Zeroville, de Steve Erickson

 

 ⭐⭐⭐⭐⭐

 "-Estuve pensando -dice-. Lo que dijiste acerca de ser un sueño.
-¿No es es ese el cliché del cine, Vikar?- ella sigue con la cabeza contra la tapicería, mientras atisba en su dirección bajo los párpados medio cerrados-, ¿qué son sueños?"

Leyendo Zeroville de Steve Erickson, no entiendo como esta novela no llegó a mi vida antes, aunque también es cierto que ciertos libros solo se pueden valorar en momentos determinados, cuando ya te has construido todo un universo de libros y en este caso concreto también de cine. Zeroville es todo un disfrute para cualquiera pero más para el cinéfilo que lo lleva en la sangre porque toda la novela (independientemente del argumento central y del personaje de Vikar), funciona como una especie de puzzle o de juego: Steve Erickson a través de su protagonista, Vikar, hace referencia continuamente a películas, muchísimas, sin decir el título, y a muchos cineastas, sin dar su nombre, pero da la suficientes pistas como para que el lector los pueda ir reconociendo, Brian de Palma es Hitch, por ejemplo, asi que no puedo decir otra cosa que me lo pasé genial en ese aspecto.

La novela es un enganche total que me leí casi de una sentada, desde el mismo momento en que Vikar Jerome llega a Hollywood, hasta el final de sus páginas. Vikar llega a Hollywood a finales de los años 60 en un momento en que la industria del cine está cambiando y metamorfoesandose en algo distinto; ha descubierto el cine 11 meses antes, no había visto ninguna película antes por su rígida educación calvinista en la cual su padre no permitía salirse del tiesto. En cuanto Vikar ve su primera película “Un Lugar En El Sol”, se obsesiona con el cine y a partir de ahí, el cine es su vida. Imagino que el personaje de Vikar está basado libremente en la vida de Paul Schrader porque si buceas en su vida, es justo eso, una obsesión por el cine con un pasado muy parecido. Vikar se afeita la cabeza y se hace tatuar a Montgomery Clift y Elizabeth Taylor que se van a convertir en un referente continuo durante toda la novela. Vikar llega a Hollywood solo por y para el cine, pero cuando llega se da cuenta que los que deben saber más de cine no tienen ni idea, ni les interesa, y sin embargo, en los personajes de la calle que se va encontrando, viven y respiran cine como él.

Durante el camino, desde el momento en que llega a Hollywood y pasa por Nueva York, Cannes, Paris y la Cinemateca francesa (templos cinéfilos), Vikar se va encontrando multitud de personajes en su camino, que van evolucionando desde momentos desternillantes hasta una reflexión muy seria sobre la creación artística pero quizás en ese aspecto uno de los detalles más atractivos de la novela, sea el personaje de Vikar, a quién en algún momento lo presentan como “cineautista”: Vikar es un personaje puro, cuya ingenuidad es dificilmente manipulable y con quién el lector conecta enseguida. Vikar siempre está a la búsqueda de algo que parece que no puede encontrar, aunque sabe de sobra que si lo encuentra, será en algún plano escondido de alguna película: desde Un Lugar en El Sol, pasando por infinidad de películas hasta desembocar en la Juana de Arco de Dreyer…, continuas referencias, conversaciones en torno al cine que fluyen y convierten esta novela en un placer total y absoluto.

La novela de Steve Erickson es perfecta en todos los sentidos, por cómo muestra el momento de ruptura que significaba el tipo de cine que se empezaba a hacer en los 70, pasando por la evolución del personaje, y finalmente por como estructura Erickson la novela, en capitulos que simulan el proceso de montaje de una película, y realmente lo que he aprendido leyéndola sobre lo que significa la edición en una película es impagable, la esencia del cine.

"Esa película es como un fantasma. La ves a solas y te conviertes en la cosa o persona acosada por ella. Anoche, la película se volvió mía y de nadie más"

 

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