Mantícora, de Robertson Davies ( Trilogía de Deptford #2 )
⭐⭐
“Todo el mundo necesita su máscara. Los únicos impostores intencionales son aquellos cuya máscara es la de un hombre que no tiene nada que ocultar. Todos tenemos mucho que ocultar, todos hemos de ocultarlo por el bien de nuestra alma. ¿No encontró usted nunca algún desperfecto en su armadura?"
No suelo reseñar libros que me han disgustado porque entre otras cosas si empiezo algo que no me convence lo acabo dejando y tampoco me apetece malgastar energía innecesariamente, sin embargo, una vez empezada la Trilogía de Deptford, sigo con la idea de querer leerla completa por lo menos para tener una idea de conjunto a pesar de que Manticora me ha aburrido soberanamente, la he terminado a trompicones y aunque hay momentos interesantes, citas que merecen la pena destacarse, es la estructura y el estilo utilizada por Robertson Davies la que me ha horrorizado por el peñazo que me ha supuesto su narración. No me podía creer, que después de El quinto en discordía, Robertson Davies nos haya colado una obra en la que la mayor parte de ella es una narración autocomplaciente de parte de su protagonista, David Staunton, salteada de una conversación interminable y mecánica en la que supuestamente su psicoanalista lo escucha y le sirve como pie de réplica a esta narración. Dimes y diretes sin apenas profundidad psicológica en torno a un personaje externo de esta trilogía.
"Ser un cínico no es lo mismo que evitar la ilusión, pues el cinismo es otra clase de ilusión. Todas las fórmulas para hacer frente a la vida , e incluso muchas filosofías, son vanas ilusiones. El cinismo es una ilusión de las peores ."
La gracia la primera novela de la trilogía estaba en la forma en la que un objeto, una bola de nieve, enlaza la vida de tres hombres y de cómo los influye de por vida. Hasta aquí bien. Dunstan Ramsay es el narrador de esta primera novela y está firmemente enlazado a su amigo Boy Staunton, el que lanza la bola de nieve, y a Paul Webster, se podría decir la víctima de esta bola de nieve convirtiéndolo en un exiliado social. Cada novela estaría dedicada a uno de ellos, asi que en Mantícora le tocaría a Boy Staunton, el que lanza la bola de nieve y le putea la vida de por vida a Ramsay por su sentimiento de culpa eterno y agónico, y a Paul Webster, por dejarlo sin madre entre otras cosas; pero mi problema viene porque aunque sea una trilogía, no veo que esta novela SUME o APORTE ni siquiera argumentalmente nada a El Quinto en Discordía. ¿Hay datos nuevos que completen la primera? ¿ Se puede decir que Robertson Davies desarrolla los personajes dándonos una visión más en conjunto con respecto a la primera? En mi humilde opinión no. Esta novela ni suma ni aporta nada porque todo estaba ya en la primera de la trilogía, y toda esta Mantícora no es más que un chicle que se expande gratuitamente y que sirve como excusa a Robertson Davies para hablar sobre algo que le volvía loco, la corriente psicoanalista de Carl Jung.
"No me amedrentaban mis citas con la doctora von Haller, como a uno podrían amedrentarle un tratamiento doloroso, o demasiado exigente, de tipo puramente físico. Pero soy de naturaleza retentiva, soy propenso al secreto, y todas aquellas revelaciones eran contrarias a mi manera de ser."
En esta novela, David Staunton, el hijo del que lanzó la bola de nieve en su momento, ya con cuarenta y tantos años, ¿traumatizado por la muerte de su padre? se va a Suiza a que lo psicoanalice la Dra. Haller, una prestigiosa psiquiatra de la corriente junguiana, David, era un personaje totalmente secundario en la primera novela de la trilogía y aquí supuestamente y durante el psicoanálisis sale a relucir la relación con su padre, el lanzador de la bola de nieve y aunque se puede decir que es un viaje de autodescubrimiento del mismo David Staunton, para mí, Boy su padre, es aquí casi un personaje que no aporta nada porque ya lo habíamos conocido en El Quinto en Discordia, y aunque todo gire en torno a David ¿para qué querríamos conocerlo más a fondo??? La mayor parte de la novela se construye en torno a David y su psicoanalista, con dimes y diretes dogmáticos, en la que ella es apenas un satélite que le sirve como excusa para las réplicas, y por otra parte, la narración del propio David, ahondando en su vida, no me aporta nada en relación a la primera novela de la trilogía porque realmente ya había estado todo ahí y David se convierte en un personaje estirado ad infinitum. El gran problema de Mantícora está, creo, en que no hay ninguna novedad, ningún centro neurálgico dónde sostenerse, David habla y habla y yo acabé agotada porque esto no me llevaba a ninguna parte con respecto a la primera novela. Hay una ausencia total de climax porque la narración carece de ritmo. Tanto David, como la doctora y como los personajes que surgen hacia el final no dejan de alargar un discurso que ya estaba en El Quinto en Discordia y cuya única novedad estaría en la excusa que tiene Robertson Davies para enrollarse en torno las teorías de Carl Jung. En definitiva, poco que ver con la primera de la serie (aunque Davies sigue cojeando estrepitosamente en los retratos femeninos, o sumisas o controladoras), pero intentaré leer el tercero de la trilogía porque necesito completar el cuadro.
La traducción es de Miguel Martinez-Lage.
“No prometo la felicidad No sé qué es la felicidad. Ustedes, las personas del Nuevo Mundo, están, cómo decirlo, enganchados a la diea dela felicidad, como si se tratara de algo constante, de algo que se puede medir, de algo que zanja y disculpa todo lo demás. De ser algo, la felicidad es un producto secundario de otras condiciones vitales, hy hay personas cuyas vidas distan mucho de parecer envidiables, e incluso admirables, que son realmente felices. Olvídese de la felicidad.”
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