Los Embajadores, de Henry James
⭐⭐⭐⭐⭐
♫♫♫ That Leaving Feeling - Stuart Staples & Lhasa ♫♫♫
"Leyó las cartas una tras otra y despacio, guardándose las demás en el bolsillo, pero dejándolas antes un buen rato en el regazo. Las dejaba allí, abstraído en sus pensamientos, como para prolongar la presencia de lo que le proporcionaban; o como si al menos le garantizaran su parte en la construcción de cierta lucidez. "
Mientras leía esta novela llegué a preguntarme si el mundo que retrata Henry James tendría algún sentido hoy en día, porque era un mundo en el que la gente se tomaba todo el tiempo del mundo en releer una carta, darle una vuelta, y otra, guardarla, y volver a releerla mientras esperaba la siguiente, o se preparaba para responderla y durante esos espacios de tiempo entre una carta y otra, la vida continuaba, hasta que esta rutina volvía a detenerse con la llegada de una nueva epístola. Todo esto ha sido sustituido hoy en día por los mensajes instantáneos, que se leen, masivamente a medida que nos van llegando, y al momento ya han sido olvidados. En el mundo epistolar jamesiano por llamarlo de alguna forma, estas cartas son las que construyen la atmósfera de lo que ocurre en la cabeza de su receptor: “Después de cerrar la puerta cogió las numerosas hojas sueltas de su carta inacabada, y luego, sin volver a leerlas, las rompió en trozos pequeños.”. Y por supuesto una carta concreta determinaba las acciones de más de un personaje sin que emisor estuviera fisicamente presente en ningún momento durante la novela, y sin embargo, resulta tan concluyente para elaborar esta atmósfera jamesiana, que realmente te hace ser consciente de todo lo que se ha perdido a la hora de poder comunicarnos: esos tiempos y esa anticipación de lo incierto y que aquí consigue transmitir tan bien Henry James. Durante Los Embajadores, el protagonista, Lambert Strether recibe las cartas de la señora Newsome , un personaje femenino totalmente presente en la novela solo a través de sus cartas, la gracia está en que Henry James no se preocupa en transcribir estas cartas ¿para qué?, lo importante estará en cómo influirá en las acciones de su receptor a través de la narración de Henry James.
“Era la diferencia, la diferencia de estar justo donde estaba y cómo estaba, lo que constituía la evasión: una diferencia que era mucho mayor de lo que había soñado, y lo que por fin se sentó a meditar allí fue la extraña lógica de sentirse tan libre. “
De todas formas, Los Embajadores no es para nada una novela epistolar, igual me he perdido por los Cerros de Úbeda y si he empezado a hablando de las cartas, es porque asientan una buena base del argumento de esta novela, que creo, que ya se ha convertido en mi novela favorita de Henry James. No es una novela epistolar, realmente es una novela sobre el choque de culturas entre gente que tiene un pie en Europa y otro en Estados Unidos, como venía siendo habitual en el mundo jamesiano, esa fascinación suya por el viejo mundo de Henry James, que realmente no era tan viejo en su concepción, sino que para él Europa era una especie de liberación en contraposición al puritanismo americano, y en este novela, se hace continuamente patente esta liberación desde el momento en que su protagonista Lambert Strether llega a Europa, primero a Chester, Inglaterra, para posteriormente llegar a su destino, París. Lambert es un americano de Woollet, Massachusetts que acude en una misión orquestada por la que se podría convertir en su futura esposa, la señora Newsome. La señora Newsome convierte a Latham en una especie de embajador con instrucciones pertinentes de traerse a su hijo de vuelta para que se haga cargo del bollante negocio familiar y deje a esa mujer de dudosa reputación que ha conocido en Paris; de esta misión dependerá también si el futuro de Lambert seguirá ligado al de ella… ¿una prueba de fuego por la que tendrá que pasar Lambert??
“... le había procurado la conciencia de una libertad personal que no conocía desde hacía años; una muestra tan profunda del cambio, y por encima de todo de la falta de la obligación de preocuparse por nada ni por nadie..."
Esta misión “diplomática” sin embargo se verá trastornada desde el momento en que Lambert empieza a caer bajo el hechizo de París, que podría ser para él una metáfora de la liberación. Poco a poco y gradualmente desde el momento en que llega a París comenzará a establecer comparaciones con su vida en Woollett y a partir de aquí, su mente parece que se verá en un conflicto continuo entre la imagen preconcebida y llena de prejuicios que había tenido de la vida en Paris, en contraposición al encorsetamiento del lugar de donde proviene, Woollet: que es un simbolo de la cerrazón y el provincialismo local de los Estados Unidos. Nada más llegar a Europa, Lambert conoce a Maria Gosfrey americana afincada en Europa, que se convertirá en una especie de guía y confidente: "- Bueno, prometo no volver a dejarle, pero lo único que haré será seguirle. Ya tiene usted empuje suficiente para andar solo.", y que será la prueba de que es una americana que ha podido huir de ese provincianismo americano. Maria Gosfrey es la antitesís a esa cultura americana de mujeres puritanas y chismosas que Lambert había conocido en Woollet, y a partir de ese momento y gracias a ella, se encuentra cuestionando el mundo del que viene y estableciendo comparaciones continuas. Lambert comprobará que Chad no se ha denigrado en Paris, sino todo lo contrario, se ha refinado y liberado, un reconocimiento que le hará entrar en conflicto interno con las instrucciones en forma de cartas que le van llegando de parte de su madre, la señora Newsome.
