A contraluz, de Rachel Cusk (Outline #1)

 


♫♫♫  One more light - Linkin Park ♫♫♫
  
 

“Las personas interesantes eran como las islas, me dijo: no te las encontrabas por la calle o en una fiesta.”


Me parece que esta cita define bien este libro de Rachel Cusk porque en su esencia está escarbando en lo que pueden ser las relaciones humanas, los encuentros y hasta qué punto el espacio es importante para entablar una cierta proximidad, y por supuesto, hasta qué punto puede merecer la pena pararse y escuchar cuando lo normal es que vayamos siempre corriendo de aquí para allá. Encuentros, algunos de paso, fugaces, pero durante el instante en que te paras, surgen historias. Es tan importante esa intención de pararse y escuchar, porque  intuyo, remite a la autoficción, aunque Rachel Cusk se disfrace bajo el nombre de Faye. Un nombre que no conoceremos casi hasta el final de la novela, hasta entonces la narradora, la oyente de las historias, había sido una mujer sin nombre con lo que esto supone de despojar de identidad a una persona. Tiene sentido esta falta de nombre por parte de la narradora porque esto le ha servido a ella para esconderse detrás de los encuentros con las diferentes personas, donde que ella será una mera oyente primero, y una transmisora de historias después. Cuando alguien, casi al final en una conversación telefónica, la llama por su nombre, es como si la narradora hubiera surgido de su invisibilidad: Rachel Cusk sale a la luz emergiendo de Faye.


"Le dije que me intrigaba que no fuera capaz de ver la relación entre la desilusión y el conocimiento. Si él solo era capaz de amar lo que no conocía y sentirse amado en las mismas condiciones, el conocimiento, desembocaba, entonces, en un desencanto inexorable cuya única cura consistía en enamorarse de alguien nuevo."


Pero no deja de ser una invisibilidad un poco engañosa y lo explico. La novela consiste en una narradora anónima, una escritora británica, que repite historias que le cuentan diversas personas que se va encontrando en un viaje a Atenas. No hay ninguna trama. Ya en el viaje a Atenas conoce a un hombre que le cuenta media vida, un hombre al que llamará su "vecino de vuelo". Volverá a quedar con él en varias ocasiones durante su estancia en Atenas, y ella se convierte en el recipiente en el que él verterá ciertos episodios de su vida. Habrá más encuentros en los que ella seguirá relatando las historias que le van contando en una especie de diálogo con el lector. Algunas de estas historias me gustaron más que otras, otras no tanto y otras incluso me aburrieron, e incluso tengo que confesar que algunos de estos personanes me resultaron un tanto inaguantabless, y pedantes. El lenguaje de la Cusk tampoco me parece especialmente brillante, y a primera vista parece un ejercicio cerebral y frío, sin un estilo determinado. Sin embargo, ahondando en momentos específicos, hay detalles que me llaman la atención...


"Le contesté que dudaba de que, en el matrimonio, fuera posible saber qué eres de verdad o incluso separar lo que eres de aquello en lo que te has convertido por la otra persona."


Faye es una mujer reservada, retraída, resultado del trauma de su divorcio. Ella misma elige ausentarse de su vida exterior y esconderse tras las historias de los demás, entre otras cosas porque los demás no escuchan, no se paran, todo gira en torno a ellos mismos en un bucle egocéntrico... Pero es a través de estas historias cuando la verdadera Faye va emergiendo; apenas habla sobre sí misma y sin embargo, iremos captando cómo realmente ella se va mostrando frente a nosotros porque su faceta de oyente la hace analizar ciertas situaciones, y va a ser una forma de que indaguemos en ella y es aquí donde podremos ir atisbando algo sobre el dolor que lleva a cuestas, sobre su decisión de no exponerse: "Sí. Gracias por tomarse la molestia de llevarme a un sitio tan bonito, contesté. Pero tenía que entender que yo no buscaba una relación con ningún hombre, ni ahora, ni probablemente, nunca más.  Lo que yo más valoraba era la amistad." Faye es seca y contundente en algunos de sus análisis pero esto le viene de que quiere despojarse de cualquier tensión dramática. Apenas hay diálogos y este repetición de lo que le cuentan se convierten en una suerte de mecanismo casi cerebral por parte de Faye para protegerse: duele mucho menos la ausencia de exposición. Quizás lo más interesante de estas propuesta sea el hecho de que Faye aunque intente ser un personaje pasivo, llegado un punto se muestra a través de los demás. Las personas que va conociendo se abren enseguida a ella y comienza el vertido de las historias de sus vidas, matrimonios fallidos, encuentros, desengaños, infidelidades y ella las repite en un lenguaje que roza la frialdad.


Tengo la impresión de que hasta aquel momento, y sobre todo durante mis años de matrimonio, mi mujer y yo mirábamos el mundo a través de un teleobjetivo de ideas preconcebidas que nos permitía guardar una distancia insalvable con lo que nos rodeaba, una distancia que aportaba cierta seguridad, pero que también dejaba sitio para la ilusión. Creo que nunca descubrimos la verdadera naturaleza de las cosas que veíamos y tampoco llegamos a correr el peligro de que nos afectaran. Mirábamos a las personas y los lugares con mucho detenimiento, como la gente que, desde un barco, escudriña la tierra firme que deja atrás, y si las hubiéramos visto o ellas nos hubieran visto a nosotros, nadie habría podido hacer nada al respecto."


Hace años leí ya una novela de Rachel Cusk y aunque no me entusiasmó, se me quedó grabada, así que tengo una relación extraña con esta autora porque todavía no sé que pensar de ella ni de A Contraluz. No termino de conectar con ella y sin embargo, reconozco una escritura muy íntima en la que hay que bucear detenidamente para ir desentrañando conceptos sobre la creación artistica, la construcción de historias y el reconocimiento de uno mismo quizás y precisamente porque no ha habido una total ausencia de uno mismo. Aquí hay mucho de lo silenciada que fue la mujer en el arte, pero me interesa casi más como Rachel Cusk le da valor al silencio y a pararse a escuchar. En una época de egocentrismo y ombliguismo donde cacareamos continuamente sin parar, estos silencios valen su peso en oro. Sigo sin saber qué pensar de Rachel Cusk y sin embargo me apetece seguir buceando en su escritura.

La traducción es de Marta Alcaraz.


"Solo yendo más allá de las fantasías que los demás construyen sobre sí mismos y sobre el otro, podemos alcanzar un nivel de realidad en el que las cosas asumen su auténtico valor y son lo que parecían.

Lo peor, creía ella, era tratar con una versión de alguien cuando, oculta a la vista, existía otra versión distinta.”


 

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