Complicidad, de Francis Iles

 


 ⭐⭐⭐⭐

 Esta es de esas pocas veces que llego a una novela gracias a la película, cosa rara porque lo que me gusta es leer antes el libro: nunca me ha atraído leer un libro de una película ya vista. El caso es que me llamó especialmente la atención esta novela porque Hitchock la llevó al cine en 1941 y sabía que había tenido que vérselas y deseárselas con la censura del Estudio de cine porque en aquella época era casi imposible que una película no acabara en happy ending. Sin embargo, en Sospecha, Hitchcock se las arregló para engañar de alguna forma a la censura a través de pistas al espectador, gestos, miradas y a través de un personaje masculino muy ambiguo: después de leer la novela se entiende lo que se lo tuvo que currar Hitchcock para respetar de alguna forma la novela original, y de paso colársela a los Estudios, porque el final de la película fue medianamente impuesto, y sin embargo, la sensación del espectador cuando acaba Sospecha es que no es exactamente un happy ending lo que ha visto.

"Algunas mujeres dan a luz a asesinos, otras se acuestan con estos y algunas contraen matrimonio con ellos. Lina Aysgarth llevaba casi ocho años de convivencia con su marido cuando se dio cuenta de que estaba casada con un asesino."

Desde este primer párrafo con el que arranca la novela, está clarísimo que el autor, Francis Iles está sentando las bases de lo que será la novela. Desde un principio clava en el lector la duda, y durante toda la novela esta duda ya no le abandonará al igual que a Lina. Toda la novela está contada desde el punto de vista de Lina Aysgarth, una chica bien que iba para solterona y cuando se le cruza en el camino Johnnie Aysgarth, encantador de serpientes, apuesto y sin un duro, se casa con él en contra de los deseos de su familia. A partir de este momento seremos testigos de cómo Johnnie, quién no ha dado un palo al agua en su vida, estará continuamente endeudado por culpa de las apuestas y de negocios imposibles, lo que a lo largo de los años de matrimonio no le traerá a Lina más que problemas.

"Pronto descubrió que en su círculo la inteligencia, era por encima de todo lo demás, lo que no se practicaba. En una mujer equivalía a un delito imperdonable. La cleptomanía siempre se disculpaba pero la inteligencia jamás."

Sabiendo como sabe el lector que Johnnie es un tarambana sin remedio… siempre tenemos la duda que nos acompañará desde el primer párrafo de si además cabe la posibilidad de que pueda ser un asesino, tal como predice Lina al comienzo de la novela. Y ésta es el gran talento de esta novela, comprobar hasta qué punto es cierto o solo producto de la imaginación de una mujer que se ha vuelto algo inestable como producto de un matrimonio problemático. Aunque la novela en un principio tiene un tono engañoso, de felicidad conyugal, poco a poco se va convirtiendo en un domestic noir donde la mente de Lina juega un papel importantísimo: la duda continua sobre su marido, lo que comenzará a causar estragos en su mente, anulandola poco a poco.

"Se vio a la deriva, arrastrada por fuerzas más poderosas que ella misma. Renunció a su capacidad de tomar decisiones, nadie se la quitó. Ya no quería tomar decisiones.

Para ser un noir de 1932, tiene un ritmo muy ágil, es muy entretenida y tiene mucho rollo psicológico, sin cortarse un pelo a la hora de cuestionar ciertos dilemas sociales concernientes a la mujer de aquella época. No es que sea una novela feminista, pero si que Francis Iles saca a relucir ciertos roles que las mujeres se veían obligadas a ejercer solo por el hecho de ser mujeres. Y es interesante cómo el autor aborda el personaje de Lina, que cuando era soltera era una chica con ideales feministas, y sin embargo al casarse con Johnnie, se va ensombreciendo  por un amor obsesivo hacia Johnnie.

Complicidad de Francis Iles me ha sorprendido mucho, sobre todo por lo poco conocido que es este autor, y merece mucho la pena leerse también por qué no, para establecer esa comparativa con la película que acabó dirigiendo Hitchcock. Una lectura totalmente recomendable.

 "Conforme tomaban el té, Lina experimentó la extraña sensación de que vivía inmersa en una obra de teatro. . El público sabía que ella sería asesinada al final del tercer acto para que cayaera el telón, pero ella lo ignoraba. Tenía que brillar alegre e indiferente hasta el final. Acabó actuando para ese público inexistente.
Esa ilusión de irrealidad condujo a un convencimiento de irrealidad."

 













Suspicion aka Sospecha, 1941, Alfred Hitchcock 

 

 

 

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