“Él se alegraba muchísimo de verla, y le expreso con franqueza lo más importante que ella le había enseñado: que era posible vivir años sin sospechar la existencia de algo beneficioso, pero que descubrirlo por fin equivalía a necesitarlo o a echarlo de menos para siempre. Ella era ese gran beneficio que ahora se le había hecho necesario, y ¿qué mejor prueba que lo perdido que había estado en su ausencia?"
A lo largo de esta novela, Lambert pasa de ser un puritano y estrecho de miras a un hombre de mentalidad cada vez más abierta y sus reflexiones al respecto son apabullantes en el sentido de que es consciente por primera vez de que nunca había actuado por propia voluntad ni siquiera había tenido confianza en sí mismo. Las instrucciones de la señora Newsome son cada vez más cuestionadas por su parte, hasta el punto de que la estabilidad de un futuro con ella peligre y en este aspecto quizá lo más impactante es la forma que tiene Henry James de conducirnos a través de este cambio interior en Lambert Strether usando una voz narrativa que debió ser un referente en aquella época, porque aunque tengamos la impresión de que la novela está contada en primera persona, realmente es un narrador onmisciente el que nos está conduciendo a través de la trama, y esa impresión de que puede ser una voz en primera persona viene por el hecho de que este narrador ominisciente casi nunca se desvía del punto de vista de Lambert. Es un narrador omnisciente que nunca abandona Lambert Strether, habla en tercera persona pero solo sabemos lo que sabe Lambert, así que el lector tendrá que unir ciertas piezas que no es capaz de unir Lambert en el momento en que van ocurriendo. Es una forma prodigiosa de mantener el suspense, de mantener el climax por parte de Henry James y en este aspecto quizás lo más desfiante de esta narración es que somos conscientes de que la fiabilidad de Lambert puede estar en entredicho, por eso a su vez crea un personaje como el de Maria Gosfrey, que podría ser la luz o la amiga del lector a su vez, para que vaya aclarando la confusión en la que está sumido Lambert: "Habría equivalido a contarle demasiado de sí mismo y en ese momento era precisamente de sí mismo de quién estaba intentando escapar.". Es una técnica narrativa yo diría que muy arriesgada para la época porque convierte esta novela en un texto muy moderno, muy avanzado, con información que puede resultar vaga pero el motivo está en este narrador omnisciente que nos transmite una información limitada casi exclusivamente a la percepción de Lambert porque aunque su punto de vista sea el predominante, no siempre es el correcto sobre todo en su fiabilidad a la hora de expresar las emociones de Latham, están sesgadas… de esta forma Henry James convierte al lector en participante muy activo porque cada lector percibirá algo diferente a medida que el texto evoluciona.
"Tenía la sensación de que era allí, delante de él, cerca de él, una de esas raras mujeres de las que a menudo había oído hablar, o sobre las que había leído, o en las que había pensado, pero que nunca había conocido, cuya sola presencia, aspecto, voz, el hecho mismo de su ser desde el momento en que se hacían presentes producían una relación de simple reconocimiento."
El ritmo de esta novela es lento, sutil y apenas hay acción salvo la que bulle en la mente de Lambert Strether, pero ya sabemos que en las novelas de Henry James la mente es pura acción que no para a la hora de elucubrar, sobrepensar y establecer teorías antes de que ocurran los hechos, es la anticipación de la acción en la que Henry James era un maestro. Hacia mucho tiempo que no leía a Henry James y casi se me había olvidado el arte que tenía a la hora de sumergirnos en las reflexiones de sus personajes y en esta novela, riza el rizo a la hora de enfrentarnos a un personaje en continuo cambio. Es una novela mucho más compleja y que trata muchos más temas de los que he sido capaz de establecer en esta reseña, pero me quedo con la manera en que Henry James, casi sin llamar la atención trata temas que en su época debieron escocer como por ejemplo la manera en la que deconstruye las definiciones tradicionales de matrimonio, las ramificaciones en torno a sus intereses porque en esta novela los hombres también se beneficiaban económicamente a la hora de casarse, y había mujeres, tal como comprueba Latham al llegar a París, que primaban la independencia por encima de estos intereses económicos. Finalmente Los Embajadores tiene un tono de comedia negra soterrada en la que la fínisima ironía de Henry James se carcajea entre lineas de muchos temas que en la época en la que novela fue publicada debieron ser tabú. Finísima novela.
La traducción es de Miguel Temprano Garcia.
"La
señorita Gostrey tuvo que pensar cómo expresarlo.
- Bueno, yo
soy imposible. Es imposible. Todo es imposible.
La miró un
instante.
- Veo dónde quiere ir a parar. Todo es posible."
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