Los Elementales, de Michael McDowell
⭐⭐⭐⭐⭐
"-Está
bien -dijo Luker-. Admitamos que las mujeres Savage son esposas
aceptables. Pero lo cierto es que, como madres son una
porquería.
-¡Para
nada!
-Barbara,
no sabes lo que dices. ¿Por qué intentas defender a una
muerta?
-Marian
Savage...
-¡Las
madres Savage se comen a sus hijos! -exclamó Luker!"
Elijo esta cita para comenzar la reseña porque creo que define a la perfección la atmósfera de esta novela que precisamente comienza en el funeral de Marian Savage, la matriarca de los Savage,. A este funeral solo asisten los dos hijos de Marian Savage, (Dauphin y Mary Scot que además es monja) y los McCray, unidos a los Savage por décadas de amistad que ha llevado a unir en matrimonio a dos de sus hijos . El funeral sienta las bases de lo que va a ser la novela, porque en esta escena conoceremos a todos los personajes, y Michael Mcdowell enseguida nos sitúa en el contexto. Los McCray y los Savage compartian veranos en Beldame, una zona costera entre el Golfo de Méjico y la laguna de St. Elmo rodeados de dunas y sin un alma a kms de distancia: la casa de los McCray estaba situada justo en la vertiente del golfo, y la casa de los Savage en la vertiente de la laguna, justo en medio habia una tercera casa, vacia, y a la que la arena de las dunas iba enterrando poco a poco. Las casas son de estilo victoriano, un estilo quizás incongruente con el lugar y la época, pero realmente define la esencia de estas familias: excéntricas, imprevisibles y con un toque de descarado desparpajo.
"Beldame representaba para todos ellos una justa y posible compensación por las aflicciones, los infortunios y los trabajos de este mundo. Era un paraiso en la tierra. Y se parecía al otro, el paraíso celestial, que era luminoso, remoto, atemporal y vacío".
Tras el funeral, ambas familias deciden pasar unos días en Beldame en un intento por rememorar y compartir experiencias del pasado tras la ausencia Marian Savage, amiga íntima de la matriarca de los McCray, Big Barbara; y es este viaje a Beldame lo que convierte a esta novela en una experiencia diferente e imprevisible. Supuestamente está etiquetada como novela de terror, porque Michael Mcdowell usa la casa vacía como McGuffin para que resurjan de alguna forma los fantasmas familiares del pasado, metafóricamente hablando; esta tercera casa es la que contribuye a la atmósfera sobrenatural que transpira toda la novela. Durante décadas, los niños Savage y McCray han tenido una especie de obsesión por esta tercera casa, oteando tras las ventanas sin atreverse ni siquiera a acercarse a ella y poco a poco fueron entendiendo que los secretos de esa casa marcaron sus infancias y adolescencia. Esta nueva vuelta como adultos cuando algunos de ellos llevaban años sin pisar Beldame, resucita de alguna forma traumas del pasado y secretos inconfesables. Y es India, una niña de trece años, hija de Luke McCray, quién marca el ritmo de la novela. India es el único miembro de la familia que no conocia Beldame, así que en una jugada magistral por parte de Michael Mcdowell, el lector se convierte en India , porque va conociendo los espacios de Beldame a través de ella.
"Antes de Beldame, India no abrigaba la menor simpatía por el estilo de vida sureño, con su cordialidad generalizada, su malicia displicente y su laxitud abrumadora (...) pero Beldame la había superado. Estaba hechizada, como hechizado quedó Merlín por Nimue."
Tengo que decir que no me van nada las casas encantadas, tampoco leo mucha novela de terror entre otras cosas porque no controlo que autores dominan el terreno, exceptuando claro está a Stephen King, sin embargo en esta novela a la que se la puede etiquetar en el subgénero de terror de las casas encantadas, si que he disfrutado muchísimo. Michael Mdowell un autor desconocido para mí, me ha sorprendido y fascinado porque aunque también esta novela es puramente gótica, es también marcadamene moderna y muy de ahora, por sus diálogos chispeantes, por sus personajes, que están tan bien definidos, que cuando otros autores usan páginas y páginas para describirlos, aquí Mcdowell en un par de pinceladas ya te los está describiendo, definiendo, y con una gran carga psicológica.
"-Entonces levántate y sirveme otro escocés. El sufrimiento siempre, siempre me ha secado la garganta. Desde que era una niña”.
—
"Hija mía, esa mujer te abandonó. Espero que esté vendiendo enciclopedias de puerta en puerta, espero que esté cosechando papas en Lousiana, espero que esté en el fin del mundo, espero..."
Michael Mdowell ha sido una de mis grandes sorpresas del año del 2020, y con esta novela te das cuenta de la cantidad de autores de género desconocidos, invisibles y ensombrecidos por otros multivendidos y que ocupan muchas páginas en el terreno publicitario. Los Elementales es una novela prodigiosa que comienza pausadamente, definiendo la atmósfera y sus personajes y poco a poco va in crescendo, anticipando atmósferas en la imaginación del lector, que es realmente y en mi opinión “la madre del cordero” en la novela de terror: que el lector se implique y lo disfrute en su imaginación. Quizás el detalle que más me ha impactado en esta novela sea la capacidad de Michael Mdowell para describir fisicamente el terreno en el que se desenvuelve esta novela: el profundo calor sureño, la arena que lo va cubriendo todo, la húmedad... Michael Mcdowell un autor nacido en Alabama, ha descrito su tierra como nadie.
"India perdió rápidamente la noción de los días de la semana: el tiempo se dividía en breves y arbitrarios conjuntos de días calurosos y días lluviosos. Podría haber eliminado de su vocabulario las palabras ayer y mañana: porque ayer no había ocurrido nada que valiera la pena comentar hoy, y mañana no prometía ningún cambio respecto del presente. Transfigurada, India contemplaba la vida en Beldame"."
Por otra parte, a veces conecto mis lecturas con experiencias cinematográficas que he tenido y en este caso también me ha pasado. Las familias Savage y McCray me han remitido al cine de Wes Anderson y a sus familias excéntricas y maravillosas, y por otra parte tampoco he podido dejar de recordar una pelicula japonesa fascinante, donde las dunas también juegan un papel esencial: La Mujer De La Arena, 1964, de Hiroshi Teshigahara, adaptación de una novela de Kobo Abe.
"Lo raro es tener una familia -dijo India pensativa-. Un montón de personas con las que no tienes absolutamente nada que ver, salvo que son tus parientes".
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