La Marcha Radetzky, de Joseph Roth
⭐⭐⭐⭐⭐
♫♫♫ Piano Trio No 2 in E flat major - Franz Schubert ♫♫♫
(quizás lo normal hubiera sido usar como música de fondo a esta reseña la marcha Radetzky de Strauss, pero como me pone un poco nerviosa esta marcha, me he tomado la libertad de cambiarla por una obra de otro austríaco que creo que capta a la perfección la atmósfera melancólica de esta novela ;))
"Fue un puñetazo en la memoria de Carl Joseph, una llamada desde los tiempos perdidos. Recordó el camino que iba hacia la casilla de los gendarmes, la habitación de techo bajo, el camisón floreado, la cama ancha y blanda, percibió el olor de los prados y al mismo tiempo aquel perfume de reseda de la señora Slama."
Hacía tiempo que quería ponerme con esta novela de Joseph Roth, pero entre unas cosas y otras, siempre me daba algo de pereza, pero cómo me he dedicado esta última parte del año a conocer a los austríacos más de cerca, pensé que había llegado el momento, y la verdad es que me ha pillado un poco por sorpresa, no tanto por la temática, sino por la aproximación que hace el autor a sus personajes centrales. Ha sido el último libro de un año que no ha sido fácil para mí, bastante complicado en muchos aspectos, así que la opresiva melancolía del teniente Carl Joseph Trotta me ha pillado de lleno. En un mundo militar como éste, de encorsetados códigos de honor, masculinidad rampante y rigidez opresiva, me ha conmovido que haya sido capaz de crear a un hombre que en varios momentos llore con desesperación, ni síquiera íntimamente y a puerta cerrada como se esperaría, sino Roth lanza a un llanto angustioso a este teniente incluso en público. El panorama que describe Joseph Roth es muy inquietante en muchos momentos, totalmente claustrofóbico porque los hombres de esta novela, militares, oficiales en su mayoría pertenecientes a la aristocracia bajo la apariencia exterior de un uniforme que era un postureo máximo, con un sable que debía ser un engorro, se escondia un falsísimo espiritu de códigos de honor que era capaz de arruinar vidas enteras. La “Marcha Radetzky”, que lleva el nombre de una composición de Johann Strauss será usada por Joseph Roth como simbolo de los tiempos a la hora de acompañar (simbólicamente) a sus tres personajes protagonistas Trotta (abuelo, padre e hijo), tres personajes estrechamente ligados a su patria, una patria imperial real: el imperio austro-húngaro.
"Todas las mañanas esperaba, sabiendo también que esperaba en vano. Cada mañana sentía que le llegaba el esperado y temido silencio, y no que le faltase la esperada carta. "
Joseph Roth describe la desintegración del imperio austro-húngaro a través de tres hombres de la familia Trotta, y justo la comienza con el héroe de Solferino, hijo de un agricultor del pueblo esloveno de Sipolje. El capitán Trotta arriesga su propia vida para salvar la vida del emperador en plena batalla de Solferino, será ascendido y se construirá una leyenda a su alrededor que marcará los destinos de su hijo y su nieto con todo lo que esto implicará como presión social. Joseph Trotta, el héroe de Solferino, por una parte simbolizará uno de los pilares donde se asienta este imperio, el éjercito. Y su hijo, Franz, como jefe de distrito, simbolizará la fidelidad al servicio civil imperial. Sin embargo, es con Carl Joseph, el nieto del héroe de Solferino e hijo de Franz, cuando realmente comienza la desintegración. Hasta ahora, Joseph Roth había narrado a través de su familia lo que había significado la fidelidad ciega al Imperio de los Habsburgo pero el marcado contraste estará en Carl Joseph, que en ningún momento se identificará con esta vida militar: ha sido educado y preparado para servir sin cuestionar al emperador ni las instrucciones de su padre, siempre se ciñó a ellas y sin embargo, y aunque se beneficia de la protección del antiguo sistema y de sus privilegios, el análisis de su entorno, de la injusticia que comportan ciertas actitudes adquiridas en el mundo militar, irá convirtiendo su vida en una especie de sufrimiento crónico. “Se ha roto; algo se ha roto. Es como si oyera romperse algo, un golpe seco, astillas. ¡Se ha roto la confianza! Recordó esta frase que había leído en algún lado. Amistad rota. Sí, era una amistad rota. De repente comprendió que desde hacía varias semanas el comandante médico era su amigo; un amigo. Se habían visto todos los días." La fama del abuelo, de quien todo niño conoce la historia, aplasta al joven que, durante toda su vida, no fue más que el sucesor de aquel héroe. El pasado fue tan glorioso que Carl Joseph no sabe cómo encontrarse a sí mismo, y su lugar en el mundo. No puede salir de la sombra de sus antepasados. Lo único que le queda es cumplir con su deber. En el ejército, por supuesto. Pero no ha nacido para el ejército y se arrastra por las etapas de la vida militar con desgana, solo porque es lo que le han enseñado desde pequeño.
