El ojo de Goliat, de Diego Muzzio
⭐⭐⭐⭐⭐
♫♫♫ Into the Night - Julee Cruise ♫♫♫
“A partir de aquel momento convivió con aquella tortura recurrente, que se presentaba de improviso, sin ningún motivo en particular, y que lo incapacitaba durante horas confinándolo a la oscuridad. En la penumbra de la habitación, Pierce apretaba los párpados; al dolor se sumaba el estruendo del bombardeo, los geiseres de barro, la sangre, el caos, las macabras imágenes de la carnicería. (…) Entonces los gritos del pasado confundían con los del presente, ya que el sanatorio que dirigía estaba lejos de ser un lugar silencioso.
Algunas horas más tarde la neuralgia se había transformado en un latido remoto. Su cabeza pesada y etérea al mismo tiempo, parecía envuelta una esfera de algodón. Antes de abrir los ojos, Pierce imagínó su propio cuerpo como una crisálida a punto de eclosionar.”
El ojo de Goliat es una de esa joyitas literarias con las que te encuentras inesperadamente y que alimentan ese placer que puede significar que durante el día no dejes de pensar en el libro que tienes entre manos; Muzzio consigue no solo enganchar, sino redefinir ese concepto en torno al placer de la anticipación: no quieres acabarla, pero es corta, así que resulta casi imposible dosificarla demasiado. Hasta hace una semana no sabía ni quién era Diego Muzzio, y sin embargo, ahora me parece uno de esos autores a los que ya no dejaré escapar. Es un relato largo o novela corta dividida en tres partes perfectamente delimitadas y que sin embargo deambula entre el fantástico y la novela realista, entre el clásico más puro y esa novela que se tira a la piscina y que roza la modernidad. Desde el primer momento en el que la trama nos da a conocer a Edward Pierce, neuropsiquiatra obsesionado con la hipnosis que dirige su propio hospital, el St. Bartholomew, en el que aloja a hombres mentalmente despedazados por la Primera Guerra Mundial, Muzzio, consigue hechizarnos con esa prosa tan transparente y fluida. Pierce sufre de continuos dolores de cabeza como resultado de una esquirla alojada en su cabeza tras la guerra, quizá la más cruenta por todo lo que supuso en la experimentación de usos de productos quimicos y gases tóxicos, trincheras que eran el infierno donde el más fuerte de los hombres volvía hecho un guiñapo. Pierce por tanto, penetra en esta neurosis de guerra a través de la hipnosis y en esta primera parte de la novela Muzzio ya nos instruye en esta fragilidad de la psique humana a través de varias historias de quienes habitan el St.Bartholomew, entre ellos, el mismo Pierce.
“Esa personas ignoraban quizá que los hombres que un día se van a la guerra no regresan jamás. Los que vuelven son siempre otros: los dobles de los que una vez se fueron. Habían escapado a la muerte, pero retornaban arrastrando a un gemelo atrofiado, monstruoso, con quien estarían obligados a convivir el resto de sus días.”
En esta primera parte, titulada El nadador psicótico, Pierce tendrá que tratar a un paciente, David Bradley, escocés como él, al que llevará allí su primo David Allan Stevenson constructor de faros, también primo del escritor Robert Louis Stevenson. Bradley sufre una especie de delirio psicótico, en el que nada en seco, desesperadamente, dando brazadas en un mar imaginario, a raíz de trabajar en un faro en Ushuaia, en el extremo sur de Argentina. Bradley ha enloquecido durante su estancia en el islote de Schouten al que es enviado para calibrar los daños posibles que pudiera tener el faro El ojo de Goliat. El hecho de que Stevenson, el constructor de faros, sea además, primo de Stevenson el escritor, ya está estableciendo una especie de dualidad que se repetirá una y otra vez durante toda la novela, y no es gratuito que Muzzio haya elegido precisamente al escritor de Dr. Jeckyl y Mr. Hyde, clara y continua referencia a la dualidad y al desdoblamiento de personalidad, tema fundamental en la novela. Toda ella está conformada de dualidades enfrentadas entre los finísimos limites entre el bien y el mal, y quizás la dualidad más importante será la que Muzzio establece entre la estancia en un faro y a la guerra más cruenta, entre el hombre antes de esa guerra, y el hombre en quién se habrá convertido tras esa guerra. El autor está continuamente estableciendo similitudes, referencias con la guerra: “Me encierro en el cuarto. Los muros parecen temblar. El ruido es inconcebible, como el diluvio de hierro que se abatía sobre las trincheras.” Es totalmente imposible salir indemne, y hasta el más cuerdo de los hombres, se convertirá en un doppelgänger defectuoso de lo que fue.
