Después de medianoche, de Irmgard Keun

 


 ⭐⭐⭐⭐

♫♫♫ After Midnight - JJ Cale ♫♫♫ 


Hace más de cien años, suspiraba Platen: ¡Qué harto estoy de mi patria! En aquel entonces, sin embargo, se podía vivir en el destierro. Pero ¿hoy? ¡Pobre emigrante! Acabarás siendo una fuente de sufrimientos para tí mismo y una carga para los demás. Los tejados que ves no han sido construidos para ti. El pan que hueles no ha sido cocido para ti. Y la lengua que oyes no se habla para ti.”


Irmgard Keun escribió esta novela desde el exilio en Holanda un año después de haberse visto obligada a salir de su país, Alemania, en 1936. Así que se puede decir que ella salió tarde de su país si la comparamos a otros escritores que huyeron de Alemania en cuanto asomó el hitlerismo y este hecho la hizo vivir día a día con el nacionalsocialmo alemán, detalle que queda perfectamente reflejado en esta novela. Llegué a ella porque su nombre sale a relucir en la Correspondencia entre Joseph Roth y Stefan Zweig, perteneció al mismo circulo de exiliados. Irmgard Keun, sin embargo, volvió a Alemania en 1940 y se mantuvo escondida en Colonia en casa de sus padres. Anteriormente se había hecho correr la noticia de que Irmgard Keun se había suicidado en el exilio, no sabemos si fue un rumor planeado por ella, pero el hecho es que la autora volvió a su país cuando era una olla hirviendo  manteniéndose escondida hasta el fin del nazismo.


"Vivimos, en efecto, en la época del gran Movimiento Delator Alemán. Todos tienen que vigilarlos a todos, todos tienen poder sobre todos. Todos pueden mandarlos a prisión a todos. Pocos pueden resistir la tentación de ejercer ese poder.”


Después de medianoche cuenta la historia de Susanne, a la que llaman Sanna, que con diecinueve años es una joven aparentemente sin preocupaciones y llena de vida que abandona su pueblo para vivir en Colonia junto a una tía. Poco después de llegar es interrogada por la Gestapo, una decisión motivada por ese ambiente delator y de denuncia que se respiraba en el día a día para congraciarse con las autoridades. Sanna aprende pronto que en este ambiente de la Alemania nazi no todo es lo que parece porque cualquier opinión expresada o cualquier acción aparentemente irrelevante puede ser utilizada contra alguien, dependiendo de cómo sea interpretado por los demás. A partir de aquí Sanna huye a Frankfurt donde vive su hermanastro Algin, un escritor de bastante prestigio. Aquí se codeará con un ambiente más bohemio relacionado con su hermano y su esposa y lo interesante es como muestra Irmgard Keun esta sociedad que poco a poco se va degradando. Quizás lo más revelador sea esa mirada en primera persona de una muchacha joven que solo quiere divertirse y que sin embargo, poco a poco es capaz de ver más allá de la apariencia “Para mí es terrible, profundamente inquietante, oír eso, porque hasta el día de hoy no se de qué va, qué quieren, Me parece demasiado peligroso preguntar a nadie”. Esa narración en primera persona y en presente es casi una mirada documental sobre un país en pleno proceso de autodestrucción. Lo que parecía imposible se va convirtiendo en realidad, en una realidad atroz.


"Ha llegado Algin. Está pálido y sombrío, sus ojos son lóbregas cavernas. Ha vuelto a recibir una carta de la Cámara de Literatura del Reich. Va a haber una nueva depuración de los escritores y en ella seguramente pasarán a Algin por la criba. Tal vez pudiera salvarse si hiciese enseguida un largo poema al Führer, al que hasta ahora se resiste. Pero eso también puede resultar peligroso. Porque los escritores nacionalsocialistas quizá tomen a mal que él, sin ser de la vieja guardia, se atreva a dedicar versos al Führer. Tampoco debe arriesgarse a escribir una novela nacionalsocialista, porque eso no le incumbe a él. Pero si no escribe novelas nacionalsocialistas es un indeseable. Todavía se imprimen sus obras y es un autor bastante leído, eso debe terminar."


