El Polaco, de J.M. Coetzee

 



 

 ⭐⭐⭐⭐⭐

 ♫♫♫ Glory Box - Portishead  ♫♫♫

 

"-¿Qué piensa porque Chopin sigue siendo tan importante?
El polaco la examina con frialdad
- ¿Por qué es importante? Porque nos habla de nosotros. De nuestros deseos. Que a veces no son claros para nosotros. Qué son deseos a veces por algo que no podemos tener. Eso que está más allá de nosotros. Para entender hay que estar en silencio y escuchar. Dejar hablar a la música.
Let the music speak."


De J.M Coetzee no había leído sus novelas salvo algunos relatos sueltos, aislados, porque es otro de esos autores de los que me había mantenido alejada, no sé por qué, intuyo que por mis miedos a que fuera demasiado insondable aunque a partir de esta novela lo voy a atacar ya en serio. El Polaco casi se podría considerar un relato largo, poco más de cien páginas, pero me ha dejado bastante impactada la forma que tiene Coetzee de ponerse en la piel de una mujer y hablarnos de amor: el autor narra desde la perspectiva de una mujer aunque realmente no sea ella la enamorada, sino más bien la elegida como el reflejo de lo que va buscando ya en su vejez, un hombre, Witold Walccyzkiecz: "Llega una larga carta del polaco. Paz parece ser la palabra clave. Ella le da paz." Beatriz no puede entender por qué ha sido la elegida, y esto ha sido lo que más me ha sorprendido de la perspectiva de Coetzee y porque ella misma reconoce en un momento dado describiéndose a sí misma que "Ella es una persona inteligente pero no reflexiva. Una parte de su inteligencia consiste en saber que un exceso de reflexión puede paralizar la voluntad." Quizás este exceso de reflexión bloqueara a Beatriz cuando Witold la elige convirtiéndola en una especie amor ideal y casi imposible así que Coetzee convierte este relato en torno al amor y al lenguaje en un texto que me ha fascinado sobre todo porque lo que acaba abordando es la incomunicación.


¿Qué había en ella que había producido ser elegida? ¿Dónde estaba lo divino en ella, esa noche? ¿Y donde esta lo divino en ella ahora?


Beatriz está a punto de cumplir cincuenta años, cree que se conoce bien a sí misma, es elegante, culta, está casada y es miembro de una junta directiva que organiza recitales en un salón de conciertos en Barcelona. Wittold Walccyzkiecz tiene 72 años y es un prestigioso pianista intérprete de Chopin, que es invitado al circulo cultural al que pertenece Beatriz para dar un recital. Witold ha conseguido una cierta fama al crear una especie de desapego en sus interpretaciones con respecto al romanticismo de Chopin. Beatriz que habla inglés con fluidez es encargada por su circulo cultura para atenderle.  El polaco sin embargo, habla un inglés formal y casi inexpresivo, así que desde un principio hay una cierta barrera lingüistica a la que Beatriz le resulta muy difícil traspasar. Poco después de su marcha, el polaco le escribe a Beatriz: "Llega un email con un documento de audio adjunto: la Sonata en Si menor de Chopin. -Grabo esto solo para ti. En inglés no puedo decir lo que está en mi corazón, por tanto lo digo en música. Por favor escúchalo, te lo ruego-. In English I cannot say."  Beatriz sigue sorprendida, ni siquiera se siente cerca de las interpretaciones de Chopin de Witold, a las que considera muy frías y sin embargo, siente curiosidad. No hay nada en el polaco que la atraiga pero sí que hay una cierta conexión soterrada que la hace ir a su encuentro cuando él la invita a otro de sus recitales.


"Ella cree en general en las primeras impresiones, cuando el corazón emite su veredicto, sea tendiéndose hacia el desconocido o rehuyéndolo. Le tomara un tiempo sobreponerse a esa primera respuesta instintiva y ver al polaco en toda su individualidad. ¿Pero qué significa toda su individualidad realmente?"


