La muerte de mi hermano Abel, de Gregor von Rezzori

  


 ⭐⭐⭐⭐⭐

 ♫♫♫ Waiting for the end - Tears Run Rings   ♫♫♫

 

 

"Vea usted: como extranjero de oficio, por predestinación y vocación, estoy acostumbrado a ir por el mundo en cierto estado de abstracción; el bello comienzo de mi libro, por desgracia todavía inconcluso podría habérselo insinuado.


Ahora, aquí, de regreso al país donde estoy condenado a forjar mi propio mito, soy todavía otro, alguien nuevo, ese que hasta ahora no he sido:
alguien que es un extranjero en todas partes, pero que sobre todo lo es en su propia casa."


Gregor von Rezzori es un escritor del que no había oído hablar hasta que por casualidad investigando sobre literatura alemana conectada con los austrohúngaros y los balcánicos, llegué hasta él, y la verdad es que no es un autor que surja fácilmente en ninguna lista, y de hecho no había surgido, fue una mera casualidad que me lo encontrara en el camino (a partir de esta novela, me he hecho con todo lo que hay disponible suyo). Ahora después de terminar esta obra descomunal, excesiva y desbordante, todavía me sorprende más que siga siendo un autor tan desconocido teniendo en cuenta la riqueza de su estilo, que se riza como un bucle infinito y pasa casi inconscientemente del modernismo y/o posmodernismo más elaborado a la novela más tradicional. Es una novela que estilísticamente desborda en giros narrativos. Ya digo que el manejo que tiene Rezzori del lenguaje me ha dejado hechizada sobre todo porque esta novela abarca un largo periodo de tiempo, desde 1918 hasta 1968 y a su vez se atreve con todos los grandes temas del siglo XX:  "Porque hace tiempo que los bandos son indeterminables, los frentes son vagos, borrosos, se han desplazado de sitio, cada cual se ensaña con el otro, dan igual las ideas y las convicciones que los muevan...", y sobre todo abarca el terror en el que se vio sumergida Europa, pero lo hace ya digo saltando cronológicamente del presente al pasado y viceversa, o del modernisimo con sus voces cacofónicas a la novela histórica más tradicional, pareciera que casi sin esfuerzo por parte de Gregor von Rezzori. Mientras leía “La muerte de mi hermano Abel” no podía dejar de acordarme de Vollmann porque ambos conectan en esta riqueza del lenguaje, combinando historia con casi autobiografía, ficción y realidad narrada desde un punto de vista muy personal, excesiva en momentos, épica e íntima a la vez.


Hablo con fluidez cuatro de los principales idiomas europeos, así como otros menos significativos (como por ejemplo el rumano y el yiddish, que hablo con soltura), por no mencionar mi sospechoso talento para imitar del modo más divertido cualquier dialecto: canto cuplés de operetas húngaras, rumanas y griegas; mi esencia balcánica, que en ciertos momentos entendí y ejercí como una profesión, fue el verdadero contenido que di a mis años de formación en Viena; y de cualquier manera, he leido de cabo a rabo obras de siete literaturas nacionales, como con cuchillo tenedor, me afeito todos los dias y padezco los mismos males dentales que Tintoretto, Blaise Pascal u Oscar Wilde.”


El narrador de “La muerte de mi hermano Abel” es Aristide Subics (aunque es un detalle ambiguo, porque nunca queda claramente definido que sea él el narrador) y que cuando comienza la novela está encerrado en un hotel de París intentando escribir una novela en la que lleva embarcado mucho tiempo, y aunque en un principio es un narrador anónimo, con el tiempo vamos descubriendo que su identidad es camaleónica. Es una novela compleja argumentalmente hablando, porque una vez terminada, no sé realmente si es novela o un texto que podría abordar la autobiografia del mismo Gregor von Rezzori porque al igual que su narrador, von Rezzori también nació en el extremo oriental del imperio europeo, descendiente de una familia aristocrática, vivió en primera linea el fin del Imperio austrohúngaro, la llegada del nacionalsocialismo, el reparto de Europa, las nuevas fronteras asi que aunque Aristide no sea Gregor von Rezzori está clarísmo que compartían las mismas convicciones en torno al mundo en el que vivían y la misma forma de transmitir ese fin de una época, ambos escribían también guiones de cine para pagar las facturas.


