuarteto como influencia. Estoy encantada de haber llegado hasta aquí, las conexiones son infinitas. Además, que esta novela de Sagasti me ha llevado también hasta Alexander Theroux y sus Colores primarios, otra influencia para Sagasti; una maravilla literaria que va a quedar ya enlazada e interconectada a esta Lenguas Vivas y al Cuarteto de Markson.


"Pero hubo una lengua en China cuyos signos bien semejaban las huellas que deja un pájaro al caminar.
Unos pájaros sigilosos desprendidos de esas arañas estridentes que son los ideogramas del Emperador. Algo leve, volátil casi, sin ser vacilante."



En Lenguas vivas, Luis Sagasti relata historias que extrae de hechos históricos y personajes celébres y compone una suerte de pequeños textos casi poéticos en torno ellos, al igual que Markson era un coleccionista de citas aparentemente inconexas cuando abordó su Cuarteto buscando siempre un tema subyacente que se iba desvelando poco a poco, en Lenguas vivas, Sagasti hace algo parecido enlazando personajes como Wittgenstein, Agota Kristof, Henry Darger, Chagall, Einstein, Purvis Young y así hasta el infinito, para enlazarlos con ciertas ideas y reflexiones que parecen surgidas sobre la marcha pero realmente la forma en la que se para en ciertos detalles, nos da la pista de que todo está relacionado. Wittgenstein -El lenguaje es una parte de nuestro organismo-, anota en su diario en 1915. Y más tarde: -Cuando veo el espacio, ¿veo solo puntos?” Sagasti empieza hablando de Ludwig Wittgenstein y de su relación con el frio, la nieve, que le ayudaba a escribir y así va pasando de un tema otro en el que el objetivo sería ahondar en las diferentes lenguas, las formas de comunicación a través del lenguaje tanto el oral como el visual, y hay una especie de obsesión por no ver morir a muchas de estas lenguas: Tevjij Esenç, el último hablante de la lengua ubijé (lengua del Caucaso) o Alf Palmer, el último hablante vivo de la lengua warrungu, un idioma del noreste de Australia, son algunos de estos personajes que se van convirtiendo en los protagonistas de sus pequeñas historias. La maestría de Sagasti está en la forma en que las conecta, el exquisito camino que van tomando estas historias hasta calar en el lector. 

 

En el siglo III las mujeres de la provincia de Hunan crearon un idioma que permaneció velado a los hombres hasta que fue descubierto en 1984, es decir, mil setecientos años más tarde…”[…] El Nü shu se lee de arriba a abajo como una lluvia que se acepta con humildad. Trazos alargados que se escriben, sí, pero también se los ha tallado en adornos de madera y cerámica… A diferencia del mandarin, los caracteres del Nü shu no representan ideas sino sonidos. Era frecuente que, en un principio llegara en un pañuelo que acallara tristezas. La madre señalaba los trazos, los recorría con lentitud de lágrima hasta alcanzar el sonido escondido en la tela.”

[…]

Allí se aprende el amhárico, de letras de verdad hermosas, un poco cirílicas, un poco sánscritas; se escribe de izquierda a derecha, que es como avanza la noche en un mapa. Del otro lado del desierto, en Oudane, la aldea de Mauritania, muy cerca del Ojo del Sahara, se enseña a leer al revés. Las letras árabes como un oleaje pequeño, calmo e indetenible que progresa con el sol. Una marea de olas inseparables si no se sabe nadar. En cambio, las letras amháricas, como las nuestras, recuerdan huellas de animales, distintas especies avanzan en fil hacia la noche como si el mero caminar reconciliara unas con otras.”


Luis Sagasti se apoya mucho en imágenes y en cuadros para extrapolar sus ideas de ahí. Por ejemplo, empieza con alguna fotografía emblemática de Wittgenstein o Einstein, para algunos capítulos después construir un capítulo titulado Saltos, dónde rescata esa serie de fotografías de Philippe Halsman en las que captaba el momento de personajes famosos saltando, un instante fugaz que quedará reflejado ya eternamente. Confieso que nunca me atrajeron mucho las fotos de Halsman pero leyendo el capítulo que Sagasti le dedica a estos saltos, consiguió transportarme a otra perspectiva. Halsman captó el instante de un salto del mismo Marc Chagall, y la manera en que enlaza este instante dándole una vida más allá a esta foto, es quizás lo que más me atrae de este autor, que a partir de un pequeñísimo detalle, tiene la habilidad para expresar lo que se ve más allá de ese instante:


"Así lo ve Marc Chagall, quien siempre se ha pintado a sí mismo flotando en el cielo con su primera mujer, Vava. Aquí, es curioso, se lo ve saltar solo. Acaso su segunda esposa nada quería saber de andar por los aires con quien siempre se pintó con la otra en el cielo con diamantes."


El estilo de Sagasti es fragmentado, nunca lineal, uniendo ideas y reflexiones, avanzando y volviendo atrás, componiendo pequeños textos poéticos a partir de ideas cuyo tema central podrían ser lenguas que se extinguen, pero no solo lenguas, el color como una lengua en sí misma y quizás uno de los capítulos más hermosos es aquel donde rescata las obras rupestres de la cueva de Lascaux y las relaciona con los colores y la luz:


Más de un cuidador de sala ha dicho que en muy raras ocasiones, cuando se prenden luces, puede advertirse un pálido estallido fugaz, como si la pintura reaccionara ante el súbito encendido.

Bisontes, caballos, siluetas de arco y flecha custodian asi su latido original. Cada pintura, una vez acababa, comienza el lento regreso de su fulgor para que el primer bisonte siga trotando. Y así lo que nutre, abriga y consuela queda atrapado en la primera vez. Para eso sirve el arte.”


En definitiva, Luis Sagasti es un autor que me ha envuelto por la eterna curiosidad que emana de él y que es capaz de transmitir al lector porque como él mismo dice: “concibo la literatura como una forma de leer y no de escribir”. Establece las conexiones, percibe el mundo y enlaza lo real con el imaginario que podemos encontrar en cada uno de nosotros. Un autor que ya se va a quedar conmigo.


Leer como si nadáramos en olas de arena de Arabia, de este modo escribían las biblias a mano los monjes medievales, y zarpar así al final de cada oración.”

 

 

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