A partir de este segundo encuentro, siempre impulsado por la persistencia del polaco, y por una cierta desconfianza y escepticismo por parte de Beatriz, se producirán varios encuentros y desarrollarán una relación cada vez más cercana. En medio de cartas, correos, invitaciones e incluso una semana en Mallorca, Beatriz intentará desentrañar por qué Witold se siente tan atraido por ella, al fin y al cabo, como ella le dice: "no sabes nada de quién o qué soy"; en medio de estos encuentros, quizá lo más difícil para Beatriz sea descodificar el lenguaje de Witold, ese inglés casi minimalista que no le da las suficientes códigos para poder entenderle. A través de Beatriz y de las señales que provienen del polaco, Coetzee está explorando la complejidad de las relaciones humanas cuando se trata del lenguaje, los códigos y hasta qué punto la comunicación a veces resulta impenetrable a la hora de ahondar en el alma humana. El pianista polaco solo sabe expresar de verdad sus emociones en su lengua materna y con el inglés resulta casi imposible que esta comunicación le llegue naturalmente a Beatriz, es por eso, cuando ya al final de la novela, surgen una serie de poemas en polaco escritos por Witold, la brecha que parecía insondable, se vuelva algo más llevadera: No tuve suerte, llegué demasiado tarde, viví demasiado lejos, solo tenía su imagen en mis ojos, la imagen es como un pájaro que aletea en la memoria.” . Y aquí Coetzee aborda el tema de la traducción y hasta qué punto, sirve como puente para descodificar una obra que parecía impenetrable. Durante toda la novela, los personajes, Beatriz y Witold, se enfrentan continuamente a los problemas de traducción, a la interpretación del lenguaje, e incluso hablando ambos inglés, les resulta imposible terminar de comunicarse; cuando la traductora entra en escena para traducir los poemas de Witold, hay ciertos detalles, emociones, que resultan intraducibles. Coetzee analiza y desglosa nuestra forma de comunicarnos a través del amor Para el amante el cuerpo deseado es el alma.”,


Clara Weisz que no es nadie para ella y nadie para Witold, ha tenido acceso a lo que estaba pasando en el alma de Witold, un acceso más claro que el que ella, para quien habían sido escritos los poemas, tendrá jamás, puesto que debía haber tonos, ecos, matice,s sutilezas en el polaco que ninguna traducción podría transmitir jamás.”


La narración de Coetzee es seca y mantiene siempre al lector a una distancia controlada, algo que resulta paradójico cuando tenemos en cuenta que está abordando nada más y nada menos que una historia de amor ¿cómo puede ser entonces su narración tan fría y seca al mismo tiempo? Este tipo de escritura reservada, que tan bien a su vez define la personalidad de Beatriz, tiene todo el sentido del mundo porque Coetzee despoja al texto de cualquier sentido romántico, centrándose casi exclusivamente en la esencia del lenguaje… y si es posible llegar al alma a través de una comunicación a priori fragmentada.Beatriz tiene una curiosidad obsesiva por saber más (Soy liquida. Si tratas de retenerme, me escurriré de tus manos como agua.”), por llegar a desentrañar las señales que llegan por parte del polaco, y aunque él crea que quizás a través de su música pueda darle una respuesta,  Beatriz que no entiende sus interpretaciones de Chopin, buscará las señales en el lenguaje, casi exclusivamente. La novela está narrada siempre en presente aunque esté contada a lo largo de varios años, pero este tiempo presente marca la acción (nunca concluida) aunque estén separados por el tiempo y la distancia.


¿Es el amor un estado de la mente, un estado del ser, un fenómeno, una moda que va quedando relegada mientras la observamos, en el pasado, en los remotos reinos de la historia? El polaco estaba enamorado de ella, gravemente enamorado, y es probable que lo siga estando, pero el polaco mismo es una reliquia de la historia y de una época en que el deseo debía estar teñido de lo inalcanzable antes de ser considerado algo auténtico.”


Resulta contradictorio que al mismo tiempo que el personaje de Witold quiera acabar con el tópico del romanticismo de Chopin a través de sus interpretaciones, al mismo tiempo esté durante toda la novela estableciendo un simil entre Dante y su amor ideal, Beatriz, pero donde en La Divina Comedia el punto de vista era el del enamorado, aquí Coetzee cambia el punto de vista, y coloca a Beatriz como la narradora. La perspectiva cambia a la de una mujer que es la receptora de este amor, que a veces no puede entender y llegado un punto se obsesiona por desentrañar a este hombre y sus códigos. Quizás sea esto lo más atrayente de esta novela tan rara y fascinante, en cómo Coetzee usando las convenciones del amor imposible da un giro y nos cambia la perspectiva de todo el lienzo.

La traducción es de Mariana Dimópulos


¿Qué es el tiempo? El tiempo es nada. Tenemos nuestra memoria, En la memoria, no hay tiempo. Te mantendré en la memoria. Y tú, quizá tu también me recuerdes.”

 

 

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