Helada, de Thomas Bernhard

 

 

⭐⭐⭐⭐

♫♫ ♫    Falling Ashes, Slowdive      ♫♫ ♫


"El pintor me da puntos de apoyo una y otra vez. No es alguien que sea completamente reservado. Hay un montón de accesos a él, pero sin embargo se le encuentra a menudo donde no se le busca, donde no se sospecha que estuviera."

[...]

"Porque estoy totalmente bajo la influencia del pintor, tengo que ir con él, y no es que tenga que ir, es que no puedo hacer otra cosa que ir con él. Son siempre los mismos paseos. No son paseos en absoluto . Sencillamente marchas por la nieve, a través del viento y del bosque , a través del frío. A veces estoy solo."


Helada es la historia de alguien que cae bajo el influjo de otra persona, tal como muestra esta cita. Un influjo, por otra parte, que hace tambalear la concepción del mundo que hasta ahora había tenido la persona más joven y sobre la cual se ejerce este influjo. Entiendo que al principio me costó esta novela y me encontré un poco perdida... es el segundo libro que leo de Bernhard, y el primero El sobrino de Wittgenstein, había fluido de otra manera, aunque también hablaba de la amistad entre dos hombres y también se podría decir que cada uno de ellos podría haber estado bajo la influencia del otro. Helada es una novela mucho más seca y agreste que esa anterior suya que leí, muy amarga y triste, puede que se deba a que sea su primera novela y Bernhard todavía no había conseguido definir ese fluir en la narración aunque sí que es verdad que aquí ya está todo lo que ví después en El sobrino de Wittgenstein pero mucho más disperso a la la hora de encajarlo en la narración, con lo cual resulta una novela densa en los que hubo momentos en los que me pareció una montaña difícil de escalar. Sin embargo, y a pesar de todo esto, poco a poco me fue envolviendo, la atmósfera, sus personajes y ese rollo profundamente inquietante en el que Bernhard suele envolver los pocos espacios en los que se mueven sus personajes.


"Mi hermano, dijo, es soltero como yo. Es, como suele decirse, un intelectual. Pero desesperadamente confuso. Acosado por los vicios, la vergüenza, el respeto humano, los reproches, las autoridades... Mi hermano es un paseante, es decir, una persona con miedo. De mal carácter. Y misántropo."


En Helada un estudiante de medicina, sin nombre, es enviada por su supervisor, un cirujano llamado Strauch a Weng, un lugar desolado, y lúgubre, completamente apartado y glacial localizado en un apartado valle donde el pasado dejó las cicatrices de la segunda guerra mundial; allí los días se suceden sin que apenas se diferencie la noche de las tinieblas más oscuras. El cirujano Strauch tiene información de que hasta allí ha ido a esconderse su hermano, el pintor Strauch y le pide al estudiante de medicina que contacte y trabe amistad con él sin decirle realmente quién es sino que le vaya informando sobre este hermano perdido: en quién se ha convertido. El estudiante de medicina se hace pasar por estudiante de derecho y lector de Henry James, toma una habitación en la misma posada que el pintor Strauch y casi sin esfuerzo, inicia el contacto con él.


"De vez en cuando la Naturaleza no quiere otra cosa que medir sus fuerzas entre dos seres humanos, que no saben cómo se encuentran y de pronto se pertenecen: se trata de una brutal violencia súbita, favorecida por el tiempo atmosférico, que excluye para sus fines la razón y el talante y todas las ideas. A menudo es solo una sagacidad animal, que aguijonea."


A partir de la llegada del estudiante al pueblo de Weng, la novela está narrada en episodios diarios, en este caso, son veintisiete días en los que el estudiante apenas se separa del pintor Strauch y es testigo y oyente de sus confesiones, pensamientos y reflexiones más íntimas. El estudiante pronto se ve hechizado por este pintor atormentado, un artista que parece haber perdido el rumbo y que desde que llegó a Weng se ve incapaz de pintar, solo cuando la luz se apaga y las tinieblas le envuelven pero así y todo ha perdido la capacidad para pintar, una cierta locura que Bernhard relaciona con las tinieblas es lo que envuelve esa figura torturada del pintor.


"A menudo se había preguntado: ¿Cómo puedo salir de las tinieblas? Con la cabeza fuertemente vendada con tinieblas he intentado siempre dejar atrás las tinieblas. Indicios, sí, la estupidez... Las tinieblas alcanzan el grado de dureza de la locura..."


"Tiene usted la misma vista que yo: ¡sobre las tinieblas!, dijo. ¿No le pone a usted eso melancólico? ¿En todos estos días? Las personas como usted caminan durante años, durante decenios, al borde de la melancolía. De pronto caen en ella. De cabeza.”


"A diferencia de otros pintores, que tenían que trabajar en habitaciones claras, él solo podía pintar en habitaciones totalmente oscurecidas. -Tiene que estar oscuro, y entonces puedo pintar. Solo en tiniebla total. No debe penetrar la menor luz. Pero al final y al cabo, no pinto ya-."