“Pero ahora, al pensar que tenía que volver, se sentia acosado como un prisionero por sus guardianes. Trotta se rebelaba contra las leyes militares que dominaban su vida. Llevaba obedeciendo desde su más tierna infancia. Y ya no quería obedecer más. Ciertamente no conocia el significado de la libertad,...”
El teniente Carl Joseph Trotta es consciente de que en el futuro que está a punto de irrumpir, no habrá cabida para estos taconeos, duelos y esa fe ciega en un emperador que parece una entidad abstracta y es esta conciencia de que es un mundo abocado a desaparecer, lo que marcará este sufrimiento interno, no tanto por el hecho de que se encuentre cómodo en este mundo, todo lo contrario, sino porque ha perdido mucho en este camino, innecesariamente. La unidad del estado que estaba formada por eslovenos, checos, croatas, rumanos, húngaros, austriacos además de los judíos a los que como en todas las épocas se los veía con desdén, va deshaciéndose frente a los ojos de Carl Joseph, testigo ya de esta desintegración, hasta que estalla la guerra, buscada, casi como una excusa para que esta unidad se convierta en separación y masacre.
“ - Disponemos aun de un ejército, dijo el conde, señalando al teniente -y de funcionarios, señaló al jefe de Distrito. - Pero la monarquía se está destruyendo de vivo en vivo. Ya se nos ha destruido. Nuestro siglo no nos quiere ya. Los tiempos quieren crearse ahora Estados nacionales. Ya no se cree en Dios. La nueva religión es el nacionalismo. Los pueblos ya no van a la iglesia. Van a las asociaciones nacionalistas. La monarquía, nuestra monarquía, se basa en la religiosidad, en la creencia de que los Habsburgo fueron escogidos por la gracia de Dios para reinar sobre tales y tales pueblos, muchos pueblos de la cristiandad. El emperador de Austria-Hungría no se puede permitir que Dios le abandone. Pero ahora Dios le ha abandonado.”
Confieso que el personaje de Carl Joseph me ha producido mucha ternura y me ha conmovido en muchos momentos por esa especial sensibilidad de Joseph Roth a la hora de describirlo como una especie de hoja azotada por los vientos cambiantes de la época, y por ese continuo desajuste con la época que le ha tocado vivir y Roth tiene un estilo accesible, sin pretensiones, de una fínisima ironía, incluso a la hora de hablar de un tema siempre presente como es la muerte, a veces incluso rozando lo poético al usar algunos símbolos como el del canario o incluso la forma en la que retrata la amistad, o la añoranza por algo que no se sabe ni qué es..., describe los acontecimientos casi sin esfuerzo. Las mujeres apenas desempeñan un papel importante en este mundo de hombres, casi la de meros satélites, o la excusa perfecta para un duelo grauito, hombres continuamente esforzándose por simular una masculinidad parapetada tras pura apariencia y un código de honor que no valía para nada. Toda esta visión del mundo en el que Carl Joseph trata de encajar y le es imposible, es lo que dota a esta novela de una melancolía presente en cada página, quizás por la añoranza de Joseph Roth por ese estado multiétnico que fue el imperio austro-húngaro.
La traducción es de Arturo Quintana.
"Todo cuanto crecía necesitaba mucho tiempo para crecer, y también era necesario mucho tiempo para olvidar todo lo que desaparecía. Pero todo lo que había existido dejaba sus huellas y en aquel tiempo se vivía de los recuerdos de la misma forma que hoy se vive de la capacidad para olvidar rápida y profundamente."
Me alegro que te gustara. A mí me pareció igual muy bueno. Yo estoy con Gómez arcos, "el niño pan", que por temática podrás suponer que tiene también un profundo poso melancólico. Espero que tú año sea mejor si este te fue complicado. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Alfonso Feliz año!
EliminarPor cierto Alfonso, que a Agustín Gómez Arcos hace tiempo que quería leerle, así que en breve caerá también El niño pan. Gracias por tus sugerencias siempre.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBueno, tiempo tengo poco pero el caso es que te tengo q confesar que este tipo de juicios se me dan mal en el sentido de que ya te habrás dado cuenta por las reseñas que soy un poco visceral y poco objetiva y no quisiera influirte con un juicio que me vendría grande, pero te agradezco la confianza :) Un abrazo
EliminarQuería mandarte un capítulo sólo, y si te gustaba mandarte más. Pero entiendo que es un compromiso innecesario opinar sobre los demás y un tiempo dedicado que puede ser además un coñazo si no te interesara. Te agradezco que lo pensaras y de verdad sin problemas. Un abrazo.
ResponderEliminarDudo q sea un coñazo. Ya hablaremos cuando lo hayas terminado 📚🙏📚
EliminarPues ya la acabé. Me encantaría que le echarás un vistazo sin compromiso. ¿Me podrías pasar un correo? Un saludo y espero que las vacas bien.
EliminarHola!!! Sí, mira arriba a la derecha hay tres rayitas, despliegalo y ahí te saldrá un formulario de contacto. Y ya ahí hablamos. Gracias!
EliminarMejor. Por supuesto!
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