“Las personas normales no existían. Nunca habían existido. En todo caso, había dos clases de seres: los que prevalecían sobre sus demonios encerrándolos bajo siete llaves en las regiones más remotas de sus psiquis, y aquellos que terminaban por ceder a su influjo. Las situaciones extremas, un hecho en apariencia anodino, una tragedia personal o, por caso, un holocausto como el que recientemente había sacudido al mundo, horadadando los cimientos de supuestas sociedades civilizadas, favorecían el desmoronamiento de esa fachada de normalidad, debajo de la cual maduraba otro, un parásito en estado larval.”
La segunda parte de la novela, titulada Diario del ingeniero David Bradley”, será la lectura del diario de Bradley por parte de Pierce, en el que cuenta cómo llega al faro El Ojo de Goliat, un diario íntimo que escribió Bradley durante su estancia en el islote, y que debería resolver el misterio del por qué se volvió loco durante su estancia en el faro. “Pues las consecuencias derivadas de un largo periodo de exposición al terror son impredecibles. Uno olvida. Olvida quién es y olvida por qué está allí. Olvida a los otros. Olvida material indispensable. Olvida su propia alma”. Esta segunda parte, es especialmente atractiva por lo que significa en la evolución de la locura. Muzzio establece un simil entre el faro y la cabeza de Bradley directamente relacionada con la guerra y la neurosis que todavía habita en él y que ha sido capaz de activar su estancia en el faro: es allí en aquella soledad y aislamiento extremo, en el que cualquier ruido o señal del exterior significará todo un mundo, dónde Bradley se encontrará enfrentado a sus propios fantasmas. “Aquel movimiento constante en la superficie, sumado a la oscilación del mar, creaba la ilusión de que el islote se desplazaba, de que sería imposible alcanzarlo. Wir fahren zur Hölle…” La angustia, la soledad, el agotamiento, las tormentas, las olas, todo se convierte en una pesadilla para un hombre que ya venía herido de su etapa en las trincheras. El misterio del por qué ha perdido completamente la lucidez y del por qué se convierte en un nadador psicótico, probablemente esté en ese diario.
“Así, había llegado a discurrir que ciertas formas de locura tal vez se asemejaran al vértigo que experimentamos frente a lo infinito; con un agravante: el contemplador ocasional de astros puede desestimar dicha percepción a voluntad, mientras que, en el enfermo, la misma experiencia debe ser incontrolable y permanente.”
En la tercera y ya última parte, Muzzio nos hace regresar al hospital, en el presente, y ya una vez regresados del faro, lo que le queda tanto a Pierce como al lector, será intentar desentrañar esa maraña de simbolos y ecos mentales para penetrar en la verdad de lo que le ocurrió a Bradley en ese faro. El estilo, la narración de Muzzio quizá sean el secreto del por qué esta pequeña novela resulte tan atractiva: no solo las referencias literarias sino las dualidades temáticas conforman una especie de hechizo que consiguen absorber hasta la última página. La continua simbología usada por Muzzio para retroataernos una y otra vez a la guerra, a las trincheras, al dolor, son un continuo recordatorio a ese dolor que no por haberlo sufrido, estaba zanjado. Son los años 20. Muzzio a su vez nos estaba recordando todo el sufrimiento que vendría una década después. Las trincheras del frente occidental estarán representadas en ese faro en Ushuaia con un hombre a un paso entre la lucidez y la locura. Una maravilla esta novela de Diego Muzzio.
“A los faros situados en alta mar se los llama infiernos, después vienen los purgatorios, más cercanos a la costa; y,. por ultimo, los paraísos, construidos en tierra firme. El ojo de Goliat es la vanguardia de los primeros. El Infierno de los Infiernos. Pero usted, por lo que se ve, ya estuvo en un lugar semejante: el frente occidental.”
Una pequeña joya, cierto, tiene un aire de novela de aventuras, pero es como una pequeña caja de sorpresas que vas descubriendo poco a poco y en el que todo parece encajar en alguna parte. Habrá que buscar más libros del autor, ¿verdad?
ResponderEliminarSí, lo has definido muy bien. El caso es q esa mezcla entre novela clásica de aventuras y ese tono posmoderno q adquiere en algún momento, le da un atractivo especial. El fondo fondo en el que escarba en torno al horror q suponen las guerras, es casi lo mejor. Sí, hay q investigar q más ha escrito este hombre :)
Eliminar