Strauch es un personaje en plena desesperación, que huye del miedo a su propia locura y de los sueños que le persiguen continuamente, y el estudiante se ve influido por el estado de ánimo de Strauch. Los monólogos del pintor ("Las mujeres me han atraído más bien por su ausencia. En general lo atraía siempre lo ausente...") mientras pasea por el paisaje helado, que aparentemente parece que no tengan sentido, poco a poco van haciendo poso en el estudiante que de alguna forma los repiensa y les va dando sentido, estableciendo conexiones con la vida y la memoria. Algunos de estos monólogos existenciales de Strauch son pura clarividencia, deconstruye la vida que a su paso se va convirtiendo en mortalidad y soledad:


"Hubo un tiempo en que no hubiera creído posible perderme en mi mismo de una forma tan aturdida."


"Él había estado reflexionando toda la noche en sí mismo, dijo, y había llegado a los resultados más diversos, en cualquier caso insatisfactorios. Uno se podía contemplar desde tantos lados. Desde la superficie. Totalmente desde dentro, desde muy profundo. Desde millares de ángulos agudos y obtusos. Era tan miserable lo que se veía. Y al mismo tiempo infundía miedo."


Hasta la llegada del estudiante, Strauch había vivido en este desolado pueblo de Weng, como un zombie sin casi poder comunicarse con nadie. Weng es un infierno aburrido y casi degenerado por esa indiferencia pueblerina que tanto cuestiona una y otra vez Bernhard. Una serie de personajes se van moviendo bajo el agudo ojo observador de Strauch que de alguna forma los compara al teatro de la vida: la posadera, mujer de armas tomar pero al mismo tiempo dependiente de algunos hombres, el ingeniero de minas el centro neurálgico en torno al cual se mueve el dinero de la zona porque tiene el poder para organizar a sus hombres y su forma de vida, el desollador firmemente relacionado con la muerte, y así varios personajes que pueden ser estereotipos de la vida misma. Weng es un pueblo congelado no solo fisicamente sino en lo que se refiere a sus habitantes a los que describe como completamente ignorantes y retrasados. Strauch, condenado a ser el observador de esta vida, también está condenado por el hecho de que que es completamente consciente de la soledad que le envuelve, y solo hasta que llega el estudiante y es capaz de compartir sus reflexiones, no se hace realmente patente lo desesperado que está.


Hay gente del pueblo que nunca ha salido del valle. La repartidora de pan, por ejemplo, que empezó a repartir pan con cuatro años y nunca ha dejado ya de repartir pan hasta el día de hoy, en que tiene setenta. El lechero. Los dos han visto el tren hasta ahora solo por fuera. Y la hermana de la repartidora de pan y el sacristán. El Pongau es para ellos lo que para otros el África tenebrosa."


Bernhard cuestiona continuamente a su país con una negatividad siempre presente, como si abjurara continuamente de su patría, pero al mismo tiempo hay en ciertos fragmentos un humor muy negro y grotesco que denota una cierta ternura soterrada por parte de Bernhard. Quizá lo que me ha resultado más fascinante de esta novela es la forma en que la mente del estudiante, el narrador, se ve cada vez más influido y enganchado a los pensamientos de Strauch consiguiendo de alguna somatizar su estado mental con el del pintor. Una novela que la he visualizado en blanco y negro, quizás como en una película de Bela Tarr. Una novela densa pero que ha merecido muchísimo la pena.

La traducción es de Miguel Sáenz.


"Me explica cómo pasa la memoria de una alegría desbocada a la melancolía, cómo la mañana se convierte en mediodía, el mediodía en tarde y la tarde en noche, la luz en tinieblas. Cómo se hace regreso lo que fue una evasión."


 

Comentarios

  1. Leyendo mucho a Bernhard últimamente. Es fascinante. También de últimas lecturas buenas a Percival Everett, Vonnegut y Brautigan. También apuntando muchas de tus lecturas buenas que por lo que sea se me pasaron.
    Un saludo
    Alfonso

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    1. Gracias, Alfonso, por tomar en cuenta mis humildes reseñas :-) Quiero seguir con Bernhard, pero no me decido, ¿cuál me aconsejarías?? Me anoto a Percival Everett y Brautigan...

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  2. Pues Extinción, Tala, Hormigón y sobre todo los relatos Autobiográficos. De Brautigan El Monstruo de Hawkline o la más conocida la Pesca de la Trucha en América. De Percival me encantó su último libro que sacó hace nada De Conatus, Los Árboles y ahora justo a continuación leí el anterior, más serio, pero no menos bueno, Cuanto Azul y como puedes ver me flipo tanto que ya me conseguí los dos más antiguos editados por Blackie: No soy Sidney Poitier (que me llevé el último ejemplar nuevo que quedaba de casualidad en la Fuga) y X. Estos ya te diré si merecen tanto la pena.

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    1. Ok, muchasss graciasss. Tomo nota de, absolutamente todo 💥💥

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    2. Ah se me olvidaba. Una colección de narrativa brutal fue sacada por una de mis editoriales de cabecera de ensayo. La Caja Negra Ediciones de Argentina. ¿La conoces? La colección se llama Efectos Colaterales. Échale un vistazo si puedes

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