En la novela se mezclan momentos históricos reales como por ejemplo la visita que hizo Hitler a Frankfurt en 1935 con el ambiente que se respiraba en las calles y es este ambiente el que capta tan bien la autora. Alemania estaba cambiando, y pronto seremos conscientes de que la mirada aparentemente ingenua de Sanna, no lo es tanto sino que le sirve como sistema de defensa ante unos comportamientos cada vez más cuestionables que ve en su entorno. Sanna comienza a cuestionarse sucesos de los que va siendo testigo: el hecho de que por ejemplo su hermano no pueda seguir escribiendo los libros que escribía y que esté haciendo concesiones para mantener un estatus, o el hecho de que haya que elegir los amigos en proporción a su no mestizaje . “Usted no ha comprendido a la nueva Alemania, usted no ha comprendido la voluntad del resurgimiento del Führer. A la gente vieja como usted hay que obligarla a ser feliz o se prescinde de ella”. Cualquiera era sospechoso de cualquier cosa y para mí es lo más interesante de esta novela, como se consigue capturar la atmósfera de paranoia y de locura de un país que estaba descendiendo a los infiernos, tanto, que algunos incluso vieron la única salida en el suicidio. La voz narrativa de Sanna es especialmente iluminadora porque es muy convincente en el sentido de que aunque en un principio parece una ingenua preocupada solo por divertirse, será pura apariencia porque ella misma aprende a esconder sus perspicaces observaciones de cara al público y solo las expone en su flujo de conciencia: su irónico sarcasmo es raras veces captado por su entorno y porque la misma Sanna pronto nota que el peligro no solo viene de la autoridad o de la Gestapo, sino del vecino más cercano. Cualquier signo de disidencia será denunciado por el que hasta ahora podría haber sido el vecino más amable.


Hablan del maravilloso pueblo alemán, que puede con todo, una se siente alabada, adulada, por pertenecer a ese pueblo. Y luego, de pronto, sale de la radio una furiosa rociada. Que serán aplastados todos los que opongan resistencia a la voluntad del resurgimiento, que será liquidada esa gente que perjudica al país protestando por todo.”


Tiene familia. Un hombre con familia se vuelve cobarde y, hoy en día, no puede permitirse tener carácter. Para muchos, por otra parte, la familia constituye solo el pretexto moral que justifica su falta de energía y servilismo." Lo que mejor hace Irmgard Keun es mostrar la sutilidad con que Sanna envuelve lo que va percibiendo en su día a día de la vida en Frankfurt con multitud de personajes secundarios, cada uno de ellos aporta una prueba del signo de los tiempos. Su estilo es muy coloquial, sencillo, un estilo que contradice de alguna manera el mensaje subterráneo de toda la novela. El mundo en el que vive Sanna se va encogiendo a pasos agigantados y hacia el final de la novela la pregunta que se hace es ¿cuál es la salida? Porque la maquinaria se ha puesto en marcha y es prácticamente imposible luchar contra ella: Tenemos que someternos porque queremos vivir. Son más fuertes que nosotros, el individuo no puede hacer nada contra ellos.” Cuando Sanna es consciente de hasta qué punto su país está cambiando y que ya el individuo no puede mostrarse tal como es, el camino a seguir será, o aceptar lo que hay y guardar silencio, o huir. Es además un tema que pocas veces he visto expuesto en una novela sobre el totalitarismo, el hecho de que para el ciudadano de a pie lo más fácil es dejarse llevar, adherirse a la maquinaria. El flujo de conciencia de la narradora es fascinante por cómo se nos muestra Sanna siendo capaz de ver más allá del espectáculo vacío de la nueva Alemania, y tiene todavía más mérito porque empezó siendo la novela de una joven despreocupada y llena de vida que se va metamorfoseando en una mujer adulta. Aunque es una novela que transcure apenas en 24 horas en medio de la preparación de una fiesta, la metamorfosis que sufre Sanna ya venía produciéndose: ha sido una evolución gradual la de esta mujer que usa su falsa ingenuidad para camuflarse y convertirse (sin planearlo) en una observadora y testigo de un país que iba estrechando el cerco sobre sus victimas. Una novela engañosa además, porque empieza pareciendo una novela despreocupada sobre las aventuras de una jovencita en la Alemania de los años 30, y poco a poco va evolucionando en otra cosa: una mujer que en su monólogo interior, destapa y analiza por sí misma el clima de terror que la circunda. Hay una cita de Hannah Arendt de “Los orígenes del totalitarismo” ( "El terror, como hoy lo conocemos, ataca sin provocación previa, y sus víctimas son inocentes incluso desde el punto de vista del perseguidor") que viene a definir muy bien lo que Irmgard Keun muestra en esta novela: el ambiente en la calle, el ciudadano de a pie y los grados de supervivencia que van surgiendo a medida que este terror va encogiendo la vida diaria. Estupenda e iluminadora, Irmgard Keun.

La traducción es de Carmen Gauger.


En estos tiempos de general inflación del lenguaje, no es malo que alguien recapacite y empiece a guardar silencio. Yo he sido un periodista ingenioso y divertido. Ni aquí ni en el extranjero se puede ser un periodista ingenioso y divertido cuando a uno le atruenan perpetuamente en los oídos los gritos que vienen de los campos de concentración alemanes. A lo que ha empezado ahora en Alemania, eso es lo desesperanzador, no se le ve el fin.”


Comentarios

  1. Una cosa si podemos decir a favor de los tiempos de mierda, siempre nos dan una buena literatura y una visión lúcida sobre la realidad... Lo malo es lo complicado que resulta salir con vida de ellos.

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    1. Cierto, y que mejor que desahogarse escribiendo, no? Después de tres casi seguidos sobre el exilio/emigración y el terror, vuelvo a la realidad de estos tiempos de ahora que también andan sobrados de tinieblas :)

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