El vicecónsul, de Marguerite Duras (Anne-Marie Stretter #2)

 


 ⭐⭐⭐⭐

 ♫♫♫ Waiting for the end - Tears Run Rings ♫♫♫

 


 

  Ella, la mujer de Calcuta, intriga. Nadie sabe muy bien en qué ocupa, su tiempo, casi siempre recibe aquí, poco en su casa, en su residencia que es de la época de las Factorías, en la orilla del Ganges. Ella, sin embargo, está ocupada en alguna cosa. ¿Eliminara otras posibles ocupaciones para leer? Sí. Desde la hora del tenis y la del paseo, ¿qué otra cosa podría hacer, encerrada en su casa? Los paquetes de libros llegan de Francia a su nombre. ¿A quién, si no?”


Ella, la mujer de Calcuta, es Anne-Marie Stretter, la esposa del embajador de Francia en Calcuta y se puede decir que esta novela podría ser la segunda parte tras El arrebato de Lol V. Stein, en la que Anne Marie Stretter hacía ya una primera incursión, una única entrada en la novela, una escena esencial en la que aparece en un baile y hace trizas la vida de Lol V. Stein, abandonando el prometido a Lol y fugándose con Anne Marie a Calcuta. El vicecónsul se publicará un año despues, y ya aquí Anne Marie Stretter es la protagonista indiscutible de una novela atmosférica en la que apenas hay acción, ideas que revolotean, historias que se van imaginando, memoria de una vida antes de Calcuta. La vida en Calcuta para estos personajes es casi una vida fantasmal en el que el tiempo pasa durmiendo en las horas densas del calor, en fiestas durante la noche, en paseos a la orilla del Ganges, en una especie de bucle en el que todos parecen beber los vientos por Anne Marie, una mujer que aunque brilla con luz propia, lleva a cuestas una especie de vacío existencial, ese anhelo o tristeza insatisfecha que resuena a saudade y que aquí Marguerite Duras, lo expresa solo a través de atmósfera, en conversaciones fragmentadas, en ideas a medio decir…


-Dicen que ella está a veces muy triste, director, ¿es cierto eso?

-Sí.

-¿Lo dicen sus amantes?

-Sí.

-Yo la tomaría por la tristeza, dice el vicecónsul, si me fuera permitido hacerlo.”


Marguerite Duras, siempre obsesionada por el tema del amor y de la memoria, aquí  lo que mejor consigue transmitir son los últimos coletazos de ese colonianismo infame y condescendiente a la vez en la que los invasores viven en ghettos inmaculados sin realmente tocar la tierra en la que viven. A pesar de que Anne Marie Stretter intenta suavizar el dolor y el hambre que la rodea a través de esa agua fresca que deja para los leprosos o el reparto de alimentos, no se puede decir que esta conciencia culpable que ella carga a cuestas, se vea muy aliviada, todo lo contrario. Y no solo es Anne Marie la que quiere salvar esta distancia entre ambos mundos sino otro personaje más, Peter Morgan, que en su ingenuidad piensa que puede comprender este otro mundo escribiendo sobre él, tarea completamente inútil. Morgan, al escuchar el canto de una mendiga todas las mañanas y oyendo una historia que Anne Marie le cuenta sobre una niña embarazada que tardó diez años en llegar desde Camboya hasta Calcuta, y a la que acoge finalmente en su casa, inventa una historia, la escribe, el canto de la mendiga y la historia de Anne Marie se han convertido en esa otra historia paralela que navega a la par de la de estos diletantes coloniales.


Él, de pronto, la ve ahora diferente, como atrapada y luego clavada con un alfiler, mientras baila: a veces, cuando sus hijas están en el estudio, por la tarde, sí, en el vacío de la siesta, la ve en un rincón oculto de su residencia acurrucada sobre sí misma en una postura extraña. Esas lecturas, esas noches pasadas en la villa del delta, la línea recta se rompe, desaparece en la sombra donde se disipa. ¿Qué oculta esa sombra que acompaña a la luz en la que siempre aparece Anne Marie Stretter?”