"Usa un tono suave y elegante, delicadamente irónico y algo informal que cambia de idioma de forma arbitraria, según el objeto de conversación, aunque casi todo el tiempo emplea su francés de los Balcanes demasiado literario, pronunciado con afectada corrección, y de vez en cuando también usa el inglés de su generación el cual, con la inocente creencia de que era preciso hablar The King’s English, imitaba el acento alemán de Eduardo VII; otras veces recurre a su austro-aleman aristocrático, asombrosamente natural, aunque de acento duro, como el hablado en la periferia y en otras ocasiones hace uso del rumano, que confería de repente a su discurso un colorido campesino, vigoroso y terrenal."


El libro está estructurado en cuatro carpetas que se encuentran frente al narrador después de disfrutar de una especie de Prólogo (un preludio bellísimo) con una prostituta: “Pneuma”, “A”, y “B”. La carpeta "C" vendrá contenida en otro volumen al que la editorial Sexto Piso tituló: Caín, el último manuscrito El contenido de las tres primeras carpetas compone este  primer libro (“La muerte de Abel”), y a través de estos apuntes contenidos en estas carpetas, el narrador nos va ofreciendo un relato fragmentado e interrumpido por reflexiones personales de su turbulento pasado: la primera infancia en Rumania,y es en estos recuerdos de su infancia donde surge su estilo más rico y hechizante, por la forma en que describe su infancia y adolescencia en una sociedad tan multicultural Sin embargo, ella lleva en sí cierta poesía romántica. Su esencia es oscura e insondable como el hueco de un pozo. En lo más hondo ya un límpido espejo, redondo y oscuro, el ojo de una liebre con la mirada clavada en en el cielo. Para verla, sin embargo, es preciso sorprenderla." . Esta infancia se ve trastocada por la muerte de su madre y es en la adolescencia en Viena donde vive en primera linea el Anschluss de Hitler, un momento recurrente que sale a la luz una y otra vez a lo largo de estas 800 páginas...


"He invertido muchos esfuerzos en mis manuscritos para explicar cómo esa ausencia, ese estado de trance surgió a partir de mis vivencias el 12 de marzo de 1938, el día en que Hitler regresó a su país de origen, Austria, y las tropas alemanas ocuparon el país en medio de la aclamación delirante de la población. Pero aun el análisis mas concienzudo deviene en este caso inexplicable. Aquel fue un día esos que marcan un cambio de épocas. Un día de solstitium en el que el sol se detuvo en medio del cielo. "


Más tarde pasa a relatar el servicio en el ejército rumano y los años pasados en la Alemania de la posguerra, donde incluso llega a asistir a los juicios de Nüremberg, y a partir de ahí buscarse la vida de alguna forma escribiendo guiones  para la industria del cine. El poderoso narrador nos conducirá a través de la historia de la Europa que vivió narrando momentos cruciales. Es en esta voz desbordante de datos, referencias, pensamientos mezclando su vida con los momentos históricos tan negros a las que él califica como “la era glacial”, lo que de verdad me acabó fascinando de esta novela y lo que me recuerda tanto a un autor como Vollmann. Es en la atmósfera que consigue crear Gregor von Rezzori narrando estos tiempos oscuros, dónde de verdad brilla su estilo. Una atmósfera que impregnará toda la novela incluso en momentos del presente, pero esa “era glacial”, estará ya continuamente presente en el texto:


En todo caso, la era glacial de la que estoy hablando ahora dura ya casi dos años en febrero de 1940, y a partir de entonces se haría cada vez más gris; quiza porque poco a poco se fue llenando de grises hombres de hierro, de armas, también de hierro, que escupían fuego y humo, porque bajo el diluvio de humo y fuego salido de las bocas de esas armas fueron cayendo cada vez más hombres de hierro grises, los cuales se convertían en sombras, en centenas, centenares de miles de sombras grises que se iban uniendo para formar una bruma invernal cada vez más espesa, que envolvía el mundo y cubría el sol con un velo, un sol que se quedaba suspendido sobre una superficie gris como un pequeño y pálido disco impotente, aun después de que cayera el temporal de fuego.”


"También llevo un casco de hierro con una correa sobre la barbilla... Porque aunque hemos jurado defender nuestra patria hasta la muerte con las armas en la mano, no somos más que un puñado de hombres afligidos, estremecidos por el miedo cada vez que el asunto parece tornarse serio, resignados a nuestro destino cada vez que el peligro inminente queda aplazado al menos hasta el día siguiente."



