Kokoro, de Natsume Soseki

 


 ⭐⭐⭐⭐⭐

 


 

 "-¿Le importaría que lo visitase en alguna ocasión?
-Está bien -me respondió él, tímidamente.
Nuestra relación ya había alcanzado por entonces, creía yo, cierto grado de familiaridad y confieso que habría esperado de él una respuesta más cálida. Su parca contestación tuvo el efecto de herir en cierto modo mi autoestima.
Sensei me decepcionaba a menudo con su comportamiento tan distante."

Esta es una de esas novelas que llegan inesperadamente, casi sin planearlo, se cuelan arriba de la pila, y poco a poco se va desvelando como una obra que parece una de esas cajas rusas: en un principio discreta, pausada, y cuando te quieres dar cuenta, te has bebido media novela y se ha revelado un texto que impacta no solo por todos los temas que toca, sino por la forma en que el autor conduce al lector. Es el talento de Soseki, que bajo un aire de “aparentemente no pasa nada” van bullendo una cantidad de emociones y de temas que explosionan en la última parte de la novela. Tengo que confesar que ya lo intenté antes con Soseki con la novela del gato y no pude conectar, sin embargo, con Kokoro he entendido perfectamente lo que significa que un autor conduzca al lector hacia un final inesperado, no tanto por lo que pasa, sino por las emociones que consigue desvelar.

"Puede que solo repita algo obvio, pero estoy convencido de que entre un hombre y una mujer que han mantenido estrecho contacto desde niños, es imposible que surja esa frescura, ese estímulo esencial que es la semilla del amor. Igual que la primera vez que se huele el incienso o se saborea el primer sake, el impulso del amor debe nacer en un momento clave. Si se deja pasar ese instante..."

Ante todo veo Kokoro como la historia de la amistad entre dos hombres, una amistad en dos lineas de tiempo diferentes, en el centro del cual siempre está el personaje protagonista, al que el estudiante llamará Sensei, así que se puede decir que uno de los grandes temas que aquí se explora es el tema de la amistad, con todo lo que esto implica, sumemos a esto el tema de la confianza, el egoísmo y la culpa. El narrador, un personaje sin nombre observa un dia a un hombre en una playa, fuerza un encuentro y a partir de ahí surge una amistad más en la linea de maestro y pupilo. Es una amistad basada sobre todo en la admiración que este estudiante siente por el Sensei, quizá la relación idealizada que le hubiera gustado tener con su propio padre porque el sensei es un hombre seguro de sí mismo, de sus ideas, con un cierto cinísmo y hartazgo por la vida que completan esta imagen medio mítica que el estudiante tiene de este hombre, del que tampoco conocemos su nombre, solo el de maestro, sensei. A partir de aquí sabremos que el padre del estudiante está muy enfermo, sabremos que el sensei vive con su mujer apartado del mundo y sabremos que hay un misterio en torno a su vida, que no se desvela pero que es una especie de hierro candente a lo largo de toda la novela. Un misterio que está ahi, que puede de alguna forma clarificar porque el sensei siente ese desprecio por relacionarse, porque huye de las emociones y porque quiere aislarse del mundo.

  La forma en que Soseki reflexiona sobre el ser humano,  la soledad y el conflicto interno por un pasado que resulta imperfecto  se va desplegando como un abanico hasta que el lector tiene una visión completa de los personajes centrales. El contexto histórico de la novela es esencial porque la historia que transcurre en pleno 1914, justo al final de la era Meiji con el fin del antiguo Japón, y justo cuando este país después de siglos de cerrazón se abría al mundo, a la modernidad en los principios de la era Taisho (un trauma social e histórico innegable para muchos que se negaban a abandonar ese viejo mundo), con lo cual este momento histórico influirá profundamente a sus personajes centrales y afectará a sus decisiones futuras. Y este contexto histórico está perfectamente reflejado en el estudiante, con la apertura, y en contraposición, con el sensei, que siente que estos nuevos cambios supondrán para él un desgaste todavía mayor del que lleva a cuestas: su actitud ascética, errática, que lucha en contra de cualquier emoción es el fiel reflejo de la era Meiji que estaba dando los últimos coletazos.

"De vez en cuando una extraña oscuridad nublaba su gesto, como la sombra de un pájaro en pleno vuelo proyectada sobre una ventana, que tan pronto como aparece se desvanece
(...)
Durante un instante, tuve la impresión d eque el cálido pulso de mi sangre desaparecía, como si mi corazón hubiera dejado de latir por un instante. Sin embargo, enseguida recuperó su ritmo pausado de siempre. "

Lo que más me interesa de esta novela es la forma en la que Soseki nos prepara para enfrentarnos a la última parte: las dos primeras partes, pueden parecer lentas, pero son esenciales para que se desarrollen unos personajes, sobre todo el del sensei, y podamos conocerlos cuando llegue esta última parte. El estudiante que ha estado durante los dos primeros tercios completamente hechizado por lo enigmático, por el misterio que rodea al sensei, se encuentra en el último tercio, al igual que el lector, perfectamente preparado y expectante por la resolución final. Una resolución final de la que no voy a dar ninguna pista pero que tengo que decir que me fascinó como pocas novelas he leído últimamente

El significado de kokoro se podría decir que es el de corazón, mente, alma, espiritú, pensamiento...  pero es un concepto más amplio que se puede resumir como el corazón de las cosas, de una cierta atmósfera relacionándola con esta esencia de las cosas y eso es principalmente lo que explora aquí Soseki: la esencia del ser humano, la intímidad que se produce en ciertas relaciones humanas, la complejidad de ciertas decisiones a lo largo de la vida, las consecuencias, y por otra parte, Soseki hace una exploración mayúscula del amor, de la culpa y de la traición. Una novela que me ha pillado por sorpresa, y quizá estas sean las mejores novelas, las inesperadamente perfectas. La traducción es de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés.

"Es por eso que trato de esquivar esa admiración que sientes por mí, para protegerme de tu futuro desdén. Prefiero quedarme como estoy, sufrir mi soledad ahora en lugar de soportar algo peor más adelante. A nosotros que he.os nacido en esta época de libertad e independencia, no nos queda más remedio que soportar esa soledad."

 

 
















 Kokoro, 1955, Kon Ichikawa

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