Este falso equilibrio que mantienen estos personajes se ve interrumpido con la aparición de otro hombre, el vicecónsul de Lahore, Jean Marc de H. El vicecónsul se ha vuelto loco y ha sido destituido, una locura que se puede comparar a ese arrebato que sufrió Lol V. Stein en la novela anterior. El arrebato de Jean Marc le ha convertido en una especie de figura exiliada de la que todos hablan pero con la que nadie quiere tener nada que ver: Ya ve usted lo difícil que es… ¿Con qué palabras decir lo que ese hombre hacía en Lahore, si él ignoraba lo que hacía en Lahore?” Tal como dice uno de los personajes de este círculo cerrado sobre el vicecónsul El personaje solo nos interesa cuando está ausente”, y es totalmente cierto: cuando no está todos hablan de él, de su arrebato misterioso y casi suicida, sin embargo, cuando hace acto de presencia, todos le rehuyen. Solo Anne-Marie parece reconocer en él a un igual y desde el primer momento es consciente de que ambos son idénticos en la desesperación y tristeza que llevan a cuestas, quizás por ello y aunque Jean Marc, el vicecónsul, la recoonoce como una igual también En Calcuta, esta mañana, en la luz crespuscular, Anne-Marie Stretter atraviesa este parque que rodea la embajada y él la ve”, ella le rehuye, son demasiado iguales. El vicecónsul permanece siempre en una especie de tierra de nadie mientras espera a que el embajador le encuentre otro destino, y realmente y aunque no lo parezca, Anne-Marie permanece también anclada en un limbo, los demás la ven, consiguen tocarla, bailar con ella, y sin embargo, Anne Marie es como una muerta en vida.


-Ya sabe usted, todo el mundo tiene unos comienzos difíciles en Calcuta. Yo me hundí en una profunda tristeza y después, poco a poco, día tras día, acabé acostumbrándome. Hasta cuando creemos que no es posible, nos acostumbramos.”


El vicecónsul es una novela enigmática, mucho más de lo que lo es El arrebato de Lol V. Stein. La falta de acción y el estilo atmosférico, la convierten en una novela entre fantasmal y sonámbula. La impresión que tengo de Marguerite Duras es que escribía a golpe de dolor, todavía echando mano de unos recuerdos que la dejaron marcada; su narrativa está llena de grietas que el lector debe ir rellenando como puede, e igual en una siguiente lectura, se podrían completar muchas partes de este puzzle fragmentado. El relato paralelo, o metarrelato, el de la mendiga en la que la mendiga inicia un viaje  de no retorno, hasta llegar a Calcuta diez años después, se podría considerar ese intento de la Duras por buscar ese punto de equilibrio entre ambos mundos, ese anclaje a un lugar físico, a una tierra, queda aquí difuminado y Anne Marie Stretter lo tiene claro cuando continuamente la quieren encajar en ese lugar donde nació, Venecia: Bueno, me parece que es un poco simple creer que solamente se viene de Venecia. Se puede venir de otros lugares que se han cruzado durante el camino.” Y es cuando la mendiga llega al río Ganges, en Calcuta, cuando se detiene en su recorrido… 

Diez años después de la publicación de la novela, Marguerite Duras, la adaptó al cine. Los personajes no hablan,  la voz en off es la narrativa de la novela en la que dos personajes se cuentan la historia de Anne Marie Stretter mientras los personajes se desplazan por la pantalla como fantasmas...

La traducción es de Enrique Sordo


"Ella camina, escribe Peter Morgan.

¿Qué hay que hacer para no regresar? Hay que perderse. No sé hacerlo. Aprenderás. Quisiera alguna indicación para perderme. Hay que abandonar toda reserva mental, estar dispuesto a no saber nada de lo que antes se sabía, dirigir los pasos hacia el punto más hostil del horizonte, una especie de vasta extensión de ciénagas cruzadas en todos los sentidos por mil taludes, no se sabe por qué."

 

 














India Song, 1975, Marguerite Duras

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