Este narrador erudito y políglota nos somete a una avalancha de referencias culturales, conceptos filosóficos y alusiones literarias que demuestran el conocimiento universal. característica del intelectual arquetípico centroeuropeo criado en esa bomba de relojería multicultural de la desintegrada Austria-Hungría, y hay continuas referencias a la desintegración de un orden preestablecido que va sembrando el mundo de sombras grises a causa de los estragos del fascismo, tal como él calificará a los supervivientes de esta era del terror. Yo diría que parte del misterio estaría en resolver quién es realmente el narrador porque quizás en esta ambigüedad o vaguedad de quién esté narrando, estaría la clave de cuál es la función de una novela contenida dentro de otra, la novela que está escribiendo el narrador y el texto que estamos leyendo...


"...sin que la duda paralizante no me haya saltado a cualquier hora: dudas sobre mí mismo, sobre mis fuerzas, sobre mi talento, mi inteligencia, mi saber, mi memoria, mi intuición, mi rectitud, mi carácter, mi vocación, mi fortuna, sobre todo lo que se necesita para escribir. La duda sobre la necesidad de escribir y, sobre todo, sobre su utilidad."

"Porque escriba lo que escriba, siempre, a la larga, me escribo a mí.. Cualquier cosa que narro, siempre a la larga, me narro a mí. En otras palabras: no soy yo quien vive mi vida, mi libro me vive."


Además de la historia de la apasionante vida del narrador, que va colando a retazos, Gregor von Rezzori sazona este texto de largos párrafos convertidos en monólogos algunos muy filosóficos, otros sardónicos, en los que reflexiona sobre el sexo, el amor, la realidad, el mito, la muerte, la escritura, y sobre todo la culpa, porque tanto Aristide como los otros posibles narradores, ciudadanos del imperio austrohúngaro, se vieron implicados en los horrores de la Segunda Guerra Mundial, asi que esa ambigua complicidad se convierte casi en otro de los temas claves de esta novela, una culpa que va implicita en el título de la novela. Gregor von Rezzori convierte este texto en una obsesión continua por retratar a la sociedad desde finales de la Primera Guerra Mundial hasta finales de los años 60. Son tantas las capas, tantos los temas a los que nos enfrenta Rezzori, que llegado un punto cuando abandona los fogonazos de su vida para centrarse en sus reflexiones, el lector puede entrever que estamos siendo testigos de la narración de un hombre con una mente distorsionada por todo lo que le tocó vivir, los recuerdos, las asociaciones, las conexiones que establece están firmemente asentados en él pero no sabemos hasta qué punto su percepción es la realidad. ¿La vida que vivió y la que nos está transmitiendo es la misma?


"...aquel asco por la condition humaine en general: por esa criatura llamada hombre y la tragicomedia de su existencia. Pero ello solo me habría llevado a la conclusión de que sufro, y eso es precisamente lo que evito con todas mis fuerzas desde que perdí la primera mitad de mi vida. Desde entonces abundan los motivos para mostrar compasión, y ya apenas puedo manejarlo."


“La muerte de mi hermano Abel” es una novela compleja no solo por los temas que trata sino porque nos enfrenta continuamente a nosotros mismos y al mundo en el que vivimos, y a que las eras glaciales vuelven a repetirse una y otra vez. El narrador repite hasta el cansancio durante la novela que vive atormentado por la pérdida de la mitad de su vida y quiere evocar como en un bucle esa realidad desaparecida que ya no volverá, que forma parte del pasado. Lleva diecinueve años intentando escribir una novela a partir de esta evocación, pero realmente el narrador que viene de haber vivido una era de terror y de mentiras, no sabemos hasta qué punto se podrá conocer a sí mismo y si lo que nos está revelando es realidad o ficción. Una novela inmensa, rica, única.

La traducción es de José Anibal Campos


"Entonces era un apátrida como yo, aunque nadie habría dudado de que se sintiera polaco, que fuera polaco y siguiera siendo.polaco, whatever that may do to you. La primera vez que vine aquí y le entregué mi pasaporte , examinó primeramente el extraño documento (Pasaporte para Extranjeros de la República Federal de Alemania. El portador de este pasaporte no tiene la nacionalidad alemana), luego me examinó a mí con gesto reprobatorio nada disimimulado, como si hubiera olvidado limpiarme los zapatos en el felpudo de la entrada, y dijo con tono insolente ... 

Vous êtes apátride..."


 

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